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Diferencia entre revisiones de «Mito de la Wehrmacht inocente»

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=== Internet y videojuegos ===
=== Internet y videojuegos ===
En Internet se publican versiones imprecisas, indiscriminadas, y en ocasiones, manipuladoras sobre la ''Wehrmacht''. Diversos juegos de guerra utilizan personajes virtuales de la ''Wehrmacht'',<ref>{{cita web|url=https://www.lavanguardia.com/videojuegos/20201014/484077414391/videojuegos-partisans-1941-estrategia-segunda-guerra-mundial-steam-pc-lanzamiento.html|fechaacceso=12 de agosto de 2021|apellido=Brugat|nombre=Marc|fecha=14 de octubre de 2020|sitioweb=[[La Vanguardia]]|idioma=español|cita=El comandante del Ejército Rojo Alexey Zorin ha sido capturado por los Nazis y encerrado, junto a su batallón, en un campo de prisioneros. Las tropas de Hitler avanzan por el frente oriental reduciendo campos y pueblos a cenizas, la victoria de los Nazis en Minsk o el sitio de Sebastopol son solo dos ejemplos de la barbarie en la Operación Barbarroja. Así empieza Partisans 1941, un videojuego de estrategia desarrollado por el estudio ruso independiente Alter Games y que llega hoy a ordenadores a través de Steam|títuloPartisans 1941, un sólido juego de estrategia ambientado en el Frente Oriental}}</ref><ref>{{cita web|url=https://www.hobbyconsolas.com/opinion/precio-matar-nazis-videojuego-guerra-169082|título=El precio de matar nazis en un videojuego de guerra|fechaacceso=12 de agosto de 2021|apellido=Martínez|nombre=David|fecha=9 de octubre de 2017|sitioweb=https://www.hobbyconsolas.com/|idioma=español|cita=Los nazis se han deshumanizado por completo, y se han convertido en "malos de película" (en este caso, de videojuego) como si nunca hubieran existido. Están al mismo nivel que zombis, robots o extraterrestres}}</ref> así como de soldados de las SS, a veces presentados como figuras apolíticas o superhéroes. Las [[Comercio electrónico|compras por correo]] de artículos devocionales o de [[memorabilia]] sobre la ''Wehrmacht'' se llevan a cabo en plataformas y en foros de temática militar, en los cuales se intercambian ideas y forman grupos de aficionados. Esto da como resultado una descontextualización y despolitización de la ''Wehrmacht'', las SS y sus crueles crímenes. Así, la disculpa a la ''Wehrmacht'', la negación del Holocausto, la rehabilitación nazi y la propaganda extremista de derecha confluyen, sutilmente, en Internet.<ref>Karsten Wilke: ''Die Apologie der Deutschen Wehrmacht im Internet. Die digitale Repräsentation von «Gegenerzählungen» und rechtsextremer Propaganda''. In: ''«So war der deutsche Landser ...» - Das populäre Bild der Wehrmacht''. S. 329 f.</ref>
En Internet se publican versiones imprecisas, indiscriminadas, y en ocasiones, manipuladoras sobre la ''Wehrmacht''. Diversos juegos de guerra utilizan personajes virtuales de la ''Wehrmacht'',<ref>{{cita web|url=https://www.lavanguardia.com/videojuegos/20201014/484077414391/videojuegos-partisans-1941-estrategia-segunda-guerra-mundial-steam-pc-lanzamiento.html|fechaacceso=12 de agosto de 2021|apellido=Brugat|nombre=Marc|fecha=14 de octubre de 2020|sitioweb=[[La Vanguardia]]|idioma=español|cita=El comandante del Ejército Rojo Alexey Zorin ha sido capturado por los Nazis y encerrado, junto a su batallón, en un campo de prisioneros. Las tropas de Hitler avanzan por el frente oriental reduciendo campos y pueblos a cenizas, la victoria de los Nazis en Minsk o el sitio de Sebastopol son solo dos ejemplos de la barbarie en la Operación Barbarroja. Así empieza Partisans 1941, un videojuego de estrategia desarrollado por el estudio ruso independiente Alter Games y que llega hoy a ordenadores a través de Steam|título=Partisans 1941, un sólido juego de estrategia ambientado en el Frente Oriental}}</ref><ref>{{cita web|url=https://www.hobbyconsolas.com/opinion/precio-matar-nazis-videojuego-guerra-169082|título=El precio de matar nazis en un videojuego de guerra|fechaacceso=12 de agosto de 2021|apellido=Martínez|nombre=David|fecha=9 de octubre de 2017|sitioweb=https://www.hobbyconsolas.com/|idioma=español|cita=Los nazis se han deshumanizado por completo, y se han convertido en "malos de película" (en este caso, de videojuego) como si nunca hubieran existido. Están al mismo nivel que zombis, robots o extraterrestres}}</ref> así como de soldados de las SS, a veces presentados como figuras apolíticas o superhéroes. Las [[Comercio electrónico|compras por correo]] de artículos devocionales o de [[memorabilia]] sobre la ''Wehrmacht'' se llevan a cabo en plataformas y en foros de temática militar, en los cuales se intercambian ideas y forman grupos de aficionados. Esto da como resultado una descontextualización y despolitización de la ''Wehrmacht'', las SS y sus crueles crímenes. Así, la disculpa a la ''Wehrmacht'', la negación del Holocausto, la rehabilitación nazi y la propaganda extremista de derecha confluyen, sutilmente, en Internet.<ref>Karsten Wilke: ''Die Apologie der Deutschen Wehrmacht im Internet. Die digitale Repräsentation von «Gegenerzählungen» und rechtsextremer Propaganda''. In: ''«So war der deutsche Landser ...» - Das populäre Bild der Wehrmacht''. S. 329 f.</ref>


