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=== Regina y sus años en Francia ===
=== Regina y sus años en Francia ===
[[Archivo:Alvear aficionado a la esgrima.JPG|thumb|200px|Marcelo T. de Alvear (cuarto), Jorge Newbery (el quinto desde la izquierda), Eugenio Pini, director de la sala de esgrima del Jockey Club (octavo), y Julián Martínez (noveno).]]
[[Archivo:Alvear aficionado a la esgrima.JPG|thumb|200px|Marcelo T. de Alvear (cuarto), Jorge Newbery (el quinto desde la izquierda), Eugenio Pini, director de la sala de esgrima del Jockey Club (octavo), y Julián Martínez (noveno).]]
En 1898, Alvear conoció a la soprano portuguesa [[Regina Pacini]], cuando ella estaba dando una temporada en [[Ciudad de Buenos Aires|Buenos Aires]], en el [[Teatro Municipal General San Martín]]. En esa temporada Alvear conocería a su futura esposa; sin embargo, un primer intento de cortejarla no tuvo éxito. Así, Alvear partió hacia [[Europa]] en el más prolongado viaje de los numerosos que había realizado, decidido a ir tras la soprano portuguesa, llegando incluso a seguirla por toda Europa, pues la «persecución» duraría ocho años. Finalmente se casaron a las siete de la mañana de un sábado [[29 de abril]] de [[1907]] en la iglesia [[Lisboa|lisboeta]] de Nuestra Señora de la Encarnación.<ref name="reginamarcelo" /> Desde aquel momento, gracias a la herencia millonaria que poseía Alvear, el matrimonio vivió sin ocupación conocida. Regina tendría un papel cultural destacado durante la presidencia de su esposo. Había nacido en la rua de Loreto de la ciudad de Lisboa, de ascendencia italiana y [[Andalucía|andaluza]]. El matrimonio Alvear Pacini se fue a residir a una finca de nombre ''Coeur Volant'' situada en [[Louveciennes]], al oeste de [[París]], adonde se mudaron también varios familiares de él. Alvear había heredado tierras en [[General Pacheco]] y [[Partido de San Isidro|San Isidro]]: tres [[estancia]]s, ganado y una importante suma monetaria. Hasta llegar a dedicarse a la política, vivió de estos bienes, los cuales se fueron vendiendo poco a poco. Pero en aquella época no estaba bien visto que un aristócrata se casara con una artista. Ángel de Alvear —hermano de Marcelo— le pidió a [[Tomás Le Breton]] que hiciese recapacitar a su hermano de casarse con «una cantante». Existió cierta hostilidad por parte de la alta sociedad porteña hacia Regina. Sería paradójicamente el general [[Julio Argentino Roca]] quién ayudó a disipar ese ambiente, nombrando al futuro matrimonio «invitados de honor» en una recepción en su hogar. Luego de casarse, Alvear vivió varios años en París, en donde siguió manteniendo contacto con [[Hipólito Yrigoyen]] y otros miembros de la [[Unión Cívica Radical]] como [[Leopoldo Melo]], [[Vicente Gallo]], [[Fernando Saguier]] y Tomás Le Breton.<ref name="poderlibro" />
En 1898, Alvear conoció a la soprano portuguesa [[Regina Pacini]], cuando ella estaba dando una temporada en [[Ciudad de Buenos Aires|Buenos Aires]], en el [[Teatro Municipal General San Martín]]. En esa temporada Alvear conocería a su futura esposa; sin embargo, un primer intento de cortejarla no tuvo éxito. Así, Alvear partió hacia [[Europa]] en el más prolongado viaje de los numerosos que había realizado, decidido a ir tras la soprano portuguesa, llegando incluso a seguirla por toda Europa, pues la «persecución» duraría ocho años. Finalmente se casaron a las siete de la mañana de un sábado [[29 de abril]] de [[1907]] en la iglesia [[Lisboa|lisboeta]] de Nuestra Señora de la Encarnación.<ref name="reginamarcelo" /> El matrimonio se fue a residir después a una finca de nombre ''Coeur Volant'', situada en [[Louveciennes]], al oeste de [[París]], adonde se mudaron también varios familiares del terrateniente. La mansión era un regalo de bodas que Alvear le había hecho a su esposa Regina. Desde aquel momento, gracias a la herencia millonaria que poseía Alvear, el matrimonio vivió sin ocupación conocida. Regina, nacida en la rua de Loreto de la ciudad de Lisboa y de ascendencia italiana y [[Andalucía|andaluza]], habría de tener en el futuro un papel cultural destacado durante la presidencia de su esposo de Argentina. Alvear había heredado tierras en [[General Pacheco]] y [[Partido de San Isidro|San Isidro]]: tres [[estancia]]s, ganado y una importante suma monetaria. Hasta llegar a dedicarse a la política, vivió de estos bienes, los cuales se fueron vendiendo poco a poco. Pero en aquella época no estaba bien visto que un aristócrata se casara con una artista. Ángel de Alvear —hermano de Marcelo— le pidió a [[Tomás Le Breton]] que hiciese recapacitar a su hermano de casarse con «una cantante». Existió cierta hostilidad por parte de la alta sociedad porteña hacia Regina. Sería paradójicamente el general [[Julio Argentino Roca]] quién ayudó a disipar ese ambiente, nombrando al futuro matrimonio «invitados de honor» en una recepción en su hogar. Luego de casarse, Alvear vivió varios años en París, en donde siguió manteniendo contacto con [[Hipólito Yrigoyen]] y otros miembros de la [[Unión Cívica Radical]] como [[Leopoldo Melo]], [[Vicente Gallo]], [[Fernando Saguier]] y Tomás Le Breton.<ref name="poderlibro" />


=== Diputado y embajador ===
=== Diputado y embajador ===

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Marcelo Torcuato de Alvear

Marcelo Torcuato de Alvear con la banda presidencial. Retrato oficial, Museo del Bicentenario.


Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical
Diciembre de 1931-23 de marzo de 1942
Predecesor José María Martínez
Sucesor Gabriel Oddone


Presidente de la Nación Argentina
12 de octubre de 1922-12 de octubre de 1928
Vicepresidente Elpidio González
Predecesor Hipólito Yrigoyen
Sucesor Hipólito Yrigoyen


Embajador de Argentina en Francia
1917-septiembre de 1922
Presidente Hipólito Yrigoyen
Vicepresidente Pelagio Luna (1917-1919)
Ninguno (1919-1922)
Sucesor Tomás Le Breton


Diputado de la Nación Argentina
por Capital Federal
3 de mayo de 1912-3 de mayo de 1916
Presidente Roque Sáenz Peña[nota 1]
Vicepresidente Victorino de la Plaza

Información personal
Nacimiento 4 de octubre de 1868 Ver y modificar los datos en Wikidata
Buenos Aires (Argentinien) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 23 de marzo de 1942 Ver y modificar los datos en Wikidata (73 años)
Tigre (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de la Recoleta Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentinien
Familia
Padre Torcuato de Alvear y Sáenz de la Quintanilla Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Regina Pacini
Educación
Educado en Universidad de Buenos Aires
Información profesional
Ocupación Abogado
Patrimonio ARM 600 mil[1][2]
Partido político Unión Cívica
Unión Cívica Radical
Carrera deportiva
Deporte Tiro deportivo Ver y modificar los datos en Wikidata
Distinciones
Firma

Máximo Marcelo Torcuato de Alvear (Buenos Aires, 4 de octubre de 1868 - Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires, 23 de marzo de 1942) fue un abogado y político argentino, que se desempeñó como embajador en Francia, diputado y décimo noveno Presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1922 y la misma fecha del año 1928. Era hermano de Carlos Torcuato de Alvear, hijo de Torcuato de Alvear, ambos intendentes de Buenos Aires, y nieto de Carlos María de Alvear. Marcelo fue el último descendiente de la saga de dirigentes políticos de la familia Alvear.

Participó activamente de las revoluciones radicales acontecidas en los años 1890 y 1893, integrándose en la Unión Cívica que daría origen a la Unión Cívica Radical, siendo uno de los pocos miembros de la aristocracia argentina en integrarse a las tareas de un partido popular. Allí trabó amistad con personalidades como Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen, siendo secretario del primero y padrino de armas del segundo. En las elecciones para renovación de bancas legislativas celebradas tras la reforma electoral de la ley Sáenz Peña en 1912, Alvear fue elegido diputado, cargo que desempeñó por dos años. Cuando Yrigoyen asumió la presidencia en 1916 nombró a Alvear embajador en Francia. Terminado el mandato de Yrigoyen, éste dio su apoyó a Alvear para presidir el comité de la UCR, y así sucederlo en la presidencia de Argentina. Alvear fue elegido presidente mientras estaba radicado en Francia. Al poco tiempo de asumir la presidencia, se comenzaron a producir asperezas internas dentro del radicalismo, rompiéndose la relación entre Alvear e Yrigoyen.

Su gobierno estuvo signado por el avance automotor en la Argentina, la exitosa explotación petrolera y un destacado progreso económico, demostrado en el gran aumento del PIB por habitante, cuyo índice para el año 1928 alcanzó el sexto puesto entre los más altos del mundo. En el ámbito laboral y social este período se caracterizó por un proceso de urbanización concentrado en el Litoral y Gran Buenos Aires, además de la radicación de medio millón de inmigrantes; se registró un aumento de la clase media, subida del salario real, y disminución de las huelgas y conflictos similares. Por otra parte hubo un aumento en la deuda externa mayor a la del gobierno radical anterior. En lo que respecta a política educativa, hubo un retroceso de la reforma universitaria impulsada por Yrigoyen, resultando severamente atenuada. Intentó sin éxito combatir los abusos que existían en esos tiempos por parte de los frigoríficos operados por capitales extranjeros. En materia de política internacional se firmaron varios acuerdos limítrofes con países como Chile, Bolivia y Uruguay. La expansión económica que experimentó la Argentina durante el periodo conocido como república radical sigue siendo hasta hoy en día el ciclo de mayor crecimiento económico en la historia argentina, sólo superado por la gestión posterior del gobierno de Arturo Illia.

Casi al terminar su gestión presidencial, el partido se dividió en dos facciones, de las cuales los antipersonalistas estaban más identificados con el alvearismo que con el yrigoyenismo. Pese a las presiones de sus ministros, Alvear no aceptó intervenir en la provincia de Buenos Aires para que la facción antipersonalista ganara las elecciones de 1928, lo que provocó la renuncia de algunos de sus ministros. Los «personalistas» criticaban a Alvear porque, a diferencia con Yrigoyen, no realizó reformas a fondo, como podría haber sido la nacionalización del petróleo. Fue siempre un acérrimo detractor de los regímenes totalitarios de Italia, Alemania y la Unión Soviética, y apoyó al bando aliado en ambas guerras mundiales.

Al dejar la presidencia se radicó en Francia. Volvió al país pocos años después para reunificar su partido e intentar acceder a la presidencia por segunda vez en 1931, pero se le fue prohibida su candidatura por parte del régimen militar de José Félix Uriburu. Alvear, junto a otros correligionarios radicales, fue perseguido, apresado o tuvo que exiliarse en reiteradas ocasiones por el régimen represivo de la década infame, por lo que conoció el presidio en la isla Martín García en dos ocasiones. Estuvo al mando del comité de la UCR a lo largo de toda la década de 1930 hasta su muerte en 1942, intentando combatir al régimen conservador. Tuvo cierta participación por el caso del escándalo de la CHADE, cuando esta empresa de capitales extranjeros se comprometió a costear los gastos de la campaña radical, en promesa de que el radicalismo aprobase por veinte años su concesión del servicio eléctrico. Volvió a ser candidato por la presidencia en 1937, pero perdió como consecuencia del fraude patriótico orquestado por los conservadores. Una línea de jóvenes radicales que integraban FORJA se agruparon en oposición a la conducción alvearista acusándola de transigir con respecto a los comicios fraudulentos.

Biografía

Familia Alvear

Una toma de Marcelo durante su niñez.

