Cultura de la Aguada

Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 15:21 20 jun 2020 por Rotorino (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.

La cultura de La Aguada fue reconocida a fines del siglo XIX a partir de objetos cerámicos en los que se destacaba la imagen del felino. Estos objetos fueron por primera vez publicados por Samuel Lafone Quevedo, a quien se debe la denominación de cerámica draconiana (1892,1908). Posteriormente, durante la década de 1920 las expediciones financiadas por Benjamín Muñiz Barreto exhumaron los materiales de contextos funerarios adscritos a dicha entidad cultural.

La Cultura de La Aguada​ se desarrolló en la región fronteriza entre las provincias argentinas de Catamarca y La Rioja, entre el 600 y 900 de nuestra era ubicándose dentro de las culturas del período agroalfarero medio. Su influencia, sin embargo, se hizo sentir en distintas partes del noroeste de la Argentina. Corresponde al período Medio o de Integración cultural en el noroeste argentino.

En los primeros trabajos se propuso que Aguada era una cultura de origen altiplano, que correspondía al lago Titicaca en el periodo de Tiahuanaco, sin embargo, también presenta elementos de otras culturas del Noreste argentino como CIENAGA, CONDORHUASI y CANDELARIA.

A. R. González ubicó la cultura de La Aguada​ en el período Medio entre 500 a 900 DC destacando a la cerámica por su excelente manufactura y el complejo simbolismo de sus representaciones, así como la metalurgia del bronce a través de la elaboración de objetos fabricados con la técnica de la cera perdida. ​Es considerada como el momento culminante del arte precolombino de la región.

Según José Pérez Gollán (1992) la Aguada es un momento histórico de la culturas del noroeste, en el que surge una nueva forma política: los llamados «señoríos» o «jefaturas», por estar dominadas por un «señor», que dominaba una determinada región por medio del control del excedente económico y los recursos simbólicos.

Aguada es reconocida a partir de las siguientes características:

-       Jerarquización de sitios: habitación y ceremonial (Rinconada).

-       El indicador del complejo ceremonial es la plaza-pirámide.

-       Construcción de un complejo sistema de irrigación.

-       Evidencia de la presencia de una clase de élite, riqueza y ajuar funerario.

-       Especialización artesanal: cerámica, metalúrgica, tejidos, etc.

-       Fenómeno religioso como elemento aglutinante: ideas felinas, parafernalia de discos, placas metálicas, hachas destinadas al sacrificio.

-       Mecanismo de redistribución de bienes: rutas de caravanas y de cebil, a corta y larga distancia.

-       Las antiguas formas de producción orientadas a la autosuficiencia del grupo familiar, pasa a adoptar modalidades comunitarias.

Detalle de la vitrina dedicada a la cultura La Aguada. Museo de La Plata.
Pieza de la cultura La Aguada en el Museo de La Plata.
Alfarería de la cultura La Aguada en el Museo de La Plata.

EL FENÓMENO AGUADA


Desde el comienzo de las investigaciones en el Noroeste Argentino los restos asociados a Aguada han sido objeto de diversas investigaciones y debates en torno a su complejidad.

Así en un principio, Alberto Rex González (1961-64) definió y caracterizó a la “Cultura de La Aguada”, diferenciándola de otras más tempranas y tardías. En base a similitudes en el repertorio iconográfico de ésta con el de Tiwanaku Clásico, planteo que estas recurrencias habrían sido el resultado de influencias provenientes del importante centro altiplánico mediatizadas en San Pedro de Atacama. Años más tarde, Rex González estudió los diferentes modos en que se expresa la cerámica Aguada, proponiendo tres sectores con características propias: sector occidental, oriental y meridional (González 1977[1]​, 1998)[2]​. Si bien observó que existen marcadas diferencias estilísticas registradas entre cada uno de los sectores Aguada mencionados, todos ellos compartieron un repertorio iconográfico de un alto contenido simbólico.[3]

Otros autores, consideran al Período Medio, y a la “Entidad socio-cultural Aguada” que lo representa, como a un momento de unificación social e ideológico que llevó a la integración de diferentes sociedades locales, que ya compartían una serie de elementos materiales y simbólicos (González 1982-83[4]​; Nuñez Regueiro y Tartusi 1990[5]​, 2000[6]​). En consecuencia, propusieron la designación de “Período de Integración”[7]​ en lugar de Período Medio (González y Pérez 1976[8]​), Formativo Medio (Nuñez Regueiro 1974[9]​) o Formativo Superior (Raffino 1988[10]​), por considerarlo más representativo del proceso de unificación ideológico-simbólico que tuvo lugar en el transcurso del mismo.