== Véase también ==
== Véase también ==

Revisión del 14:20 6 sep 2021

Unos 300 prisioneros de guerra polacos fueron asesinados por los soldados del 15º regimiento de infantería motorizada alemán en la masacre de Ciepielów el 9 de septiembre de 1939.
Oficiales de la Wehrmacht haciendo el saludo nazi en 1941.
Rommel con Hitler.

El mito de la Wehrmacht inocente o leyenda de la Wehrmacht limpia (en alemán: Saubere Wehrmacht) es la tesis según la cual las fuerzas armadas alemanas regulares (Wehrmacht) no estuvieron involucradas en el Holocausto u otros crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial.[1]​ El mito posteriormente desacreditado, fue principalmente promovido por varios autores alemanes y personal militar después de la Segunda Guerra Mundial.[2]​Dicho mito niega completamente la culpabilidad del mando militar alemán en la planificación y preparación de crímenes de guerra, incluso cuando se ha demostrado la perpetración de crímenes de guerra y la guerra de exterminio, particularmente en la Unión Soviética, donde los nazis veían a la población como «subhumanos» gobernados por conspiradores «bolcheviques judíos». Dichos crímenes fueron únicamente atribuidos a los «soldados del Partido», la Schutzstaffel (SS), pero no el ejército alemán regular.[3][4]

El mito comenzó en los Juicios de Núremberg celebrados entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946. Franz Halder y otros líderes de la Wehrmacht firmaron el llamado memorando de los generales titulado «El ejército alemán de 1920 a 1945», que establecía los elementos clave del mito. El memorando fue un intento de exculpar a la Wehrmacht de los crímenes de guerra. En esa época los Aliados Occidentales estaban cada vez más preocupados por la creciente Guerra Fría y querían que Alemania Occidental comenzara a rearmarse para contrarrestar la amenaza soviética. En 1950, el canciller de Alemania Occidental Konrad Adenauer y algunos antiguos oficiales de la Wehrmacht se reunieron en secreto en la abadía de Himmerod para discutir el rearme de Alemania Occidental y acordaron el memorando de Himmerod. Este memorando establecía las condiciones bajo las cuales Alemania Occidental podía rearmarse: sus criminales de guerra debían ser liberados, la «difamación» del soldado alemán debía cesar y la opinión que el público extranjero tenía de la Wehrmacht debía transformarse. Tal era su creciente preocupación, que Dwight D. Eisenhower, que anteriormente había descrito a la Wehrmacht como nazis, cambió súbitamente de opinión para facilitar el rearme. Los británicos se mostraron reacios a continuar con los juicios y liberaron anticipadamente a los criminales de guerra alemanes ya condenados.

Mientras Adenauer cortejaba los votos de los veteranos y promulgaba leyes de amnistía, Halder comenzó a trabajar para la División Histórica del Ejército de EE. UU. Su función consistía en reunir y supervisar a los ex oficiales de la Wehrmacht para crear una historia oficial, de varios volúmenes, del Frente Oriental.[5]​Supervisó los escritos de 700 ex oficiales alemanes y difundió el mito a través de su red. Los oficiales y generales de la Wehrmacht escribieron memorias exculpatorias que distorsionaban el registro histórico. Estos escritos resultaron enormemente populares, especialmente las memorias de Heinz Guderian y Erich von Manstein, y difundieron aún más el mito entre el público en general.

El año 1995 resultó ser un punto de inflexión en la conciencia pública alemana. La exposición de la Wehrmacht realizada por el Instituto de Investigación Social de Hamburgo, que mostró 1380 imágenes gráficas de las tropas «ordinarias» de la Wehrmacht cómplices de crímenes de guerra, provocó un acalorado debate público de larga duración y una revaluación del mito. Hannes Heer escribió que los crímenes de guerra habían sido encubiertos por eruditos y ex soldados. El historiador alemán Wolfram Wette calificó el mito de la Wehrmacht inocente como un «perjurio colectivo». La generación de la época de la guerra mantuvo el mito con vigor y determinación. Habían suprimido información y manipulado la política gubernamental.