Marcelo Torcuato de Alvear descendió de una acaudalada familia de origen español y de gran trayectoria política:

El personaje más remoto y conocido del que se puede saber de la familia Alvear es Diego de Alvear y Ponce de León, de origen español nacido el 13 de noviembre de 1749,[6]​ que en 1770 llegó a ser brigadier general de la Real Armada Española. En 1804, cuando se encontraba regresando a España, buques ingleses atacaron su barco, en el que fallecieron todos los miembros de su faminlia excepto él y su hijo Carlos María de Alvear. Años más tarde este último se casó con una andaluza con la que tuvo diez hijos, de los cuales el quinto fue Torcuato de Alvear, nacido en Montevideo en 1822. En 1854, este contrajo matrimonio con María Elvira Dolores Pacheco, hija del general Ángel Pacheco, con la que tuvo a Máximo Marcelo Torcuato de Alvear nacido en Buenos Aires el 4 de octubre de 1868. Era el menor de siete hermanos, de los cuales tres habían fallecido en plena infancia. Los hermanos supervivientes tuvieron el nombre de Carmen, Ángel y Carlos, respectivamente.[4]

Marcelo de Alvear nació en una familia de la nobleza porteña, característica que nunca trató de ocultar, hecho que lo diferenció del carácter popular de Hipólito Yrigoyen y lejos del perfil caudillista de este.[5]

Juventud

Sentados (de izquierda a derecha) Marcelo T. de Alvear, Leandro N. Alem, Francisco A. Barroetaveña y Juan Posse, año 1891.

La juventud de Alvear fue la típica de la de un joven de la aristocracia. Frecuentaba los distintos circuitos de la noche porteña, los cuales iban desde los respetables teatros del centro de la ciudad de Buenos Aires a lugares de encuentro de dudosa reputación.[7][8]

Ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires en el año 1879. Sus estudios fueron muy irregulares: terminó segundo y tercer año sólo en 1881; dos años después, el cuarto y quinto, concluyendo sus estudios en 1885; sin embargo, había terminado el bachillerato en el Colegio Nacional de Rosario. En febrero de 1886 solicitó al doctor Manuel Obarrio, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, que lo matriculase como estudiante regular para estudiar Derecho. En ese mismo año fracasó en Introducción al Derecho, pero aprobó Derecho Internacional Público. Fue rindiendo las materias con regularidad, sin aplazos y con altas calificaciones, sobre todo en los cursos sobre derecho civil.[7][4]

Alvear durante su paso por el ejército.

El joven Alvear —junto a sus compañeros de estudio y amigos, entre los cuales se encontraban los futuros políticos radicales José Luis Cantilo, Fernando Saguier y Tomás Le Breton— integraron un grupo con cierta fama de alborotadores públicos. Algunos de esos altercados terminaron incluso con algunos de los integrantes de la banda en la cárcel.[7]

Finalmente en 1891 obtuvo su diploma, apenas un año después del fallecimiento de su padre.[5]

A finales del siglo xix, muchos jóvenes como Alvear fueron partícipes de ejercicios bélicos ante un eventual conflicto armado con Chile por diferentes interpretaciones del Tratado de 1881 (el cual establecía los límites territoriales con Chile), lo que además produjo una carrera armamentística entre ambos países. El conflicto nunca sucedería. En su breve paso por el ejército llegó al grado de teniente coronel. Además, entre 1896 y 1897 llegó a comandar el 4° Regimiento de Infantería dotado de ochocientos soldados y dividido entre el 1.er y 2.º batallón bajo las órdenes del teniente coronel Tiscornia, con el que tomó parte en las maniobras militares de Curú Malal, cerca de Pigüé.[4][9]

Carrera política

Cuerpo de abogados graduados en 1891. Entre ellos están: Marcelo T. de Alvear (fila sentada de abajo, cuarto desde la izquierda), Tomás Le Breton y Leopoldo Melo.

Alvear tuvo una destacada actuación al organizar con éxito el meeting en el Jardín Florida el 1 de septiembre de 1889, reunión que ayudó a popularizar a Leandro N. Alem en la juventud porteña, quien se encontraba retirado de la vida política desde los años 1880. En esta reunión también se ideó la Revolución del Parque. Alvear se encargó de la organización del evento, el cual tuvo gran concurrencia. Inmediatamente después de la reunión en el Jardín Florida Alvear comenzó a trabajar como secretario de Alem, en el partido recién fundado Unión Cívica en 1890. A su vez fue vocal y luego presidente del Club del Socorro, miembro de la Comisión Directiva de la Unión Cívica y secretario del Comité Nacional.[7][10]​ No existen muchos registros de la actuación de Alvear en la Revolución del Parque, ya que este actuó de forma anónima.[4]

Miembros de la Revolución del Parque (izquierda a derecha): Marcelo T. de Alvear, José Crotto, Enrique Pérez, Luis Basail, Tomás Valleé y Mariano de la Riestra.

Este levantamiento cívico militar produjo el renunciamiento del presidente Miguel Ángel Juárez Celman, reemplazado por el vicepresidente Carlos Pellegrini. Fue en vísperas de esta revolución cuando Alvear entró en contacto con Yrigoyen, más precisamente cuando se estaba buscando un jefe de policía para la ciudad de Buenos Aires. Aristóbulo del Valle propuso a un pariente de Alem, quién había sido comisario, e Yrigoyen entró en contacto con Alvear y otras personalidades del civismo como Le Breton, Apellániz y Senillosa. Alvear e Yrigoyen se siguieron viendo en el Café de París y en reuniones de comités. Yrigoyen siempre conservaría un especial aprecio por Alvear, incluso en los últimos años de su vida, cuando años atrás ambos dirigentes radicales estuvieron enfrentados. El joven Marcelo comenzó a organizar comités, participó en revoluciones, recorrió el interior del país para realizar giras, planifico reuniones y acciones de propaganda. Este tipo de vida política era excepcional para un joven con su origen social.[7][10]​ Los firmantes de los sucesivos encuentros de 1889 y de los años inmediatamente posteriores fueron también miembros de familias más tradicionales, quienes se empezaban a lanzar a la acción política. Luego de la Revolución del Parque decidió asistir al curso que daba el crítico literario Ferdinand Brunetière en la Universidad de París, ya que el joven consideró que su cultura era escasa.[4]

Cuando se produjo la división de la Unión Cívica a mediados del año 1891, Alvear eligió quedarse del lado de Leandro N. Alem, puesto que Alvear era de tradición antimitrista (su padre fue autonomista), y firmó el manifiesto de 2 de julio de 1891, el acta fundacional de la Unión Cívica Radical. En el citado año, Alvear acompañó al caudillo radical en una gira por el interior del país para lanzar la fórmula Bernardo de Irigoyen-Juan M. Garro. Además de ser la primera vez que Alvear salió de Buenos Aires, el joven aristócrata vivió el delirio popular de la gente en los actos políticos, como también amenazas de agresiones hacia los dirigentes radicales. Fue en Jujuy donde trabó amistad con Remigio Lapo y Delfor del Valle. La gira terminó cuando el 2 de abril de 1892 la policía detuvo a todos los dirigentes radicales presentes; Alvear fue apresado por primera vez en su vida. Primero fue confinado en la corbeta La Argentina, después lo trasladaron a la cañonera Paraná, junto a Juan Posse, Julio Arraga y Celindo Castro. Una vez que fueron trasladados al pontón Rossetti, donde se encontraban apresados todos los dirigentes radicales, incluyendo a Alem, los presos fueron deportados a Montevideo. El 27 de mayo regresó al país.[4]

Marcelo Torcuato de Alvear, circa 1890.

En las elecciones de gobernador de Buenos Aires que se desarrollaron en 1892, el Comité de la provincia de Buenos Aires le había encomendado la dirección del partido en Chacabuco. En seguida, Alvear comprobó que existía un "arreglo" entre el comisario y el caudillo conservador. El dirigente radical se dirigió a la comisaría, cuenta Félix Luna en Alvear:

— No le haga caso, comisario...

Pero el joven delegado [Alvear] se hace respetar. Se quita su chalina de vicuña y golpea con ella el rostro del insolente.
— ¡Fuera de acá...! ¡Fuera de acá...! -repite, rojo de ira, llevándolo hacia la puerta, mientras la mano izquierda, en el bolsillo del saco, se cierra firmemente sobre un innegable revólver.
— Calma, doctor... Tranquilícese, doctor... -es lo único que atina a decir el comisario, mientras Marcelo echa a ponchazos y empujones al entrometido.

Y cuentan las crónicas locales que esa vez en Chacabuco, no hubo fraude...

Durante la tarde del 30 de julio de 1893 un emisario le informó al joven (quién se encontraba en el palco del Teatro Lírico), que en media hora debía partir para participar de la revolución radical. Se retira en horas de la noche, y con la ayuda de Aurelio Bagú como guía junto a otros jóvenes toman la comisaría de Temperley. Tres días después llega Hipólito Yrigoyen con 1500 hombres luego de sublevar todo el centro de la provincia de Buenos Aires. El coronel Martín Yrigoyen (hermano de Hipólito) con tres mil quinientos hombres luego de efectuar algunas acciones bélicas, desalojan al gobernador Carlos Costa y toman la ciudad de La Plata. Hipólito Yrigoyen junto a cuatro mil hombres ingresan a la ciudad en donde son ovacionados por los pobladores de la misma. El 4 de agosto el jefe de la rebelión crea varios batallones para defender su asentamiento en Temperley. El 7 del citado mes se reúne en Lomas de Zamora el Comité de la Provincia para elegir al gobernador provisorio, designando así a Juan Carlos Belgrano como gobernador, quien nombra a Alvear Ministro de Obras Públicas. Este gobierno provisorio duraría solo nueve días. Cuando el gobierno mandó tropas para intervenir, Belgrano no opuso resistencia y entregó el poder al interventor Eduardo Olivera.[11][12]

El 10 de julio de 1896 se suicidó Leandro N. Alem. Alvear, colaborador cercano de Alem dijo al respecto:

"Leandro Alem fue el tribuno que con su temperamento romántico concibió esta gran fuerza y se entregó a ella enteramente. El destino lo quebró en un momento de amargura, tal vez dudando de que la obra a la que entregaba su vida pudiera realizarse: ¡triste destino! Por eso su memoria tiene contornos trágicos de emoción profunda para todos los radicales".
Alvear.[7]

En un momento de 1897, Lisandro de la Torre retó a un duelo de esgrima a Hipólito Yrigoyen. Alvear se vio en la tarea de en el lapso de unos pocos días enseñarle algunos aspectos básicos de esgrima a Yrigoyen, puesto que este desconocía aquella disciplina. El duelo se produjo el día 6 de septiembre. Yrigoyen le produjo varios cortes en la cara a De la Torre, saliendo victorioso el primero.[13]

Regina y sus años en Francia

Marcelo T. de Alvear (cuarto), Jorge Newbery (el quinto desde la izquierda), Eugenio Pini, director de la sala de esgrima del Jockey Club (octavo), y Julián Martínez (noveno).

En 1898, Alvear conoció a la soprano portuguesa Regina Pacini, cuando ella estaba dando una temporada en Buenos Aires, en el Teatro Municipal General San Martín. En esa temporada Alvear conocería a su futura esposa; sin embargo, un primer intento de cortejarla no tuvo éxito. Así, Alvear partió hacia Europa en el más prolongado viaje de los numerosos que había realizado, decidido a ir tras la soprano portuguesa, llegando incluso a seguirla por toda Europa, pues la «persecución» duraría ocho años. Finalmente se casaron a las siete de la mañana de un sábado 29 de abril de 1907 en la iglesia lisboeta de Nuestra Señora de la Encarnación.[14]​ El matrimonio se fue a residir después a una finca de nombre Coeur Volant, situada en Louveciennes, al oeste de París, adonde se mudaron también varios familiares del terrateniente. La mansión era un regalo de bodas que Alvear le había hecho a su esposa Regina. Desde aquel momento, gracias a la herencia millonaria que poseía Alvear, el matrimonio vivió sin ocupación conocida. Regina, nacida en la rua de Loreto de la ciudad de Lisboa y de ascendencia italiana y andaluza, habría de tener en el futuro un papel cultural destacado durante la presidencia de su esposo de Argentina. Alvear había heredado tierras en General Pacheco y San Isidro: tres estancias, ganado y una importante suma monetaria. Hasta llegar a dedicarse a la política, vivió de estos bienes, los cuales se fueron vendiendo poco a poco. Pero en aquella época no estaba bien visto que un aristócrata se casara con una artista. Ángel de Alvear —hermano de Marcelo— le pidió a Tomás Le Breton que hiciese recapacitar a su hermano de casarse con «una cantante». Existió cierta hostilidad por parte de la alta sociedad porteña hacia Regina. Sería paradójicamente el general Julio Argentino Roca quién ayudó a disipar ese ambiente, nombrando al futuro matrimonio «invitados de honor» en una recepción en su hogar. Luego de casarse, Alvear vivió varios años en París, en donde siguió manteniendo contacto con Hipólito Yrigoyen y otros miembros de la Unión Cívica Radical como Leopoldo Melo, Vicente Gallo, Fernando Saguier y Tomás Le Breton.[7]

Diputado y embajador

Alvear dando un discurso en el Teatro Argentino cuando ejerció como diputado (1915).