En base a sus investigaciones realizadas, durante años, en los sitios Alamito en la zona de Campo del Pucará, Nuñez Regueiro y Tartusi (Nuñez Regueiro y Tartusi 2000[6]​; Tartusi y Nuñez Regueiro 2006[11]​), sostienen que, los orígenes de Aguada deben rastrearse en las sociedades  Formativas Tempranas de Alamito. En este sentido, interpretan al “fenómeno Aguada” como la expansión y aceptación de una ideología religiosa materializada, fundamentalmente, en  un  determinado repertorio iconográfico, que se distribuyó entre grupos sociales cuyas raíces estarían en la interacción entre Alamito - Condorhuasi - Ciénaga, produciéndose luego procesos de reinterpretación  diferenciados de acuerdo a las trayectorias históricas particulares, que tuvieron lugar en cada uno de los ámbitos donde se manifestó este fenómeno[7]​.

En el libro “Cultura La Aguada; arqueología y diseño”, Alberto Rex González (1998)[2]​, plantea que la iconografía Aguada, sería el resultado de la influencia de una ideología religiosa vigente en el mundo andino desde muy temprano, específicamente en Pukara y que, con posterioridad, fue tomada y reelaborada por Tiwanaku-Wari (González 1998[2]​). Por su parte, Stanish y colaboradores (2007),[12]​ reconocen la coincidencia entre la iconografía de la cual hizo uso Aguada y la de los estilos emblemáticos de Tiwanaku, a pesar de advertir marcadas diferencias estilísticas entre ambos. Explican la adopción de rasgos iconográficos foráneos por parte de una élite emergente Aguada que se manifiesta en la cerámica decorada producida localmente, entre otras materialidades.

Callegari y colaboradoras (2015)[13]​ plantean que, con el desarrollo del fenómeno Aguada durante el Período Medio (550-1100 DC), se dio en el Noroeste argentino un proceso complejización social en la región valliserrana que, de acuerdo a los procesos históricos particulares, se manifestó con características propias en cada zona (Baldini et al. 2002;[14]​ Callegari y Gonaldi 200[15]​6; González 1982-83, 1998[2]​; Gordillo 1999[16]​, 2007[17]​, entre otros). Este hecho favoreció la construcción de identidades locales que se materializaron, además de en los diferentes estilos cerámicos Aguada, en las diversas maneras de construir, significar y usar el espacio. Al respecto las autoras plantean que:

En todos los ámbitos de la región valliserrana se evidencia un aumento poblacional, que se traduce en la cantidad, escala y funcionalidad de los sitios; y la presencia de un patrón de instalación jerarquizado, tanto por el tamaño como por la estructuración interna de los asentamientos. Asimismo, tuvo lugar un proceso de homogenización cultural entre aquellas sociedades que integraron y compartieron un sistema de ideas donde el felino, específicamente el jaguar, representó un rol relevante en sus cosmovisiones. Entre otros íconos con una alta carga simbólica vinculados al ritual podemos mencionar también diversos seres antropomorfos tales como personajes felínicos con cuerpo de hombre y mascara de jaguar; hombres vistiendo pieles y tocado de jaguar; manchas y garras de este animal, personajes portando lanzas, hachas y/o cabezas trofeo (el sacrificador); figuras portando estandartes y/o báculos (el personaje de los báculos); o figuras humanas sin objeto alguno en las manos (el personaje de las manos vacías).[13]