En 2020, en el 76.º aniversario del complot del 20 de julio para asesinar a Adolf Hitler en 1944, la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, dijo: «El simple soldado de la Wehrmacht puede haber luchado con valentía, pero si su valentía sirvió a una ideología de conquista, ocupación y aniquilación, luego fue en vano».[6]

Significado del mito

El término «Wehrmacht inocente» significa que los soldados, marineros y aviadores alemanes tenían «las manos limpias». No tenían las manos manchadas de sangre de prisioneros de guerra, judíos o civiles asesinados.[7]​La Wehrmacht fue las fuerzas armadas combinadas de la Alemania nazi desde 1935 hasta 1945. Consistía en el Ejército (Heer), la Armada (Kriegsmarine) y la Fuerza Aérea (Luftwaffe). Fue creada el 16 de marzo de 1935 mediante la aprobación de la Ley de Defensa de Adolf Hitler que introdujo el servicio militar obligatorio en las fuerzas armadas.[8]​La Wehrmacht incluía voluntarios y reclutas, en total unos dieciocho millones de soldados y oficiales. Aproximadamente la mitad de todos los ciudadanos varones alemanes realizó el servicio militar.[9][10][11]

El mito afirma que Hitler y el Partido Nazi fueron los únicos que diseñaron la guerra de aniquilación y que los crímenes de guerra sólo fueron cometidos por las SS y otras organizaciones análogas. En realidad, los líderes de la Wehrmacht participaron voluntariamente en la guerra de aniquilación de Hitler librada contra supuestos enemigos del estado. Las tropas de la Wehrmacht fueron cómplices o directamente perpetraron numerosos crímenes de guerra, apoyaron de forma habitual a las unidades de las SS en sus crímenes, con la aprobación tácita, en algunos casos incluso expresa, de los oficiales.[12]​ Después de la guerra, el Gobierno de la Alemania Occidental buscó deliberadamente suprimir la información de tales crímenes para eximir de responsabilidad a los ex criminales de guerra, acelerando la reintegración de estos individuos a la sociedad alemana.[13]

Contexto

Churchill, Truman y Stalin en la Conferencia de Potsdam en julio de 1945

Desnazificación y guerra fría

En los acuerdos que concluyeron la conferencia de Potsdam, el 2 de agosto de 1945, los Aliados planearon «además de la erradicación del nazismo y el militarismo en las instituciones alemanas y la vida pública, medidas para reconstruir la vida política sobre una base democrática y una cooperación pacífica en la vida internacional».[14]​ Estos acuerdos fueron la base de la política aliada de desnazificación de la sociedad alemana. Dicho proceso, en su mayor parte se llevó a cabo entre 1945 y 1948 e incluyó un doble componente, represivo por un lado y constructivo por el otro.[14]​ Los juicios de Núremberg, etapa inicial y simbólica de la desnazificación, no fue mal recibida por la población alemana. En su trabajo dedicado a la desnazificación, la historiadora francesa Marie-Bénédicte Vincent analiza el estado de ánimo de la población alemana, la cual por una ligera mayoría del 55% consideraba que tales juicios son justos,[14]​ y «que el tribunal aplicó la ley y no solo la justicia de los vencedores».[14]​ Pese a la condena de los principales funcionarios del Tercer Reich, en representación de todos sus miembros, el juicio se interpretó como una forma de exoneración de responsabilidad a la población alemana en general,[14]​ y a organizaciones como la Wehrmacht, que no fue tratada como delictiva.

Después de 1947, o a más tardar a principios de la década de 1950, la política de desnazificación terminó siendo cuestionada por la opinión pública alemana, la cual la consideró una «mezcla dañina de moralismo y justicia de los vencedores». Así, si en noviembre de 1945 la desnazificación fue juzgada como satisfactoria, por algo más del 50% de la población alemana, esta cifra cayó al 17% en mayo de 1949.[15]​ En una encuesta de opinión realizada en agosto de 1947, el 35% de los encuestados consideró al nazismo como esencialmente malo, en tanto el 52% lo percibía como una buena idea mal implementada.[16]​ En 1950, la Guerra de Corea y la exacerbación de la Guerra Fría marcaron un nuevo punto de inflexión. En ese momento los estadounidenses sintieron la necesidad de reconstituir el ejército alemán para contrarrestar a las fuerzas armadas soviéticas. Por lo tanto, los políticos de Alemania Occidental y Estados Unidos comenzaron a considerar la reconstrucción de las fuerzas armadas en Alemania Occidental,[17]​ lo que permitió confiar responsabilidades en el campo militar a exfuncionarios de la Wehrmacht. La desnazificación se detuvo, las amnistías se multiplicaron y la opinión pública alemana tendió a olvidar el pasado nazi, y a minimizar el papel de los responsables de los crímenes del régimen.[16][18]