En 1912 se sancionó la ley Sáenz Peña en los comicios para renovar diputados. El radicalismo ganó en la Provincia de Santa Fé y en la ciudad de Buenos Aires. En el listado de candidatos a diputados se encontraba en tercer lugar Alvear, quién había ganado la banca para el periodo de 1912 a 1916. En ese momento estaba residiendo en París, y no había participado de la campaña. Al regresar al país fue nombrado presidente del Jockey Club.[4]​ Durante su periodo como diputado presentó proyectos para la reglamentación del código civil, debatió sobre la organización del ejército, apoyó la iniciativa de hogares de bajo coste (conocida como Ley Cafferatta n.° 9677) impulsada por Juan Félix Cafferata, y la de responsabilidades e indemnizaciones por accidentes de trabajo (ley n.° 9688).[15][4][16]​ También apoyó junto a los diputados Carlos Saavedra Lamas, Julio Argentino Pascual Roca, Lisandro de la Torre y José Félix Uriburu, una ley para crear un cuerpo de Gendarmería que protegiera las fronteras argentinas, aunque el proyecto finalmente no habría de prosperar.[17]​ Durante su periodo como legislador tuvo cruces con la oposición por ingresar tarde al recinto parlamentario.

Las primeras elecciones presidenciales con la nueva ley de voto secreto se llevaron a cabo en 1916. La Unión Cívica Radical ganó con amplio margen bajo la fórmula Yrigoyen-Martínez. El nuevo Presidente le propuso en privado el cargo de Ministro de Guerra, pero Alvear lo rechazó. Entonces le ofreció ser embajador en Francia, cargo que aceptó y mantuvo hasta 1922. Durante el lustro que duró la Primera Guerra Mundial, Alvear cumplió misiones para ayudar a los aliados en París, donando junto a su esposa Regina Pacini un hospital de guerra y un banco de sangre, en el que Pacini se encargaba de atender a los heridos. Los fondos para tales actos fueron conseguidos gracias a los contactos que tenía Alvear, cuando por ejemplo, el militar francés Joseph Joffre le sugirió al embajador argentino instalar un pabellón argentino en la ciudad universitaria de París. Alvear consiguió costear la obra gracias a las contribuciones de Otto Bemberg.[5][18]​ También ayudó en las gestiones para la venta de cosechas a los aliados durante la Gran Guerra. Aquí aparecieron las primeras diferencias entre Alvear e Yrigoyen: cuando este último sostenía que Argentina debía mantener una posición neutral, Alvear se mostraba a favor de que el país se declare al bando de la Triple Entente.[7][4]

El presidente electo Marcelo T. de Alvear con su esposa Regina Pacini, en el barco que lo trajo de vuelta a la Argentina, circa septiembre de 1922.

Poco tiempo después de que se firmara el tratado de Versailles, George Clemenceau —presidente del Consejo Supremo de la Sociedad de Naciones— le envió un telegrama al presidente Hipólito Yrigoyen el 20 de enero de 1920, en donde invitaba a la Argentina a participar del Pacto de la Sociedad de las Naciones. Así, el poder ejecutivo nombró a la delegación integrada por Honorio Pueyrredón, Marcelo T. de Alvear, Felipe Pérez, Roberto Levillier y Daniel Antokoletz. Las instrucciones básicas que mandó el Presidente argentino eran que en el futuro no se debería discriminar entre naciones beligerantes y neutrales para los Estados que formasen parte de esta Sociedad, y que Argentina no apoyaría la guerra de conquista, por lo que repudiaría cualquier apropiación de territorio, además de respetarse la libertad de mares y el principio de la autodeterminación de los pueblos, entre otros puntos.[19]​ Cuando Pueyrredón planteó estos puntos a sus compañeros en París, hubo discrepancias. Al llegar el momento en donde la comisión argentina debía plasmar sus planteos, Pérez y Alvear se negaron a que se propugne la admisión a todos los países de la Liga. Pueyrredón intentó defender la posición de Yrigoyen, pero influenciado por sus compañeros, pensó que la Sociedad quizás termine aceptando a los países derrotados sin necesidad de insistir. A los tres días llegó un telegrama de Buenos Aires escrito por Yrigoyen, en donde se decía que de seguir con esa postura, la comisión debía dar por terminada su misión. Alvear respondió con un telegrama ratificando su posición, pero esta vez no obtuvo respuesta. Al otro día, Pérez y Alvear emitieron otro telegrama en el que expusieron de nuevo el conjunto de sus discrepancias, pero tampoco obtuvieron contestación. La delegación partió de Ginebra el 6 de diciembre del citado año. Por este episodio Alvear estuvo a punto de dejar su cargo, pero Yrigoyen le mandó un telegrama que le hizo cambiar de idea.[4]

En uno de los telegramas que envío el presidente Yrigoyen decía: "Hay que ser radical en todo y hasta el fin, levantando el espíritu sobre el medio y el ambiente, cualquiera que estos sean, teniendo muy presente siempre que la Argentina... no debe identificarse sino con proposiciones perdurables de la esencialidad determinante del Congreso". Aunque el mensaje estaba dirigido para Pueyrredón, tácitamente su destinatario era Alvear.[20]

En 1920 comenzaron las gestiones para la creación del Comité Pro-Juegos Olímpicos de Amberes precedida por Alvear, y bajo la vicepresidencia de César Viale, y con la secretaría de Eugenio Pini. El 12 de enero del citado año la comitiva solicitó al Congreso un subsidio para paliar los gastos del viaje. El Senado trató el proyecto pero el mismo no prosperó, y por ello Argentina no pudo participar de los Juegos de Amberes.[21]

Elecciones presidenciales de 1922

Yrigoyen y Alvear se abrazan en el puente del barco que trajo a este último de Francia.
Alvear haciendo una escala en Río de Janeiro, en su viaje de regreso a la Argentina.

Tras el primer gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, se planteaba el problema de la sucesión presidencial. Ante las disputas en el seno del partido, en marzo de 1922 la Convención Nacional de la UCR, pese al episodio de la comisión en Ginebra que ventiló el hecho de las diferencias ideológicas, Yrigoyen resuelve dar apoyo a Alvear, en ese momento embajador en Francia. La Convención Nacional lo eligió candidato en marzo de 1922 por 139 votos contra 33 (que reunieron diversos candidatos). Alvear pertenecía a la facción más conservadora de la UCR, de origen social patricio y terrateniente, y con pocos vínculos con la base popular del partido. Triunfó sobre los conservadores en las elecciones del 2 de abril de 1922, y accedió a la presidencia ganando con el 47,5 % de los votos, o sea 419 172 votos. El 12 de junio, 235 electores radicales sobre 88 opositores consagraron a Alvear como presidente de la república.[8]​ Yrigoyen y sus correligionarios habían designado a Alvear como candidato con la intención de que este aceptase órdenes impuestas por su antecesor, pero esto no fue posible.[7]

En el viaje de regreso de Francia a Argentina a bordo del buque francés Massilia, Alvear visitó varios países europeos e hizo escalas en Río de Janeiro (Brasil) y Uruguay, aceptando invitaciones en su carácter de presidente electo. En septiembre retornó finalmente a la Argentina; a su llegada fue recibido por su predecesor, con quien se abrazó en la cubierta del barco que lo traía de regreso.[5]

Presidencia

Marcelo Torcuato de Alvear asumió la presidencia de Argentina el 12 de octubre de 1922, pero su gabinete provocó una mala impresión entre muchos radicales, ya que casi ninguno de los ministros era partidario del expresidente, aunque se trató, en la mayoría de los casos, de personalidades de reconocida capacidad intelectual.[22][23]​ Ciertos nombramientos de ministros resultaron sorpresivos, como fue el caso del almirante Manuel Domecq García, ferviente represor de las manifestaciones en huelga durante el gobierno de Yrigoyen, como así también el nombramiento del general Agustín Justo.[7][24]

La radio argentina trasmitió la ceremonia del traspaso del mando, y por primera vez en la historia de la Argentina se escuchó la voz de un presidente por radio.[8]​ Su oratoria fue la excepción al paradigma «amigo-enemigo» presente en los discursos políticos de 1916 a 1986.[25]​ El domingo siguiente a la asunción, Alvear visitó el Jockey Club. Habían pasado seis años desde que un presidente no asistía allí, pues Yrigoyen se rehusaba a hacerlo. El gabinete de Alvear asistió en pleno a una interpelación en la Cámara de Diputados, cuando los ministros no concurrían por lo menos desde 1919. El 1 de mayo de 1923 Alvear leyó el discurso presidencial.[26]​ A las 20:00 h, Alvear tomó su auto y manejó hasta el barrio de Constitución a casa de Yrigoyen quien lo invitó a cenar.[27]

La expansión económica que experimentó la Argentina durante el periodo conocido como república radical (1916-1930),[nota 2]​ con una expansión promedio anual del 8,1 % sigue siendo considerado como el ciclo de mayor crecimiento económico en la historia argentina, solo superado por la posterior gestión de la presidencia de Arturo Illia.[28]

Política económica

Su periodo de gobierno comenzó justo cuando terminaba la crisis mundial de la posguerra, lo cual permitió mejorar la economía y las finanzas sin mayores contratiempos.[23]​ La economía argentina alcanzó durante su gobierno la situación más próspera que jamás haya tenido en su historia: el PIB por habitante para 1928 alcanzó el sexto puesto entre los más altos del mundo,[29]​ y la renta aumentó en casi 100 000 000 pesos oro. Además, durante tres años el intercambio comercial había sido positivo.[4]​ Estas condiciones se dieron fundamentalmente gracias al favorable frente externo: la reactivación posterior a la Primera Guerra Mundial produjo que los países europeos compraran las cosechas argentinas. Por ello, el gobierno de Alvear se centró en las políticas agroexportadoras, sobre todo en carnes y cereales. Hubo un gran crecimiento en las áreas sembradas con cereales, como en el caso de la pampa húmeda.[30]​ Para 1925 Argentina cubría el 72 % de la exportación mundial de lino, el 66 % de maíz, el 50 % de carne, el 32 % de avena y el 20 % de trigo y harina. También aumentaron exponencialmente aquellos cultivos industriales como el algodón, que pasó de 2000 hectáreas en 1914, a 122 000 en 1930. Además, subió el área sembrada de yerba mate, maní, arroz, vid, caña de azúcar y tabaco.[26]​ Por otro lado, el gasto público total ascendió del 8,5 % en 1920, al 13 % en 1929, con lo que el déficit de la administración nacional llegó a superar el 4 % del producto bruto.[31]​ Pese a los favorables indicadores económicos, su gestión despertó críticas entre los yrigoyenistas, quienes pensaban que Alvear no seguía el legado de Yrigoyen, al no intentar restituir aquellas tierras fiscales ocupadas al Estado nacional, o al no nacionalizar el petróleo.[22]

El Ministro de Hacienda Rafael Herrera Vegas presentó un proyecto de ley para promover la producción industrial local, mediante la subida de un 25 % de todos los aranceles aduaneros. El proyecto logró ser aprobado, aunque no estuvo exento de la oposición de legisladores liberales.[32]​ El Ministro había intentado sin éxito elaborar una ley para crear un impuesto sobre la renta de carácter provisorio.[33]​ Tras la renuncia de Herreras lo sucedió Víctor M. Molina, quién también fracasó en un nuevo intento de poner el impuesto a la renta. No obstante, llevó adelante una política librecambista, abiertamente liberal. Este giro político sería una de las causas de la división de la Unión Cívica Radical entre yrigoyenistas y antipersonalistas.[34]

El Ministerio de Agricultura Tomás Le Breton dio un gran impulso a la investigación científica aplicada a la producción agraria. Fue especialmente importante la contratación de especialistas extranjeros como Thomas Bregger y William Backhouse para el mejoramiento genético del trigo y maíz en Pergamino. Asimismo fue decisiva su acción para promover el cultivo del algodón en el Chaco.[35]