Fuentes y enlaces externos

  1. GONZÁLEZ, A. R. (1977). Arte Precolombino de la Argentina. Buenos Aires: Filmediciones Valero. 
  2. a b c d GONZÁLEZ, A. R. (1998). Cultura de La Aguada; Arqueología y Diseño. Buenos Aires: Filmediciones Valero. 
  3. A.R. Gonzalez (1961/1964). «La cultura de La Aguada del NOA». Revista del Instituto de Antropología 2: 2-21. 
  4. GONZÁLEZ, A. R. (1982/1983). «El Noroeste Argentino y sus vínculos con el área Andina Septentrional». En Primer Simposio de Correlaciones Arqueológicas Andino-Mesoamerica-nas (Salinas 1971), pp. 405-435. Escuela Politécnica del Litoral, Guayaquil. 
  5. NUÑEZ REGUEIRO, V. y M. TARTUSI (1990). «Aproximaciones al estudio del área pedemontana de Sudamérica.». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 12: 125-160. 
  6. a b NUÑEZ REGUEIRO, V. y M. TARTUSI (2000). «Los orígenes de Aguada». Shincal. Revista de la Escuela de Arqueología de Catamarca 6: 45-57. 
  7. a b NUÑEZ REGUEIRO, V. y M. TARTUSI (2002). «Aguada y el proceso de integración regional.». Estudios Atacameños 24: 9-19. 
  8. GONZÁLEZ, A. R y J. A. PÉREZ (1976). Historia Argentina. Argentina indígena víspera de la conquista. Buenos Aires: Editorial Paidós. 
  9. NUÑEZ REGUEIRO, V (1974). «Conceptos instrumentales y marco teórico en relación al análisis del desarrollo cultural del Noroeste Argentino». Revista del Instituto de Antropología 5: 169-190. 
  10. RAFFINO, R. (1988). Poblaciones Indígenas en Argentina. Urbanismo y Proceso social Pre-colombino. BUENOS AIRES: EDITORIAL TEA. 
  11. TARTUSI, M. y V. NUÑEZ REGUEIRO (2006). «La presencia de Aguada en la provincia de Tucumán, Argentina.». Actas de la IV Mesa Redonda La Cultura de La Aguada y su Dispersión, pp. 161- 175. Universidad Católica del Norte. Instituto de Investigaciones Ar-queológicas y Museo, San Pedro de Atacama. 
  12. STANISH, C.; E. DE LA VEGA y C. CHÁVEZ (2007). «Tiwanaku y el Noroeste Argentino: Una visión desde la cuenca del Titicaca.». En V. Williams, B. Ventura, A. Callegari y H. Yacobaccio,, ed. Sociedades Precolombinas Surandinas. Temporalidad, Interacción y Dinámica Cultural del NOA en el Ámbito de los Andes Centro-Sur. Buenos Aires: rtes Grá-ficas Buschi S.A. p. 47-153. 
  13. a b Adriana Callegari, Gisela Spengler y M. Gabriela Rodríguez (2015). «La complejidad social en Aguada. El caso del Valle de Antinaco, departamento de Famatina, Norte de la provincia de La Rioja (Argentina)». Arqueología 21 Dossier: 111-137 (2015). Consultado el 20/06/20. 
  14. BALDINI, M., J. CARBONARI, G. CIEZA, M.E. DEFEO, M.F. CASTILLO, R. HUARTE, A. FIGINI, A.R. GONZÁLEZ y J. TOGO (2002). «Primer análisis de la cronología obtenida en el sitio Choya 68 (Dto. de Capayán Catamarca).». Estudios Atacameños 24: 71-82. 
  15. CALLEGARI, A. y M. E. GONALDI (2006). «Procesos diferenciados entre las sociedades Aguada (período de Integración) que se desarrollaron en el oeste y centro de la Pro-vincia de La Rioja (centro del valle de Vinchina y valle de Antinaco- Dto. de Famatina).». Chungara 38(2): 197-210. 
  16. GORDILLO, I. (1999). «Problemas cronológicos del período Medio en el Noroeste Argentino.». Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina (1997), Volumen II, pp. 362-371. Universidad Nacional de La Plata, La Plata. 
  17. GORDILLO,I (2006). «Eran otros tiempos. Cronología de la Integración Regional en el NOA.». En V. Williams, B. Ventura, A. Callegari y H. Yacobaccio, ed. Sociedades Precolombinas Surandinas. Temporalidad, interacción y dinámica cultural del NOA en el ámbito de los Andes Centro-Sur,. BUENOS AIRES: Artes Gráficas Buschi S.A. p. 221-234.