Sello postal de Alemania Occidental de 1953 «En memoria de nuestros prisioneros»

«Prisioneros de guerra» y «repatriados»

Los primeros esfuerzos por indultar a los criminales de guerra nazis condenados, comenzaron ya en 1946 y 1947, con una participación significativa de las iglesias protestante y católica, esfuerzos que surgieron como consecuencia de cierto malestar nacional, más o menos velado, contra una supuesta justicia de los vencedores. La política de Bonn, apoyada e impulsada por algunos periodistas y por las viejas élites militares, económicas y burocráticas, presionaron por alcanzar una solución al problema de los crímenes de guerra, al momento del nacimiento de la República Federal de Alemania. Con la Guerra de Corea y la programada integración de Alemania en el mundo occidental, el ejército alemán exigió la liberación de sus camaradas prisioneros durante las discusiones para el rearme del país, con una creciente confianza en sí mismos (Memorando Himmerod) a cambio de la contribución militar que se les pedía. La liberación de los «prisioneros de guerra» fue planteada como una cuestión de honor nacional, en consonancia con el estado de ánimo de los electores del Partido Democrático Libre y del Partido Alemán durante la campaña electoral. La lucha por su liberación dio lugar a nuevas oleadas de indultos por parte de los aliados occidentales, lo que contribuyó a que se ignorara u olvidara las injusticias del régimen nazi y su guerra de agresión.[19]

Las representaciones de alambradas de púas fueron omnipresentes durante la década de 1950, como símbolo del encarcelamiento en el exterior de prisioneros de guerra y civiles alemanes internados en la Unión Soviética, y también para referirse a los criminales de guerra condenados y encarcelados en prisiones de los aliados occidentales. El alambre de púas se convirtió en un símbolo de una supuesta injusticia que los vencedores infligieron al antiguo enemigo. La autovictimización de la sociedad, como víctima de una venganza y una victoria arbitraria, acumuló imágenes de campos de prisioneros, mientras las publicaciones de extrema derecha comenzaron a denunciar presuntos «crímenes contra el pueblo alemán».[20]

Prisionero de guerra que regresa de la Unión Soviética en 1955

La cuestión de la liberación de los prisioneros de guerra alemanes en la Unión Soviética jugó un papel importante a principios de la década de 1950. Con este fin, la Verband der Heimkehrer, Kriegsgefangenen und Vermisstenangehörigen Deutschlands (en español: Asociación de repatriados, prisioneros de guerra y miembros de personas desaparecidas en Alemania) llevó a cabo un fuerte trabajo de relaciones públicas para la liberación de prisioneros de guerra y criminales de guerra condenados.[21]​ Con respecto a los posibles delitos cometidos por los repatriados de la Unión Soviética a su llegada al campo de tránsito fronterizo de Friedland, las autoridades federales alemanas no verificaron si había órdenes de arresto ni investigaciones penales. Las listas de presos en la URSS, que a menudo se basaban en dudosos juicios colectivos, debido a la pertenencia a ciertas unidades de la Wehrmacht o las SS, no fueron utilizadas para identificar a soldados sospechosos en algún proceso penal alemán.[22]​ Entre los repatriados, la necesidad de presentar a las fuerzas armadas y al mismo tiempo a todos los soldados, pero especialmente a ellos mismos, como honorables era enorme.[23]​ El médico de las SS Ernst Günther Schenck actuando como vocero, junto a otros 596 miembros de la Wehrmacht e integrantes de las Waffen-SS, el 13 de diciembre de 1955 en el Campo de Friedland firmaron el llamado «Juramento de Friedland», en el cual aseguraron que solo habían actuado de acuerdo con las leyes de la guerra y que no habían saqueado, asesinado ni violado. Este juramento en los hechos fue un perjurio.[24]

Guerra de exterminio

Masha Bruskina y otros dos partisanos marchan a través de Minsk, por tropas alemanas el 26 de octubre de 1941 antes de sus ejecuciones públicas. Bruskina lleva un cartel que dice en alemán y ruso «Somos partisanos y hemos disparado contra soldados alemanes»

Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de la Alemania nazi, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (OKW) y el Alto Mando del Ejército (OKH) sentaron, conjuntamente, las bases del genocidio en la Unión Soviética.[25]​ Desde el principio, la guerra contra la Unión Soviética fue diseñada como una guerra de aniquilación.[26]​ La política racial de la Alemania nazi veía a la Unión Soviética en particular y a la Europa del Este en general, como pobladas por «subhumanos» no arios, dirigidos por conspiradores judeo-bolcheviques.[27]​ Por dicha causa, se decidió la política nazi de asesinar, deportar o esclavizar a la mayoría de los rusos y otras poblaciones eslavas de acuerdo con el Plan General del Este.[27]