Además del crecimiento en el agro, también se propagó (aunque en menor medida) el desarrollo industrial, instalándose en 1922 la primera planta de producción automotriz Ford de Latinoamérica, con una inversión de 240 000 dólares para la construcción de la misma. Tan solo un año después, la estatal YPF instaló el primer surtidor de nafta, en la esquina de Bartolomé Mitre y Rosales, en la ciudad de Buenos Aires. En 1925 salió a la venta el popular Ford T; a los dos años la producción llegó a las 100 000 unidades.[36][37]

En 1923 Hampton y Watson alquilaron un galpón en la calle Garay, y al año siguiente comenzaron a producirse las primeras unidades del automóvil Doble Phaeton de la General Motors Argentina. Durante la gestión de Alvear, fue muy notable el crecimiento del parque automotor, tanto por la fabricación de los automotores como por su importación: en 1920 había en Argentina 48 000 automotores, un promedio de 187 habitantes por automotor; para 1930 había aumentado a 435 822 unidades, a un promedio de 27,6 habitantes por automotor. Ejemplo del crecimiento automotriz fue la producción de Ford: la empresa logró vender en sus primeros nueve meses 6663 unidades.[38]

A partir del año 1925 se registró un grandísimo aumento en las inversiones extranjeras provenientes de los Estados Unidos, realizadas a través de las empresas relacionadas con la industria frigorífica, con las organizaciones de distribución y producción de energía, y de bienes de consumo. Esta «invasión» repentina de capitales estadounidenses provocó una competencia con los capitales provenientes del Reino Unido. Aquella rivalidad se vio reflejada en áreas tales como los transportes (entre los productos automotores exportados de Estados Unidos y los ferrocarriles ingleses). Pero también se agudizó la competencia con empresas frigoríficas vinculadas con estos dos países. Estos conflictos llevaron al deterioro de las relaciones con los ingleses.[30]

En el tiempo en que Alvear asumió la presidencia, existía en el país una crisis en el sector ganadero, ya que las carnes congeladas que producía Argentina no servían para una economía de guerra; así, en años anteriores las exportaciones de carne congelada se mermaron. Los criadores que tenían ganado en exceso tuvieron que vender sus animales a precios bajos, por lo que se vieron obligados a pedir en 1921 protección por parte del gobierno argentino hacia los manejos de los trusts de la carne.[39]​ Ante ello, el gobierno sancionó en 1923 las leyes n.° 11.226, n.° 11.227 y n.° 11.228: la primera establecía un régimen de control del comercio de carnes; la segunda fijaba los precios mínimos y máximos para la venta; y la tercera instauró un régimen de control para las transacciones comerciales de ganado vacuno para evitar los vales, comunes en el interior. Se creó así un frigorífico estatal, años más tarde bautizado con el nombre de Lisandro de la Torre. Se procuró evitar las especulaciones, y establecer formas de comercialización y control asegurando con ello el abastecimiento a precios razonables.[31][40][16]

Política laboral y educativa

Las vacaciones de Alvear en Mar del Plata en 1927 con su ministro Agustín Pedro Justo. La foto de la revista Caras y caretas decía: «Alvear contempla el mar. Como un griego antiguo, gusta de la vida plena al aire libre».

Si bien los conflictos y apuros fueron menos en comparación al gobierno anterior, durante los seis años de Alvear se declararon 519 huelgas, aunque sin haberse dado hechos trágicos ni episodios de represión a excepción de la masacre de Napalpí, perpetrada por policías del Chaco y milicias civiles. El gobierno adoptó varias medidas de previsión social, como la sanción de la ley n.º 11.289 en 1923; aunque significó un avance hacia la jubilación universal y obligatoria, la Unión Industrial conseguiría anularla más tarde en 1926, argumentando que sería muy costoso mantenerla. El movimiento obrero también se quejó de ella, ya que no querían que se descontara de sus salarios el 5 % correspondiente a los aportes obreros. La ley n.º 11.317 sancionada en 1924 reglamentó el trabajo de mujeres y menores en la Capital Federal y en los territorios nacionales. Pablo Troncoso destacó que el artículo 23 de dicha ley facultaba a las sociedades gremiales a denunciar y acusar criminalmente cualquier infracción a sus disposiciones.[16][7][41][39]​ La ley que declaraba feriado el Primero de Mayo, enviada al Congreso por el Poder Ejecutivo en 1924, no recibió sanción legislativa en 1926. El texto decía que era «deber de los poderes públicos propender a que fuese ese día sereno y auspicioso, de solidaridad social y paz espiritual», bajo la forma de Día del Trabajo reconocido por el Estado. Tal fecha enlazaba la conmemoración obrera con la fecha de sanción de la Constitución de 1853.[7]​ En 1926 una comisión encabezada por el socialista Mario Bravo logró elaborar y sancionar la ley n.º 11.388 llamada Régimen Legal de las Sociedades Cooperativas, cuyo segundo artículo expresaba los principios de asociación libre y voluntaria, fomento de la educación y eludir privilegios para los fundadores de las mismas. Casi paralelamente se promulgó la ley n.º 11.380 llamada de «fomento cooperativo», la cual autorizaba al Banco de la Nación Argentina como al Hipotecario a gestionar créditos a las entidades cooperativas, además de liberar a estas sociedades de aquellos impuestos nacionales de papel sellado, como también del valor de los edificios e instalaciones y de patentes.[42]

También se sancionaron leyes previsionales como: la jubilación para los bancarios (ley n.° 11.232) y maestros primarios (ley n.° 11.312); se creó por ley n.° 11.275 la Caja de Previsión Social para jubilaciones a empleados y obreros; la ley n.° 11.275 de identificación de mercancías de industria argentina; con la ley n.° 11.278 se reglamentó el pago de sueldos en moneda nacional para evitar el uso de vales de cambio; gracias a la ley n.° 11.287 se establecieron impuestos a las herencias que esta vez produjo una mayor redistribución, que sirvió para reforzar la educación popular.[43][16]​ En el año 1924 se aumentó la jubilación de los maestros, ya que la anterior se consideró muy baja. Se reguló el cierre de los comercios a las 20:00 h.[44]​ Sin embargo, el gobierno prácticamente atenuó el proceso de la reforma universitaria, cuando intervino la Casa de Altos Estudios de La Plata y la del Litoral, además de sancionar un estatuto antirreformista para la Casa de Buenos Aires.[22]​ Durante su presidencia y con motivo de la finalización de la guerra, se reactivó el flujo de inmigración hacia la Argentina. Desde 1924 a 1929 entraron al país 2 012 728 personas, de las cuales quedaron radicados en el país 638 651.[41][16]

La primera Feria del Libro en Argentina tuvo lugar en Buenos Aires, en septiembre del año 1928. En la foto se encuentra el Presidente con sus ministros Roberto Marcelino Ortiz y José Tamborini, recorriendo en el día de la inauguración.

La crisis en la industria azucarera tucumana desembocó en una huelga por parte de los cañeros (amparados por la Federación Agraria Argentina), a la que se sumaron los obreros de los ingenios, que además incluyó el asalto a trenes de carga, cañaverales e instalaciones industriales. Al año siguiente, Alvear intervino a través de un laudo, que estableció un precio promedio de venta de la caña al ingenio, e instituyó un organismo provincial para resolver los conflictos de allí en adelante. El resultado fue apreciado como abiertamente favorable para los cañeros. Durante sus giras políticas en la década de 1930, esta política la tomaría como ejemplo de justicia social.[7]​ En 1924 hubo grandes huelgas y protestas obreras por el veto de la ley que extendía la jubilación a amplios sectores de trabajadores. En abril de ese año la Unión Sindical Argentina (U.S.A.), organizó una huelga general, pero como no había sido apoyada por los anarquistas ni por los socialistas, la huelga se canceló.[45][22]

El Presidente designó en 1923 a Fernando Centeno como gobernador de la provincia de Chaco. Centeno continuó con la política de reducción de indios, en donde se intentaba administrar la mano de obra aborigen en los campos de algodón y maíz, al obligarles a abandonar su nomadismo para incorporarlos al sistema económico del país. Pero en mayo 1924 se produjo una huelga por parte de los aborígenes. En un primer momento hubo varios intentos de negociaciones por parte de Eduardo Elordi, secretario de Territorios del Ministerio del Interior, pero todos fracasaron. En junio, el gobernador del Chaco pidió ante el Ministerio del Interior ayuda del Ejército para atenuar la huelga, pero se la negaron. Unos ochenta policías más milicias civiles se dirigieron al lugar y concretaron una matanza de aborígenes, con al rededor de 200 víctimas fatales. El informe policial negó la masacre, y la justicia tampoco recolectó testimonios de los sobrevivientes de la masacre.[46]

Pese a que el yrigoyenismo logró ganar en los distritos más importantes en las elecciones de diputados nacionales de 1926, el Congreso pudo sancionar con éxito varias leyes. Entre ellas se encontraban: la ley n.° 11.338 que prohibía el trabajo nocturno en las panaderías; la ley n.° 11.357 de reconocimiento de los derechos civiles de las mujeres; la que dejaba sin efecto la reglamentación sobre jubilaciones (expresada anteriormente); la que regulaba la actividad de las sociedades cooperativas; la que destinaba una importante suma para renovar el armamento naval;[39][47]​ y la que disponía un nuevo enrolamiento general y el Registro Electoral.[44]​ Además, en 1924 surgió la reglamentación conocida como «profilaxis de la lepra», con la cual se crearon colonias de leprosos en Formosa, Corrientes y Chaco, con la finalidad de atender a las personas que padecieran esta enfermedad, evitando así una epidemia.[48]

El legislador radical Leopoldo Bard llevó a la Cámara de Diputados un proyecto de ideas similares a otras que habían sido presentadas en el pasado por el Partido Socialista en materia de derechos civiles para las mujeres. Se trató de una de las iniciativas más importantes llevadas a cabo con éxito, después de haberse intentado varias veces durante algunas décadas pasadas. En el primer artículo se declaró abolida la incapacidad de la mujer casada, la cual quedaba igual al varón por gozar de los mismos derechos civiles. Dos semanas después los socialistas Juan B. Justo y Mario Bravo presentaron una iniciativa bajo el título de "Derechos civiles de la mujer soltera, divorciada o viuda". Al existir dos normas parecidas en circulación el Congreso creó una Comisión Especial para estudiar ambas legislaciones y presentar un único texto. Así durante la sesión del 14 de septiembre de 1926, el proyecto resultante de dicha comisión se convirtió en la ley n.° 11.357 conocida como "Ley de ampliación de los derechos de la mujer".[49]

Política internacional

Alvear junto al presidente chileno Arturo Alessandri Palma sobre una carroza, rodeados de gente.

Durante la gestión de Alvear se firmaron acuerdos fronterizos con Uruguay, Chile y Bolivia. Se intentó cancelar la deuda que tenía Paraguay con Argentina por la Guerra de la Triple Alianza. También se intentó implementar un programa que limitaba el tonelaje de los barcos de guerra junto a Chile.

El 30 de octubre de 1922 el embajador en Bolivia Horacio Carrillo firmó un acta con el canciller boliviano Severo Fernández Alonso, en donde se acordó revisar el tratado de 1889 para modificar la frontera. En 1924 asumió otro canciller boliviano, Ramón Paz, su cargo, por lo que tuvo que volver a acordar Carrillo la revisión del tratado con él. Paz propuso que la ciudad de Los Toldos permaneciera en el dominio boliviano. Esta discusión duró todo el año 1924, hasta que se pudo llegar a un acuerdo con el nuevo canciller boliviano en el cargo, Eduardo Díez de Medina, quien no pretendía mayores cambios en el límite. El presidente de Bolivia aceptó modificar alguna línea limítrofe con tal de compensar a Argentina y sellar el acuerdo. El tratado Carrillo-Díez de Medina fue firmado el 9 de julio de 1925.[50]

El Gobierno decidió a partir de 1922 rechazar la correspondencia postal telefónica y telegráfica desde y hacia las Islas Malvinas con el fin de añadir presión concreta al reclamo diplomático sobre el archipiélago. El gobierno de las islas intentó paliar la acción argentina mediante la contratación de vapores montevideanos, y la protesta británica no tardó en llegar. Buenos Aires respondió alegando que la medida no era oficial, sino que se trataba de iniciativas de funcionarios individuales. En todo caso, para marzo de 1928 se volvieron a restablecer plenamente las comunicaciones con las islas, después de haberse hecho la aclaración de que la reanudación del servicio de ninguna manera implicaba renunciar a los derechos argentinos sobre las mismas.[51]

A cambio de la reanudación de las comunicaciones, Alvear prosiguió ante la Unión Postal Universal con su reclamo sobre las Islas Malvinas, las Orcadas del Sur y las Georgias del Sur como parte integral del territorio de la República:

«(...) cumple a esta Cancillería manifestar que si bien es exacto que desde 1833 esas islas han estado bajo ocupación británica, no lo es menos que desde esa fecha y en diversas oportunidades el Gobierno Argentino ha protestado por dicha ocupación y por el acto originario que la determinó».[52]

En 1923 fallecería el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mariano A. Espinosa. Para su reemplazo, el Senado propuso una terna, y el Presidente propuso el nombre de monseñor Miguel D'Andrea. El Vaticano rechazó a D'Andrea —presionado por sectores católicos argentinos conservadores que consideraban a D'Andrea como muy liberal y cercano a los sectores obreros— y Alvear insistió con su postulado. El conflicto se hizo público y la opinión se dividió entre los que apoyaban al Presidente y D'Andrea, y los que se mantenían fieles al Vaticano. El nuncio Giovanni Beda Cardinale anunció el nombramiento de Juan A. Boneo como administrador de la sede vacante del arzobispado, cosa a la que Alvear también se opuso. La Corte Suprema dictó la ilegalidad de ese nombramiento. El ministro de Relaciones Exteriores, Ángel Gallardo propuso una solución: el retiro de la candidatura de monseñor D'Andrea, la renuncia del nuncio Cardinale, y la designación del obispo José Bottaro como sucesor de Espinosa, candidato aceptado tanto por Alvear como por el Vaticano.[53][54]

Durante la V Conferencia Panamericana acontecida en Santiago de Chile en 1923, este país propuso a la Argentina limitar el armamentismo de ambos países. La delegación chilena aceptó una primera propuesta de los Estados Unidos del Brasil, que consistió en un límite de 80 000 toneladas para los barcos de guerra. Pero Argentina rechazó el acuerdo, respondiendo con una propuesta de 55 000 toneladas como tope para las naves bélicas; esta nueva propuesta tampoco llegó a prosperar. Por este motivo las relaciones diplomáticas con Chile se enfriaron durante la corta administración de Emiliano Figueroa. Además, Chile se rearmó militarmente en 1926, como respuesta a lo propio que hizo Argentina en 1924. Hubo otro intento chileno de desarme por parte del nuevo gobierno del coronel Carlos Ibáñez del Campo, pero también fue rechazado por Argentina.[55]

El presidente Alvear con el príncipe Eduardo de Windsor en Argentina.

Mediante un proyecto del ministro Manuel Domecq García se determinó el límite entre Argentina y Uruguay.[56]

Se enviaron al Congreso varios proyectos para eliminar la deuda pública que tenía Paraguay con Argentina, consecuencia de la guerra de la Triple Alianza. El primero de ellos fue en 1922, que no tuvo sanción. Después, en 1925 se debatió el proyecto presentado por Guillermo Sullivan, y en 1928 el presentado por Leopoldo Bard, pero todos ellos no llegaron a prosperar.[57]

El 6 de agosto de 1924 se realizaron festejos y agasajos oficiales con motivo de la visita al país del príncipe heredero del trono de Italia, Humberto de Saboya.[45]​ Alvear entregó condecoraciones al futuro rey, además de ofrecerle asistir a un desfile de 25 000 niños de escuelas públicas argentinas en la Plaza del Congreso.[58]

Con motivo del Centenario de la batalla de Ayacucho, en 1924 el gobierno argentino mandó una delegación a Perú, constituida por el ministro de guerra, el General Agustín P. Justo, junto a (entre otros) el poeta Leopoldo Lugones.[45]

El 24 de marzo de 1925 llegaron a la Argentina el científico Albert Einstein junto a su esposa Elsa para hospedarse en el país durante exactamente un mes, ya que partieron de vuelta el 24 de abril, si bien no hay registros ni testimonios de que se haya entrevistado con el Presidente argentino. Fue un hecho destacable que Einstein hubiese arribado a la Argentina durante aquel periodo próspero de su historia. La visita connotó el buen estado del país en ese momento. Einstein, quien ya era mundialmente conocido por su teoría de la relatividad, había llegado por una invitación de la Universidad de Buenos Aires y la Sociedad Hebraica Argentina. Durante su visita brindó doce conferencias, la gran mayoría para explicar su nueva teoría.[59]

Alvear se entrevistó en 1925 con el presidente de Chile Arturo Alessandri; y el 17 de agosto arribó a Argentina el príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, heredero de la corona británica.[7]

Por la visita del príncipe de Gales y el maharajá de Kapurthala en 1925, Alvear organizó una excursión a Huetel (en el partido de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires), en la estancia de Concepción Unzué de Casares (una suerte de palacio al estilo de la Francia de Luis XIII) en la pampa argentina en donde escucharon cantar a Carlos Gardel.[18]​ Tanto la visita del Príncipe de Gales y el maharajá de Kapurthala como la del príncipe Humberto de Saboya produjeron un sobrepaso en los gastos previstos para los acontecimientos. El monto total fue alrededor de 500 000 pesos. Víctor Molinas le comunicó al Presidente que se habían pasado en el monto. Molinas quiso pasar el gasto a rentas generales, pero no obstante, el mismo Alvear fue quién pago el medio millón de pesos, gracias al loteo y venta de parte de sus tierras heredadas en Don Torcuato.[60]

Por iniciativa del Presidente se intentó volver a la Liga de las Naciones durante la VI Conferencia Panamericana acontecida en La Habana, pero no se llegó a aprobar en el Congreso el Pacto Constitutivo.[39]​ Logró mediar ante un posible conflicto entre Paraguay y Bolivia, gracias a una reunión de delegados de ambas naciones llevada a cabo en Buenos Aires el 29 de septiembre de 1927. El 31 de agosto de 1928 el gobierno anunció que no reanudaría relaciones diplomáticas con Rusia, bajo el régimen de la Unión Soviética.[44]

Política petrolera

Alvear en 1923 en el Colegio Nacional Histórico de Concepción de Uruguay.

Una de las primeras acciones del gobierno de Alvear fue nombrar al general Enrique Mosconi como Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Mosconi impulsó con el apoyo gubernamental el crecimiento de YPF con el objetivo de alcanzar el autoabastecimiento de petróleo, vital para el desarrollo autónomo del país, y promovió medidas tendentes a disminuir la competencia entre YPF y las empresas extranjeras. Logró la construcción del Complejo Industrial La Plata para la refinación del petróleo, lo que independizó al país de la compra de naftas. Pocos meses después de su habilitación comenzó la producción de nafta para aviones. Esta planta industrial fue la décima destilería más grande del mundo.[61]

El vocal del directorio de YPF, Carlos Madariaga, solventó con dinero de su propia fortuna algunas obras para la petrolera estatal durante le presidencia de Alvear. Gracias a ello la producción de naftas que en 1922 era inexistente, logró en 1928 que YPF vendiese 100 millones de litros de ese combustible, además de 25 millones de litros de queroseno. La Standard Oil logró en 1925 obtener concesiones por parte del conservadurismo en provincia de Salta, pero el gobernador yrigoyenista Julio Cornejo las anuló en 1928. Gracias a los citados decretos que se promulgaron en 1924, el gobierno fue restringiendo las concesiones de explotación que tenían las compañías privadas, y simultáneamente se fueron delimitando extensas áreas con reservas petrolíferas para ser explotadas por el ente nacional que dirigía Mosconi. Legisladores en su mayoría radicales yrigoyenistas pensaban que el petróleo debía nacionalizarse, y por ello se debía establecer un monopolio estatal para su explotación. Finalmente la nacionalización del petróleo fue votada por yrigoyenistas, antipersonalistas, socialistas, socialistas independientes e incluso ciertos sectores conservadores. En 1929, casi al final de la segunda presidencia de Yrigoyen, las empresas privadas que producían petróleo eran la Compañía Ferrocarrilera y la Anglo-Persian Oil Company, ambas de capital inglés; la Standard Oil de capital estadounidense; Astra, de capital alemán y argentino; y la Royal Dutch, de capital neerlandés. YPF producía prácticamente la misma cantidad de petróleo que todas las empresas juntas citadas anteriormente.[39]

Mosconi logró durante sus ocho años de gestión casi triplicar la producción de petróleo, de 348 888 metros cúbicos en 1922, a 872 171 metros cúbicos en 1929.[62][63]​ Además, gracias a los grandes avances, el general rebajó los precios del combustible para competir con los precios de las petroleras extranjeras.[64]​ La petrolera estatal YPF inauguró el primer surtidor de queroseno el 22 de febrero de 1923 en Buenos Aires; tres meses más tarde se instalaron otros seis más. El 20 de junio se construyó en Mitre y la Avenida Rosales el primer surtidor de nafta para vehículos. El industrial Torcuato di Tella fue quien se había encargado de su fabricación, no sin antes consultárselo a su amigo, el general Mosconi.[65]​ YPF llegó a tener cincuenta mil empleados. Tanto el petróleo como la cuestión de lograr el autoabastecimiento, se convirtieron en temas de campaña durante el año 1928,[66]​ cuando comenzó la explotación del petróleo en la provincia de Salta.[67]​ En 1933 se descubrió petróleo en Tranquitas.[62]

Política armamentística

Alvear con Agustín Pedro Justo visitando el primer cuerpo de artillería.

El ministro de guerra Agustín Pedro Justo aumentó los gastos en equipamientos de guerra para modernizar las Fuerzas Armadas; entre otras cosas se había comprado quinientos cañones Schneider de 155 mm.[68]

El ministro Manuel Domecq García fue autor del anteproyecto de formación de la Marina Mercante argentina de ultramar y de la remodelación del puerto de Quequén.[56]​ También por iniciativa de Domecq se instaló la base de submarinos en Mar del Plata y se renovaron las unidades de la flota argentina.[69]​ Tanto el Presidente Alvear como el almirante Domecq alentaron la construcción de submarinos en el país, por lo que se construyó un astillero, bautizado Astillero Ministro Manuel Domecq García. Actualmente se encuentra en la costanera sur de la ciudad de Buenos Aires.[70]

Por medio de la ley secreta n.° 11.266 sancionada en 1923 se dictaba la compra de material de artillería antiaérea y municiones por un valor de 33.000.000, mientras que se establecía desembolsar 19.000.000 para lo relativo a equipamiento de infantería, como armas portátiles y elementos protectores contra gases; adquirir equipamiento de radiocomunicaciones y teléfonos para todas las armas y servicios a un valor de 10.000.000; conseguir vehículos especiales para alimentación por un valor de 25.000.000, y a su vez emplear ese monto para fomentar la industria aeronáutica; comprar material de aviación e instalar talleres por un valor de 15.000.000; destinar 25.000.000 para construir altos hornos, fábricas de pólvora, municiones, gases, y modernizar material de guerra existente; y finalmente, invertir 20.000.000 a la organización y sanidad del ejército.[71]

Por un decreto del Presidente, en 1923 se cambió el nombre del Puerto Militar de Bahía Blanca a Puerto Belgrano, en honor al creador de la bandera argentina.[72]

En 1924 se fundó la Escuela de Mecánica de la Armada. El predio había sido cedido por el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires al Ministerio de Marina[73]​ y allí había funcionado años atrás el Aeropuerto Rivadavia.[74]​ El 12 de octubre de 1928 se inauguró el complejo de edificios principal.[75]

En octubre del año 1927 se construyó la Fábrica de aviones de Córdoba. Esta fue la primera fábrica de alta tecnología en Argentina.[40]

Sin embargo, estos gastos en equipamiento militar despertaron muchas críticas por parte de la oposición.[41]

Obras públicas y culturales

Alvear en la inauguración del Ferrocarril Oeste.