Antes y durante la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética, las tropas alemanas fueron adoctrinadas con propaganda anti-bolchevique, antisemita y antieslava.[28]​ Después de la invasión, los oficiales de la Wehrmacht dijeron a sus soldados que mataran a la población civil eslava que fueron descritos como «subhumanos bolcheviques judíos», «hordas mongoles», el «diluvio asiático» y la «bestia roja».[29]​ Un gran número de soldados alemanas consideraron la guerra en términos racistas nazis y consideraron a sus enemigos soviéticos como infrahumanos.[30]​ En un discurso dirigido a los oficiales del 4.ª Grupo Panzer, el general Erich Hoepner se hizo eco de los planes raciales nazis al afirmar que la guerra contra la Unión Soviética era «una parte esencial de la lucha del pueblo alemán por su existencia», y que «la lucha debe apuntar a la aniquilación de la Rusia actual y, por lo tanto, debe librarse con una dureza sin igual».[31]

El asesinato de judíos era de conocimiento común en la Wehrmacht. Durante la retirada de la Unión Soviética, los oficiales alemanes destruyeron documentos incriminatorios.[32]​ Los soldados de la Wehrmacht trabajaron activamente con los escuadrones de la muerte paramilitares de las SS responsables de asesinatos en masa, los Einsatzgruppen, y participaron en los asesinatos en masa con ellos como los de Babi Yar.[33]​ Los oficiales de la Wehrmacht consideraron que la relación con los Einsatzgruppen era muy estrecha y casi cordial.[34]

Los alemanes reservaban un odio especial para los partisanos, construían cadalsos en cada pueblo, pero los ahorcamientos públicos eran piadosos en comparación con las torturas que sufrieron muchos cautivos, los alemanes les rompían los dedos, les quemaban vivos y amputaban los pechos a las mujeres antes de matarlos. Cualquier persona mínimamente sopechosa de apoyar a los partisanos corría el peligro de sufrir una muerte horrible. En muchas localidades sospechosas de apoyar a los partisanos los alemanes prendían fuego a las casas y disparaban a las ventanas y puertas para asegurarse que ningún habitante saliera con vida. Hitler apoyaba esta política «esta guerra de partisanos tiene sus ventajas», dijo a sus asociados. «Nos da la oportunidad de exterminar a quienquiera que se nos oponga.»[35]

Crímenes en Polonia, Serbia, Grecia y la Unión Soviética

La Wehrmacht llevó a cabo crímenes de guerra en todo el continente, incluidos Polonia, Grecia, Serbia y la Unión Soviética.[36]​ El primer combate significativo para la Wehrmacht fue la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. En abril de 1939, Reinhard Heydrich, el arquitecto de la Solución Final, ya había organizado la cooperación entre las secciones de inteligencia de la Wehrmacht y los Einsatzgruppen.[37]​ El comportamiento del ejército en Polonia fue un preludio de la guerra de aniquilación, la Wehrmacht había comenzado a participar en matanzas a gran escala de civiles y partisanos.[38]

La Bielorrusia soviética ha sido descrita como «el lugar más mortífero de la tierra entre 1941 y 1944».[39]​ Uno de cada tres bielorrusos murió durante la Segunda Guerra Mundial. El Holocausto se llevó a cabo cerca de los pueblos donde vivía la población. Muy pocas de las víctimas murieron en centros de exterminio como Auschwitz.[40]​ La mayoría de los judíos soviéticos vivían en un área del oeste de Rusia que anteriormente se conocía como la Zona de Asentamiento.[41]​ Inicialmente, a la Wehrmacht se le encomendó la tarea de ayudar a los Einsatzgruppen. En el caso de la masacre de Krupki, esto implicó que el ejército hiciera marchar a la población judía, de aproximadamente 1000 personas, una milla y media para encontrarse con sus verdugos de las SS. Los frágiles y enfermos fueron llevados en un camión y los que se extraviaron fueron asesinados a tiros. Las tropas alemanas custodiaban el lugar y, junto a las SS, disparaban contra los judíos que luego caían en un pozo. Krupki fue una de las muchas atrocidades de este tipo; la Wehrmacht fue un completo socio en el asesinato masivo industrializado.[42]

Una sinagoga que se utilizó como burdel. Mujeres y adolescentes fueron secuestradas por la Wehrmacht para ser utilizadas como esclavas sexuales.[43][44][45]​ Las mujeres eran violadas por hasta 32 hombres por día a un costo nominal de tres Reichsmarks.[45]