Por primera vez en la historia argentina se inició el fomento de la cultura al construirse teatros, museos y varias instituciones artísticas. En materia de obras públicas se inició la construcción del Ministerio de Hacienda, de Obras Públicas, de Guerra y Marina y el edificio del Banco Nación en Plaza de Mayo. A diferencia de su antecesor, Alvear siempre procuró presentarse a inauguraciones y toda clase de eventos sociales. En esta gestión se construyeron más monumentos y se celebraron tantas ceremonias oficiales presenciadas por el Jefe de Estado como nunca antes se había visto.[7]

En 1923 se inauguró el Museo de Luján. En Buenos Aires tuvo un destacado mandato el intendente Carlos Noel: entre sus obras realizadas figuraron la finalización del paseo de la Costanera Sur, la construcción de hornos para la incineración de basura y la compra de la finca de Lezica para construir el parque Rivadavia. Noel también mandó asfaltar muchas calles de la ciudad.

Alvear con la nadadora Lilian Harrison.

En 1923 el Presidente envió al Congreso Nacional una reglamentación para crear una delegación nacional para que participase de los Juegos Olímpicos de París 1924; sin embargo, la normativa no prosperó. El 31 de diciembre se dictó un decreto que establecía la creación del Comité Olímpico Argentino, resolviéndose así la concurrencia de Argentina en los Juegos Olímpicos con 250 000 pesos para solventar los gastos. Dichos fondos provenían de la ley 11.067 y se trató de una cuantía no cobrada en la Lotería Nacional. Así pues, en 1924 se produjo la primera participación oficial en unos Juegos Olímpicos por parte de Argentina.[76]

Cuando el presidente se percató que cada oficina e iglesia se regían por horas diferentes, en 1923 se decretó la hora oficial.[77]

En 1925 se inauguró la bajada de Maipú y el Paseo de Julio, además de un monumento en conmemoración a Leandro N. Alem. En este acto se vio al Presidente con Hipólito Yrigoyen y de hecho fue una de las pocas veces que aparecieron juntos, ya que para ese momento ambos se habían separado en distintas líneas del radicalismo.[78]

Regina Pacini y Alvear en una exposición de pintura y escultura. Desde el gobierno se incentivaron por primera vez en la historia argentina este tipo de actividades artísticas.

Alvear fue desde su juventud un admirador de la cultura de las artes. Durante su gestión de gobierno se crearon varias instituciones para la propagación de las mismas. En 1925 se creó el Conservatorio Nacional de Música,[79]​ y por medio de un decreto se fundó el Departamento de Artes Musicales y Sonoras en 1924. Se crearon además los cuerpos estables del coro, orquesta y ballet para el Teatro Colón.[69]

Por iniciativa de su esposa, Regina Pacini, y motivada por los recuerdos de los tiempos difíciles que tuvieron que pasar sus padres, se le ocurrió fundar una institución que los protegiera. Debatió sobre la idea con Enrique García Velloso y Angelina Pagano entres otros, y llamó a empresarios teatrales y artistas. El 30 de diciembre de 1927 el Consejo Deliberante cedió la concesión de un solar por cincuenta años ubicado en Santa Fe al 1200 mientras que el Teatro Colón dio funciones especiales para recaudar fondos. En la velada celebrada en el Colón cantaron Beniamino Gigli y Claudia Muzzio. Así se dio nacimiento a la Casa del Teatro.[18]

El 2 de agosto de 1924 el Presidente creó una comisión constituida por Floro Ugarte, Carlos López Buchardo y José André para componer una versión oficial del Himno Nacional. Gracias al hallazgo de una partitura en el Museo Histórico Nacional atribuida a Blas Parera, a la cual la comisión introdujo arreglos, se pudo estrenar al público en el Teatro Colón el 25 de mayo de 1927. Sin embargo, debido a las críticas que trajo el "nuevo himno", por medio de un decreto de septiembre de 1928 Alvear armó una nueva comisión, en donde se aconsejó hacer una versión más fiel a la de Juan Pedro Esnaola.[80][81]

Alvear fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP) fundada en 1925, una institución sin fines de lucro, la cual ha sido testigo de varias corrientes artísticas en todas las disciplinas de las artes visuales.[82]

Alvear y Regina Pacini en la Casa del Teatro.

En el mes de julio de 1924, el Club Atlético Boca Juniors debutó en su nuevo estadio enfrentado al Club Nacional de Football uruguayo. El puntapié inicial de honor fue dado por el presidente Alvear.[45][83]

El 7 de noviembre de 1924, gracias a la gestión del ingeniero Felipe Bonoli para adquirir 5000 hectáreas de tierra en nombre de la Compañía Italo Argentina de Colonización, se fundó una nueva ciudad. Un año más el Presidente firmó el decreto de aprobación de los estatutos de la colonia, avalando y compartiendo este proyecto. En honor a su esposa, Regina Pacini, la colonia pasó a denominarse Villa Regina. Ese mismo año llegaron los primeros colonos de Italia.[84]

Alvear inauguró el Monumento de los españoles el 13 de marzo de 1927.[85]​ Contó con la presencia del conde de Amalfi, quien en nombre del rey Alfonso XIII hizo la simbólica entrega del mismo al Presidente.

El 5 de septiembre de 1927 se fundó Aeroposta Argentina S.A. (filial de la Compagnie Genérale Aéropostale de Francia) para transportar correspondencia a Europa.[86]

En 1928, poco antes de asumir Yrigoyen por segunda vez la presidencia, Alvear estrenó el Palacio de Correos y recibió el primer avión construido por la Fábrica Nacional de Aeroplanos, un Avro Gosport. El 6 de septiembre de ese mismo año comenzaron las obras de construcción del subterráneo Lacroze, que une Lacroze, Plaza de Mayo con Chacarita (actual línea B de subte).[87]

En septiembre de 1928 se llevó a cabo por primera vez la Feria del libro de Buenos Aires, inaugurada por el Presidente, acompañado por sus ministros Roberto Marcelino Ortiz y José Tamborini.[88]

La división del radicalismo

Hipólito Yrigoyen con Marcelo Torcuato de Alvear. A mediados de los años 1920 el radicalismo se dividió en yrigoyenistas y antipersonalistas.

La división del partido radical se fue volviendo inevitable en 1923: nueve senadores radicales se declararon «antipersonalistas», es decir, contrarios al personalismo de Hipólito Yrigoyen, y brindaron su apoyo al presidente Marcelo Torcuato de Alvear. También hubo roces entre éste y su vicepresidente Elpidio González, ya que este último era yrigoyenista. De hecho, la división empezó cuando los senadores comenzaron a hostilizar al vicepresidente González. El yrigoyenismo tomaba a los antipersonalistas como conservadores. Por otra parte los antipersonalistas consideraron que Yrigoyen violaba las reglas del juego político. Estas disputas siguieron, y lo que fue peor, se trasladaron al Congreso, en donde los diputados fieles a Yrigoyen llegaron a obstaculizar varias de las iniciativas surgidas del Poder Ejecutivo, ya fuese a través de discusiones o bien retirándose del recinto para evitar dar cuórum. En este contexto, el presidente Alvear clausuró por decreto las sesiones extraordinarias, en vista de que la actividad legislativa era casi nula.[7]​ Según Félix Luna en Yrigoyen, Alvear no había alentado la creación de la facción antipersonalista, pero su alejamiento del caudillo bastó para que los sectores más conservadores dentro del radicalismo se enemistaran con los «personalistas».[20]

Los «antipersonalistas» presionaron a Alvear para que interviniera en la provincia de Buenos Aires gobernada por José Luis Cantilo. Habían pensado que así tendrían mayor probabilidad de ganar las elecciones presidenciales. Pero Alvear se negó a realizar tal acto:[78]

«¡A mí no me vengan a joder! ¡Arréglense solos y ganen si son más!».

El ministro del Interior, Vicente Gallo, renunció debido a ello, y el 5 de agosto de 1925 el presidente tomó juramento a José P. Tamborini, quien se adherió al legalismo de Alvear.[78]

La Unión Cívica Radical se dividió en dos partidos políticos al acercarse las elecciones presidenciales de 1928: por un lado, los seguidores de Yrigoyen, llamados «personalistas», impulsaron al propio caudillo como candidato a Presidente de la Nación junto a Francisco Beiró;[nota 3]​ por otro lado, la UCRA presentó la fórmula Leopoldo Melo-Vicente Gallo, mientras que los conservadores liderados por Julio A. Roca decidieron abstenerse y apoyar a los antipersonalistas. La victoria de Yrigoyen en las elecciones de 1928 fue aplastante: con el 62 % de los votos fue electo nuevamente presidente.[26]​ Cuando Alvear le fue a transferir el mando, sus partidarios le empezaron a amenazar al grito de «¡traidor!», con lo cual Alvear se abalanzó sobre ellos dispuesto a iniciar una pelea; pero unas personas lo retuvieron para evitar una batalla campal.[27]​ Alvear intentó acortar distancias con Yrigoyen, y lo visitó en diciembre de 1928, luego de varios años sin ver al caudillo.[4]

Gabinete

Una característica del gobierno de Alvear fue que dejaba conducir tanto por su presidente como por sus ministros, quienes ejercían de secretarios de Estado. Por ello, los ministros lograron importantes iniciativas económicas y diplomáticas.[4]

 Estandarte Presidencial
Ministerios del Gobierno de
Marcelo Torcuato de Alvear
Cartera Titular Período
Ministerio del Interior José Nicolás Matienzo
Vicente Carmelo Gallo
José Pascual Tamborini
12 de octubre de 192226 de noviembre de 1923
12 de diciembre de 192327 de julio de 1925
5 de agosto de 192512 de octubre de 1928
Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto
Ángel Gallardo 12 de octubre de 192212 de octubre de 1928
Ministerio de Hacienda Rafael Herrera Vegas
Víctor M. Molina
12 de octubre de 19228 de octubre de 1923
9 de octubre de 192312 de octubre de 1928
Ministerio de Justicia
e Instrucción Pública
Celestino Marcó
Antonio Sagarna
12 de octubre de 192219 de octubre de 1923
22 de octubre de 192312 de octubre de 1928
Ministerio de Agricultura Tomás Le Breton
Emilio Mihura
12 de octubre de 19221 de septiembre de 1925
1 de septiembre de 192512 de octubre de 1928
Ministerio de Obras Públicas Eufrasio Loza
Roberto Marcelino Ortiz
12 de octubre de 192213 de enero de 1925
13 de enero de 192512 de octubre de 1928
Ministerio de Guerra Agustín Pedro Justo 12 de octubre de 192212 de octubre de 1928
Ministerio de Marina Manuel Domecq García 12 de octubre de 192212 de octubre de 1928

Actividades posteriores a la presidencia

Marcelo Torcuato de Alvear realizando una campaña para promoverse hacia la presidencia en 1938.

Una vez finalizado su gobierno, Alvear se radicó en París en 1930, ciudad que le apasionaba personalmente. Instalado en Europa, sus allegados le mandaron cartas desde Argentina explicándole la caótica situación en que se encontraba la política del país, como la deteriorada figura de Hipólito Yrigoyen. Así fue como se enteró del golpe de Estado de José Félix Uriburu. Este hecho no le había sorprendido, ya que la crisis económica de 1929 y la falta de reacción por parte de un Yrigoyen anciano y enfermo habían deteriorado rápidamente su poder.[7]​ Dos días después del golpe de Estado, Alvear declaró:

«Tenía que ser así. Yrigoyen, con una ignorancia absoluta de toda práctica de gobierno democrático, parece que se hubiera complacido en menoscabar las instituciones. Gobernar, no es payar... Mi impresión, que transmito al pueblo argentino, es de que el ejército, que ha jurado defender la Constitución, debe merecer nuestra confianza y que no será una guardia pretoriana ni que esté dispuesto a tolerar la obra nefasta de ningún dictador».[89]

En marzo de 1931 el gobierno militar convocó a elecciones de gobernador en la provincia de Buenos Aires para concretarse el 5 de abril. El radicalismo se encontraba desorganizado y dividido. A mediados de marzo se logró constituirse la Convención Provincial. Fernando Saguier, Roberto Marcelino Ortiz, Vicente Gallo, Carlos Noel y Jose P. Tamborini telefonearon a París para avisar a Alvear que propiciarán su nombre en la Convención Provincial. Pero los delegados terminaron eligiendo a Honorio Pueyrredón. El escrutinio de las elecciones empezó recién el 8 de abril, que dio la victoria al radicalismo, resultando vencedores Pueyrredón y José María Guido. El 11 de ese mismo mes Alvear se embarcó para volver a Argentina, en donde fue recibido a su llegada del día 25 por una gran multitud.[4]

Durante el liderazgo de Alvear[90]​ la UCR mantuvo una postura internacional de cuestionamiento a los regímenes totalitarios de Italia, Alemania y la Unión Soviética,[91]​ y participó activamente en apoyo a la República durante la Guerra Civil española,[92]​ en un contexto político nacional atravesado por los conflictos bélicos e ideológicos mundiales.

Presidio, exilio y viajes a Europa

Alvear redactando el manifiesto antes del exilio del 1931.

Una vez en Argentinien, Alvear se entrevistó con el presidente de facto José Félix Uriburu. El dictador le dijo al dirigente radical que podría volver a acceder a la presidencia, siempre y cuando le garantice que en su lista no hubiese yrigoyenistas, pero Alvear rechazó esa propuesta. En consecuencia, el 16 de mayo de 1931 apareció un manifiesto en donde convocaba al radicalismo de todo el país a la reorganización «dignamente fortificada en la adversidad». El 28 del mismo mes se organizó la Junta del City integrada por Alvear, Adolfo Güemes, Enrique Mosca, Julio Borda y Obdulio Siri para sustituir al Comité Nacional prácticamente disuelto tras el golpe de Estado. Mientras Hipólito Yrigoyen seguía preso, los radicales reabrieron los comités. Producto de una fallida revolución encabezada por el coronel Gregorio Pomar, el gobierno denunció que existía un plan terrorista, por lo que fueron allanados los locales partidarios. Varios dirigentes políticos tuvieron que exiliarse (salvo Güemes, que logró esconderse), y entre los apresados estuvo el propio Alvear.[4][7]​ A las 10 de la noche del 28 de julio de 1931 se embarcó al exilio, después de haber elaborado el día anterior un manifiesto difundido clandestinamente por haberse prohibido su publicación por parte de la dictadura. En una parte decía:

«Contemplo desde lejos, en el barco que me aleja, la ciudad natal en donde se levantan las estatuas de mis antepasados. Me consideraba con derecho al respeto de todas las clases sociales, porque supe gobernarlas con legalidad, orden y prudencia. Me apartan de su seno manos crispadas».
Alvear en 1931.[7]

Alvear se instaló en el Palacio Copacabana de Río de Janeiro, en donde se enteró del decreto en julio del gobierno militar de que en las próximas elecciones no aceptarían candidatos que hubiesen apoyado al expresidente Yrigoyen. Ante la ausencia de Alvear y la desaparición de Güemes (que era el vicepresidente), Vicente Gallo asumió la conducción del partido. Pero al poco tiempo apareció Güemes, quién debía asumir la presidencia del partido, pero Gallo se negó. Tras este episodio renunció casi la totalidad de la Mesa Directiva de la junta, por lo que el cuerpo decidió conferir funciones ejecutivas a Güemes, Gallo, Saguier, Juan O'Farrel, Mosca, Aramburu, Borda y Noel. La candidatura de Alvear con Güemes cobraba aceptación, pero trascendió que Alvear no aceptaría tal candidatura antes de que estuviese reunida la Convención Nacional. Finalmente el 25 de septiembre se reunió la Convención Nacional y se reconstituyó el Comité Nacional. Se eligió como presidente a Alvear, mientras que como vicepresidente estaban Saguier y Güemes, pero Saguier renunció para dejarle la candidatura libre a Güemes. La Convención Nacional presidida por Benjamín Zorrilla aprobó esa plataforma electoral, y así se procedió a la votación, resultando victoriosa la fórmula Alvear-Güemes. En una comunicación telefónica a Río de Janerio, Alvear decidió renunciar a la candidatura por dos motivos: posiblemente la candidatura podría ser anulada ya que no había pasado un periodo presidencial luego de la propia presidencia de Alvear, y además, este creía que se tenía que producir una renovación en las figuras políticas. Sin embargo, los viajeros le insistieron a Torello para que Alvear se presentase en la fórmula, puesto que ellos suponían que era el único hombre que podría forjar la unión del partido. A altas horas de la noche, llegó una comunicación telefónica en donde Alvear aceptó la candidatura. Poco después, el 8 de octubre Alvear viajó a Montevideo. Cuatro días después se reunió la Convención Nacional, y se leyó la renuncia de Alvear y Güemes. Dos días después se reunió nuevamente la Convención Nacional en donde se rechazó la renuncia de los candidatos, además de declarar «carente de valor legal» la anulación de las elecciones del 8 de abril de 1931; y por último se facultó a la Mesa Directiva del Comité para no concurrir a las elecciones próximas a celebrarse el 8 de noviembre de 1932, en el caso de que siguieran las medidas de hostilidad hacia el radicalismo.[4]

A comienzos de febrero de 1932 se tuvo que hacer Güemes cargo de la UCR, ya que Alvear se había tenido que marchar desde Montevideo para Francia con el fin de poder terminar algunos asuntos financieros pendientes y así no tener que verse obligado a hacer mas viajes cara al futuro; fue en esta ocasión que decidió vender su residencia Coeur Volant, que no se llevó a cabo hasta 1934. Yrigoyen, desde su presidio en la isla Martín García, pidió a los radicales «personalistas» que se mantuvieran unidos bajo el manto de Alvear, y paradójicamente llegaron los yrigoyenistas a ser más fieles a Alvear que sus antiguos colaboradores «antipersonalistas», de los cuales algunos llegaron a ocupar cargos en el gobierno de Agustín Pedro Justo, como fue el caso de Leopoldo Melo. El 8 de noviembre de 1932 se llevaron a cabo las elecciones. En Buenos Aires se expulsaron a casi todos los fiscales opositores, mientras que a algunas personas se las hizo votar a punta de pistola. También hubo actos de violencia en la provincia de La Rioja y San Juan.[4]

Alvear abraza al legislador Alfredo Palacios, cuando este lo ayudó a salir de la cárcel en 1933.

Alvear retornó al país el 21 de julio de 1932 a bordo del Cap Arcona. En su estadía en Montevideo había sido visitado por Francisco Ratto, enviado por Yrigoyen para acortar las diferencias entre ambos mandatarios. Dos días después Alvear se hizo cargo del Comité Nacional. Pero el 16 de diciembre el gobierno dictó el estado de sitio a consecuencia de la fallida revolución de 1932 comandada por Atilio Cattáneo. El gobierno de Agustín Pedro Justo responsabilizó de ello al radicalismo, por lo que varios de sus dirigentes fueron detenidos. Alvear fue embarcado en el buque 25 de Mayo junto a Honorio Pueyrredón, Güemes, Tamborini y el general Luis Dellepiane, y todos ellos se vieron apresados en la isla Martín García, donde estaba Yrigoyen. Aunque esta no era la primera vez que Alvear fuera apresado, sí estuvo sometido bajo condiciones prácticamente inhumanas, en soledad, y muy lejos de los refinamientos a los que él estaba acostumbrado. Su esposa Regina viajó cerca de cincuenta veces en bote atravesando el Río de la Plata ante las inclemencias del tiempo para poder abastecer a su esposo de comida y mudas. Los presos en Martín García se encontraban encerrados en unas pocas cuadras bloqueadas con alambre de púas, y eran celosamente vigilados bajo los focos y las ametralladoras de los guardias.[93][94]​ Gracias a una corrección en la interpretación del artículo 23 de la Constitución Nacional elaborada por el legislador Alfredo Palacios, a finales de abril de 1933 Alvear y Güemes quedaron en libertad, y fueron llevados a la ciudad de Buenos Aires por el Golondrina, luego de cuatro meses de prisión.[95]

Alvear en su vuelta al exilio en 1934.
La gente recibe al dirigente radical tras su exilio.

El 27 de diciembre de 1933 arribó el vapor General Artigas en la provincia de Santa Fe. En él se encontraba la gran mayoría de los dirigentes del partido, entre ellos Alvear, Güemes y Ricardo Rojas, tras cuatro meses de haber estado todos ellos en presidio. Durante el viaje habían acordado votar por la abstención electoral, y esa misma actitud adoptaron los dirigentes de Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Ese mismo día habló Alvear en un acto con gran concurrencia en el Teatro Municipal de Santa Fe: «La UCR sólo anhela y pide que se normalice la vida cívica argentina. Reclama tan sólo las garantías y el respeto a que tiene derecho un gran partido mayoritario».[4]​ Al término del estado de sitio volvió a Buenos Aires, en donde, al enterarse del deteriorado estado de salud de Yrigoyen, fue a visitarlo. El caudillo no deseaba recibir visitas, pero cuando supo que se trataba de Alvear quiso verlo para despedirse; tres días después, el 3 de julio fallecería Yrigoyen.[18]​ En los últimos años ambos dirigentes habían recompuesto su relación, con lo que las visitas entre ellos se habían dado con más frecuencia.[4]

A causa de otro intento revolucionario en Santa Fe, el gobierno de Justo dictó el estado de sitio en todo el país y cientos de radicales fueron detenidos en Capital, Santa Fe, Rosario y otras ciudades del interior. Los dirigentes radicales que se encontraban en el Hotel Ritz fueron rodeados por fuerzas armadas, quienes desalojaron el hotel y apresaron a las personas en camiones del ejército. Fueron conducidos hasta el buque General Artigas,[4]​ que los llevó el 1 de enero a la isla Martín García. Alvear fue apresado ahí por segunda vez con ciento ocho presos políticos.[96]

El 5 de enero el jefe de la isla les hizo saber a los detenidos que serían confinados a otro sitio, a menos que soliciten que se los traslade a Europa en un barco de la armada. Alvear eligió partir al viejo continente una vez más, mientras que los demás fueron trasladados a Ushuaia. Alvear fue llevado en el Pampa, y por orden del Ministerio de Marina el viaje tenía que llegar hasta Lisboa sin escalas. Pero antes de llegar, el buque se quedó sin petróleo, y el comandante del navío no contaba con dinero para pagar el combustible. El proveedor aceptó documentos del comandante avalados por Alvear, y el Pampa pudo reanudar su viaje. El barco llegó a Lisboa el 8 de febrero de 1934. Alvear desembarcó en Francia junto a otros cinco acompañantes para visitar su mansión de Coeur Volant y residir allí por el tiempo de un mes. En octubre se embarcó de nuevo para regresar en el Avila Star y desembarcar en Buenos Aires el 19 de octubre. Fue recibido por una gran multitud de personas que lo acompañaron hasta su casa en la calle Juncal.[4]

Vuelta a las urnas y escándalo de la CHADE

Una calle es asfixiada por afiches de propaganda política. En ellos se pueden observar los de la fórmula Alvear-Mosca, y también se pueden observar afiches del candidato que ganó bajo el fraude electoral, Roberto Marcelino Ortiz.

El despacho del Comité del 2 de enero de 1935 decidió levantar la abstención electoral. La iniciativa se aprobó con 98 votos contra 49, y el radicalismo empezó así a concurrir a elecciones para elegir gobernadores y diputados nacionales, algunas fraudulentas y otras no. En algunas contiendas electorales el radicalismo salió victorioso como fue en el caso de la provincia de Entre Ríos en las elecciones de 1935, para la cual Alvear hizo por primera vez campaña, recorriendo gran cantidad de pueblos y dando varios discursos al día. Pero él mismo estaba empezando a ser criticado por ser cómplice del régimen electoral justista. Por ese motivo, durante 1935 comenzaron a agruparse los dirigentes yrigoyenistas e intransigentes criticando la dirigencia alvearista. Pero para 1936 el alvearismo conducía el partido casi sin resistencias internas, puesto que el duro carácter de Alvear —tildado de dictatorial por algunos dirigentes— produjo el abandono de los críticos internos. En las elecciones de noviembre el radicalismo había ganado, y en los comicios de marzo del año siguiente, en donde se renovaron ochenta y dos bancas de diputados, Alvear salió a hacer campaña a las provincias del litoral y norte argentino. En las de Santa Fe, Mendoza, Salta y Buenos Aires (esta última en menor medida) las elecciones fueron víctimas de nuevo de los mismos vicios, aunque en las restantes las elecciones se desarrollasen con relativa normalidad; así, el radicalismo logró ganar en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Pocos meses después, Santa Fe fue intervenida por el gobierno de Justo. Estas victorias alertaron al conservadurismo, sobre todo teniendo en cuenta que se aproximaba la renovación presidencial en 1937. En febrero del citado año se realizaron elecciones para gobernadores: se designaron adeptos al régimen a presidentes de mesa, algunos dirigentes fueron apresados y las urnas fueron adulteradas en el correo.[4]

El 1 de mayo de 1936 la Unión Cívica Radical convocó a un acto multitudinario, en el que por primera vez se reunieron todos los partidos de la oposición y el movimiento obrero. Ese mismo año la presión sindical obtuvo la sanción de la ley 11.729 de contrato de trabajo para el sector servicios. Las divisiones en el seno del radicalismo se acentuaron nuevamente por el escándalo de la Compañía Hispano-Americana de Electricidad (CHADE), que había sobornado a políticos conservadores y radicales para poder obtener una concesión pública. Si bien Alvear no había aceptado los sobornos, sí que aconsejó a los concejales radicales para que votasen a favor de la concesión, lo que le despertó críticas de sus adversarios.[97]

El 12 de diciembre de 1937 Alvear se entrevistó con el presidente Justo con la idea de que este le garantizase un acto electoral limpio de fraudes. Era la primera vez que se veían desde 1931. Al día siguiente, el Ministro del Interior llamó a Alvear y le dijo que se cumplirían algunos puntos de la entrevista, hecho que no sucedió ya que las elecciones de Santa Fe estuvieron signadas por los mismos vicios.[4]

Una imagen en sus últimos años de vida.