Se establecieron burdeles militares alemanes en gran parte de la Europa ocupada.[46]​ En muchos casos en Europa del Este, mujeres y adolescentes fueron secuestradas en las calles durante redadas militares y policiales alemanas y utilizadas como esclavas sexuales.[47][48][45]​ Las mujeres eran violadas por hasta treinta y dos hombres por día a un costo nominal de tres Reichsmarks.[45]​ Un conductor suizo de una misión de la Cruz Roja, Franz Mawick, escribió sobre lo que vio en 1942:

Alemanes uniformados ... miran fijamente a las mujeres y niñas de entre 15 y 25 años. Uno de los soldados saca una linterna de bolsillo y la enfoca directamente en los ojos de una de las mujeres. Las dos mujeres nos miran con sus rostros pálidos, expresando cansancio y resignación. El primero tiene unos 30 años. ¿Qué busca esta vieja puta por aquí? - se ríe uno de los tres soldados. 'Pan señor' - pregunta la mujer ... 'Tienes una patada en el culo, no pan' - responde el soldado. La dueña de la linterna vuelve a dirigir la luz sobre los rostros y cuerpos de las niñas ... La más joven tiene quizás 15 años ... Le abren el abrigo y comienzan a manosearla. 'Esta es ideal para la cama' - dice[45]

La escritora Úrsula Schele estimó que unos diez millones de mujeres en la Unión Soviética podrían haber sido violadas por la Wehrmacht y que una de cada diez podía haberse quedado embarazada como resultado.[49]​ Según un estudio de Alex J. Kay y David Stahel, la mayoría de los soldados de la Wehrmacht desplegados en la Unión Soviética participaron en la comisión de crímenes de guerra.[50]

Yugoslavia y Grecia fueron ocupadas conjuntamente por italianos y alemanes. Los alemanes comenzaron a perseguir a los judíos de inmediato, pero los italianos se negaron a cooperar. Los oficiales de la «Wehrmacht» intentaron presionar a sus homólogos italianos para detener el éxodo de judíos de las áreas ocupadas por los alemanes; sin embargo, los italianos se negaron. El general Alexander Löhr reaccionó con disgusto describiendo a los italianos como débiles.[51]​ Escribió un comunicado enojado a Hitler diciendo que «la implementación de las leyes del gobierno croata con respecto a los judíos está siendo tan socavada por los funcionarios italianos que en la zona costera, particularmente en Mostar, Dubrovnik y Crikvenika, numerosos judíos están protegidos por el ejército italiano, y otros judíos han sido escoltados a través de la frontera hacia la Dalmacia italiana y la propia Italia».[52]​ La Wehrmacht asesinó a los judíos de Serbia desde mediados de 1941. Este exterminio se inició de forma independiente, sin la participación de las SS.[53]

Inicio del mito

Memorando de los generales

El coronel general Franz Halder, Jefe del Estado Mayor del Alto Mando del Ejército Alemán entre 1938 y 1942, jugó un papel clave en la creación del mito de la Wehrmacht limpia.[54]​La génesis del mito fue el Memorando de los generales, creado en noviembre de 1945 y sometido a los juicios de Núremberg. Se tituló El ejército alemán de 1920 a 1945 y fueron coautores Halder y los ex mariscales de campo Walther von Brauchitsch y Erich von Manstein, junto con otras figuras militares de alto nivel. Su objetivo era presentar a las fuerzas armadas alemanas como apolíticas y en gran parte inocentes de los crímenes cometidos por el régimen nazi.[55][56]​La estrategia descrita en el memorando fue adoptada más tarde por Hans Laternser, el abogado principal de la defensa de los altos mandos de la Wehrmacht en el Juicio del Alto Mando.[55]​El documento fue escrito por sugerencia del general estadounidense William J. Donovan, quien más tarde fundó la CIA. Vio a la Unión Soviética como una amenaza global para la paz mundial. Donovan se desempeñó como fiscal adjunto en Núremberg; él y algunos otros representantes estadounidenses creían que los juicios no deberían continuar. Creía que Estados Unidos debería hacer todo lo posible para asegurar a Alemania como un aliado militar contra la Unión Soviética en la creciente Guerra Fría.[56]

El lobby de Hankey

En Gran Bretaña, el general Maurice Hankey había sido uno de los funcionarios públicos más establecidos de Gran Bretaña, ocupó una serie de puestos poderosos de 1908 a 1942 y asesoró a todos los primeros ministros desde Asquith hasta Churchill sobre cuestiones de estrategia.[57]​Hankey estaba convencido de que los juicios por crímenes de guerra estaban mal, sobre todo porque creía que, en el contexto de la Guerra Fría, Gran Bretaña podría necesitar a los ex generales de la Wehrmacht para luchar contra la Unión Soviética en una posible Tercera Guerra Mundial.[57]​ Hankey también se opuso a los juicios por crímenes de guerra contra líderes japoneses y presionó para que Gran Bretaña dejara de juzgar a los criminales de guerra japoneses y liberara los que ya habían sido condenados. [58]​ Aunque los esfuerzos de Hankey en nombre de los generales de la Wehrmacht son poco conocidos, era el líder de un poderoso grupo de presión en Gran Bretaña que trabajó entre bastidores y en público para poner fin a los juicios por crímenes de guerra y liberar a los Generales de la Wehrmacht ya condenados.[59]​ Hankey mantuvo correspondencia regular con Winston Churchill, Anthony Eden, Douglas MacArthur y Konrad Adenauer sobre el tema.[60]​Cuando Adenauer visitó Londres en 1951, tuvo una reunión privada con Hankey para discutir su trabajo en nombre de los generales de la Wehrmacht.[60]

Después de que el mariscal de campo Albert Kesselring fuera condenado por crímenes de guerra por un tribunal militar británico por ordenar las masacres de civiles italianos, la Masacre de las Fosas Ardeatinas, por ejemplo, Hankey usó su influencia para que uno de los interrogadores de Kesselring, el coronel Alexander Scotland, publicara una carta en el periódico The Times en 1950 cuestionando el veredicto.[61]​ La imagen que Alexander Scotland tenía de Kesselring como un soldado apolítico y honorable que no podía haber sabido que los civiles italianos estaban siendo masacrados tuvo un impacto considerable en la opinión pública británica y llevó a exigir la liberación de Kesselring.[62]​ La imagen de Kesselring dibujado por Hankey y su círculo era el de un líder caballeroso que no estaba al tanto de las masacres de civiles italianos durante 1943-1945, y las habría detenido si lo hubiera sabido. Hankey se centró en el «profesionalismo» de Kesselring como general, y señaló que tuvo mucho éxito en retrasar el avance de las fuerzas aliadas occidentales en Italia hasta 1943-1945, que utilizó como evidencia de que Kesselring no podía haber cometió crímenes de guerra, aunque Lingen señaló que no hay evidencia de que el «profesionalismo» excluya la posibilidad de criminalidad. El alcance de la influencia de Hankey se pudo ver en que cuando el líder del principal grupo de veteranos alemanes, el VdS, el almirante Gottfried Hansen, visitó Gran Bretaña en 1952 para discutir el caso Kesselring, la primera persona que visitó fue Hankey.[63]

Austria y la teoría de la víctima

En los años de la posguerra, hacia 1955, se comenzó a desarrollar en Austria una tesis que la ubicaba como primera víctima del nazismo, sin distinciones, posición que se preconizó para toda la sociedad austriaca en general. Los relatos de los soldados austríacos recién llegados de la Unión Soviética y sus experiencias en Stalingrado surgieron como hilos discursivos paralelos a la leyenda de una Wehrmacht de manos limpias. En las décadas de 1950 y 1960, las menciones al Frente Oriental y la narrativa de la hitlerización de Austria dominaron el discurso de los medios de comunicación acerca de la Segunda Guerra Mundial y el papel de Austria. El resultado fue una imagen de la Wehrmacht en la cual se veía a los soldados austríacos en un papel de víctimas abusadas de la guerra. La culpa y la responsabilidad se enfocaron y trasladaron exclusivamente a Hitler. Los medios de comunicación no mencionaron la participación de la Wehrmacht en operaciones de bombardeo y crímenes de guerra. Sin embargo, a partir de 1985, hubo una posición más crítica en una parte de los medios, y el asunto de Kurt Waldheim en 1986 dio lugar a un gran debate político sobre el pasado de Austria. Hasta la década de 1990 la mayoría de los lectores y espectadores recibían de los medios una imagen de la Wehrmacht inocente, a través de periódicos como Kronen Zeitung entre otros. No fue hasta la exposición de la Wehrmacht, en 1995, que hubo un cambio en la percepción del público y la sociedad austríaca.[64]

Memorando de Himmerod

Portrait of Dwight D. Eisenhower looking at the camera
Dwight D. Eisenhower cambió de opinión sobre la Wehrmacht para facilitar el rearme de Alemania Occidental

En 1950, las Fuerzas Aliadas Occidentales estaban preocupadas por la posibilidad de una guerra con la Unión Soviética y una invasión comunista,[65]​ después del inicio de la Guerra de Corea, quedó claro para los estadounidenses que era necesario crear un nuevo ejército alemán para luchar contra la amenaza que representaba la Unión Soviética. Tanto los políticos estadounidenses como los de Alemania Occidental se enfrentaron a la perspectiva de reconstruir las fuerzas armadas de Alemania Occidental.[66]​Los británicos estaban más preocupados por la creciente amenaza que representaban los soviéticos y estaban desesperados por lograr convencer al gobierno de Alemania Occidental de unirse a la Comunidad Europea de Defensa y la OTAN.[67][68]