Durante los últimos años de su vida, comenzó a realizar giras partidarias por todo el país. En los actos políticos era acompañado por jóvenes radicales que más tarde fueron políticos destacados del partido como Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. Pero su conducción, como también la corriente unionista, fue cuestionada por una nueva generación de jóvenes radicales integrada entre otros por el futuro presidente Arturo Frondizi.[98]

El 28 de mayo de 1937 se procedió a la votación del binomio presidencial en el teatro Coliseo. Entre los candidatos a la vicepresidencia estaban Mosca, Pueyrredón, Güemes y Laurencena. Alvear ganó por unanimidad la candidatura a la presidencia, mientras que Mosca ganó la candidatura a la vicepresidencia por 145 votos frente a los 24, 8 y 4 que obtuvieron Laurencena, Pueyrredón y Güemes, respectivamente.[4]

Para mediados de la década de 1930, si bien la fortuna de Alvear había mermado de forma considerable, la misma era suficiente para que él y su esposa pudieran mantener una vida tranquila. Sin embargo, la misma no bastaba para afrontar también los costes de una campaña, como alquilar locales, mandar a imprimir volantes y pegar afiches.[4]

El 8 de octubre de 1936 la CHADE-CADE presentó una propuesta al Concejo Deliberante para extender su obtención de concesión pública a otros veinticinco años más (hasta 1957), con opción a otros veinticinco y dejar sin efecto las cláusulas que no había cumplido. Pocos días después, la CIAE (Italo) presentó una propuesta similar, evidentemente acordada con la CHADE. El tratamiento fue escandaloso. El 6 de noviembre el bloque de la UCR presentó los dos proyectos. La Comisión de Servicios Públicos trató personalmente con los señores Vehils y Nürberg, altos ejecutivos de la CHADE.[99]​ En protesta los socialistas se retiraron de la comisión. El soborno a los concejales radicales había sido tan evidente que se les solía denominar como «los chadistas». En una carta de José L. Cantilo a Marcelo T. de Alvear, aquel dijo:

Saguier vino a verme para decirme que el asunto de electricidad en el Concejo era un escándalo al cual había que ponerle término; que era voz corriente que todos los concejales habían sido comprados.[4]

Los sectores más progresistas de la Unión Cívica Radical (devenidos más tarde en la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) intentaron abortar el negociado ordenando a los concejales radicales retirar el proyecto. Entre ellos se destacó un joven de 28 años aún desconocido, Arturo Frondizi. Alvear, que debía enfrentar el financiamiento de su candidatura a presidente del año siguiente, intervino personalmente para neutralizar al partido. El historiador radical Félix Luna cuenta que en uno de los acalorados debates sobre la CHADE-CADE de aquellos días, Alvear estalló frente a Frondizi:

¿Quién me va a dar el dinero que necesitaré para gobernar? ¿Usted me lo va a dar, acaso?.[4]

Finalmente, el 29 de diciembre de 1936 se aprobaron las ordenanzas 8028 y 8029 estableciendo las prórrogas de las concesiones para la CHADE-CADE y la Italo. En 1941 el Comité Nacional de la UCR intentó crear una comisión que investigara los delitos cometidos por miembros del radicalismo en el negociado de la CHADE-CADE, pero Alvear bloqueó la iniciativa con el argumento de que «se está exagerando los vicios del sistema democrático». Poco después, cuando la Cámara de Diputados de la Nación creó una comisión con el mismo objeto, «presionó a su presidente, el Dr. Emilio Ravignani, para que la conducta de los concejales implicados no quedara descubierta».[4]

Últimos años y muerte

Para finales de los años 30 la salud de Alvear se había deteriorado producto de una gripe de la cual le costó recuperarse, y por la situación política que vivía el país en esos años. Durante una reunión del comité nacional se leyó la sorpresiva renuncia de Alvear, hecho efectuado para dejarle el camino libre a Tamborini. Una delegación fue a su casa en Don Torcuato para informarle que el comité había rechazado su renuncia. Alvear no los pudo recibir por su estado delicado de salud, pero con su secretario como intermediario les agradeció la visita con la conclusión de «Yo estoy muy enfermo, con un pie en la tumba». El 23 de marzo de 1942, fulminado por una crisis cardíaca, falleció Marcelo Torcuato de Alvear al lado de su esposa Regina Pacini en su casa de Don Torcuato. Una importante cantidad de gente se congregó hasta la localidad para dar el último adiós al viejo mandatario, pese a que había llovido durante gran parte del día. Al día siguiente fue trasladado a la Casa Rosada y fue velado por las autoridades «oficiales», precisamente por quienes le habían cerrado el acceso a la presidencia gracias al fraude electoral. Varios dirigentes que habían ganado gracias al fraude como Roberto Marcelino Ortiz, Agustín Pedro Justo y Rodolfo Moreno brindaron palabras elogiosas a Alvear. Durante su funeral se produjeron incidentes cuando una multitud de personas sustrajeron por la fuerza el féretro de la liturgia funeraria oficial celebrada en la Casa Rosada. El cajón fue llevado por la gente cantando consignas contra el gobierno hasta el Cementerio de la Recoleta.[4]

Sus restos se encuentran en el mausoleo familiar del Cementerio de la Recoleta, junto a los de su abuelo Carlos María de Alvear y su padre Torcuato de Alvear. El mausoleo fue diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905.[14]

Homenajes y opiniones

Medallas y condecoraciones de Alvear, expuestas en el Museo del Bicentenario.
Monumento ecuestre a Carlos María de Alvear (en el fondo) y estatua de Marcelo Torcuato de Alvear.

La gestión de Marcelo Torcuato de Alvear tuvo la característica de gobernar bajo la legalidad y el orden y no generar ningún tipo de crispamiento entre la sociedad, con lo que le convirtió en una figura destacada en la historia argentina y una de las mayores personalidades del radicalismo junto a Yrigoyen.

Uno de los primeros homenajes a Marcelo Torcuato de Alvear fue la inauguración del Teatro Presidente Alvear, el 23 de marzo de 1942, un mes después del fallecimiento del expresidente.

Una de las zonas de los hogares hechos por la Comisión Nacional de Casas Baratas lleva el nombre de Barrio Alvear.[100]

Existe una estatua dedicada a su figura situada en la Plaza Intendente Alvear. El 22 de julio de 2010 se había sancionado una ley que establecía: "Aceptase la donación de un monumento en homenaje al expresidente Marcelo Torcuato de Alvear efectuado por el Instituto 'Marcelo T. de Alvear' [...] para ser emplazado en la plaza ubicada en la Avenida Alvear y las calles Presidente Roberto M. Ortiz y Presidente Eduardo Víctor Haedo".[101][102]

El padre y geógrafo Alberto María de Agostini le puso el nombre de sierra Alvear a una sierra de la cordillera de los Andes.[103]

Existe un bar en la Avenida Santa Fe al 772, al frente de la Plaza General San Martín, en Retiro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuyo nombre Torcuato & Regina es un homenaje al matrimonio entre el Presidente argentino y la soprano portuguesa Regina Pacini.[104][105]

Aspecto físico

Los dibujantes solían caricaturizar en varias de las situaciones la figura corpulenta de Alvear, como la de su intento de acomodarse correctamente en una butaca, ya que el mandatario se veía obligado girar para ello su sillón y poder cruzar así sus largas piernas; o saliendo apresuradamente del Congreso para ir a la playa de Mar del Plata o viceversa, en referencia a su costumbre de pasar las vacaciones en esa ciudad.[7][4]

«—Tengo que pedirle de antemano que me disculpe las irreverentes caricaturas que pienso hacer de "su excelencia". —Desde ahora queda autorizado a hacer lo que quiera —me responde [Alvear]—, pues tengo sobre la caricatura un concepto muy a la europea».
Ramón Columba, fundador de Editorial Columba.[7]

Alvear y los deportes

Practicó la mayoría de los deportes que existía en esa época, con lo que llegó a coronarse como mejor tirador de revólver a 50 metros. También realizó tiro al blanco con máuser y pistola. Participó del Campeonato Mundial de Tiro de 1903 en Buenos Aires, ganando la medalla de bronce. Fue cofundador del Tiro Federal Argentino, además de haber integrado sus primeras comisiones directivas.[106]​ Frecuentó la Sociedad Deportiva como también los Bosques de Palermo, en donde montaba a caballo y hacía nado, y fundó con ayuda de otros miembros el salón de esgrima del Jockey Club, además de practicar boxeo en la casa del doctor César Viale.[4]

Alvear fue protagonista en la primera carrera de automóviles disputada en Argentina, celebrada el 16 de noviembre de 1901. Primero habían corrido siete coches, ganando la carrera Juan Cassoulet con un Rochester a vapor, a una velocidad de 73 km/h. Pero Alvear compitió también en la segunda carrera, únicamente corriendo contra el Barón Aarón de Anchorena en una contienda de tres mil metros, donde el futuro mandatario salió victorioso.[107]

Fue fundador y presidente del Comité Pro-Juegos Olímpicos de Amberes[21]​ y durante su gestión de gobierno dictó el decreto 74/1927 el cual reconocía a la Confederación Argentina de Deportes como Comité Olímpico Argentino.[108]

Participaciones en Mundiales de Tiro (pistola 50 metros)

Mundial Sede Resultado Puntos
Campeonato Mundial de Tiro de 1903 Bandera de Argentina Argentinien Medalla de bronce 451

Véase también

Audio y vídeo

Referencias

  1. Alvear, Marcelo T. de, s/sucesión. Archivo de los Tribuanles de la Capital Federal. Legajo n.° 3799.
  2. Pacheco de Alvear, Elvira s/sucesión. Archivo de los Tribunales de la Capital Federal. Legajo n.° 7661.
  3. «Brigadier Diego Estanislao de Alvear Ponce de León» Genealogía Familiar. Consultado el 5 de junio de 2011.
  4. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w x y z aa ab ac ad ae af Luna, 1999
  5. a b c d e «Marcelo T. de Alvear» (en español). Portal Planeta Sedna. Consultado el 4 de mayo de 2010.
  6. «Brigadier Diego Estanislao de Alvear Ponce de León» Genealogía Familiar. Consultado el 5 de junio de 2011.
  7. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t Cattaruzza, 1997
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  10. a b Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero. «Marcelo T. de Alvear» (en español). Diario Página 12. Consultado el 19 de mayo de 2010.
  11. Del Mazo, Gabriel (1984). El radicalismo: ensayo sobre su historia y doctrina. Suquía.
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Notas

  1. El presidente Roque Sáenz Peña tenía licencia por enfermedad en 1913 debido a su deteriorado estado de salud. Falleció en 1914, asumiendo el cargo el vicepresidente Victorino de la Plaza.
  2. Algunos historiadores denominan al periodo como Primeras presidencias radicales, Primeros gobiernos radicales o República radical, al periodo que comprende las presidencias de Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear (1916-1930).
  3. Al fallecer el compañero de fórmula Francisco Beiró, tuvieron que volver a juntarse los colegios electorales para elegir a Enrique Martínez.

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