En 1950, el canciller alemán Konrad Adenauer se reunió con exoficiales de la Wehrmacht para discutir el rearme de Alemania Occidental, y firmaron el memorando de Himmerod. Este documento estipuló las condiciones para el rearme de Alemania Occidental en tres puntos: que todos los militares alemanes fueran liberados, que cesara la difamación del soldado alemán que sirvió en la Segunda Guerra Mundial, y que se proyectara una imagen positiva de la Wehrmacht en el exterior. En tanto los británicos tampoco querían seguir con el juicio a los generales alemanes por crímenes contra la humanidad, y acordaron liberar a los oficiales alemanes que todavía estaban en sus prisiones.[69]

Konrad Adenauer cortejó el voto de los veteranos y firmó varias leyes de amnistía porque había mucha simpatía en la Alemania de posguerra por los militares que habían peleado en la Segunda Guerra Mundial. El Alto Comisionado británico se vio en la obligación de recordarle al público de Alemania Occidental que estos militares habían participado en el asesinato de ciudadanos aliados. El general alemán Halder comenzó a trabajar con el Centro de Historia Militar del Ejército de Estados Unidos. Su trabajo consistió en reunir y supervisar a antiguos oficiales de la Wehrmacht, para que escribieran una serie de memorias sobre la historia del Frente Oriental. Supervisó las obras literarias de más de setecientos exoficiales del ejército alemán. Así, oficiales y generales de la Wehrmacht escribieron sus memorias que sustentaron la inocencia, lo que resultó ser bastante popular. Entre otros, Heinz Guderian y Erich von Manstein, escribieron sus memorias de guerra que se convirtieron en grandes éxitos de venta. Manstein, había sido juzgado y condenado antes en los juicios de Núremberg. Guderian en el mismo juicio fue juzgado y absuelto.[70]

Los oficiales de la Wehrmacht hicieron varias peticiones para que comenzara el rearme de Alemania Occidental. Las peticiones fueron incluidas en el memorando de Himmerod y exigía que todos los soldados alemanes convictos de crímenes de guerra fueran absueltos, así mismo tendría que cesar la «difamación» del soldado alemán, incluyendo a los miembros de las Waffen-SS, y se tomarían «medidas para transformar la opinión pública nacional y extranjera» sobre el ejército alemán.[66]

El presidente de las reuniones resumió los cambios de política exterior mencionados en el memorando de la siguiente manera: «Las naciones occidentales deben tomar medidas públicas contra la "caracterización prejudicial" de los soldados alemanes y deben diferenciar las ex fuerzas armadas regulares de los "asuntos de crímenes de guerra"».[71]​Adenauer aceptó el memorando y empezó una serie de negociaciones con las tres Fuerzas Aliadas Occidentales para satisfacer sus peticiones.[66]

Para facilitar el rearme de Alemania Occidental y responder al memorando, el general de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, poco antes de ser nombrado Comandante Supremo Aliado en Europa y futuro Presidente de los Estados Unidos, cambió su opinión pública sobre la Wehrmacht. Al principio las había descrito muy negativamente como «nazis», pero en enero de 1951 escribió que había «una diferencia real entre el soldado alemán y Hitler y su grupo criminal». El canciller Adenauer hizo un argumento similar en un debate del Bundestag en el artículo 131 de la Grundgesetz, la constitución provisional de Alemania Occidental. Él argumentó que el soldado alemán luchó honorablemente, mientras «no haya sido culpable de ningún otro delito».[72]​ Las declaraciones de Eisenhower y Adenauer reformaron la percepción occidental del esfuerzo de guerra alemán y llevó a la fundación del mito de la Wehrmacht inocente.[73]

Opinión pública de Alemania Occidental

Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, hubo una gran simpatía alemana por sus criminales de guerra. El Alto Comisionado Británico en la Alemania ocupada se sintió obligado a recordar al público alemán que los criminales implicados habían sido declarados culpables de participar en la tortura o el asesinato de ciudadanos aliados.[74]​A finales de los años 40 y 50 hubo una avalancha de libros y ensayos polémicos que exigían la libertad de los «llamados "criminales de guerra"».[74]​La redacción implicaba que los condenados eran inocentes.[74]​El historiador alemán Norbert Frei escribió que la demanda generalizada de libertad para los militares condenados por crímenes de guerra era una admisión indirecta del enredo de toda la sociedad en el nacionalsocialismo.[75]​Añadió que los juicios por crímenes de guerra eran un doloroso recordatorio de la naturaleza del régimen con el que mucha gente corriente se había identificado. En este contexto, hubo una demanda abrumadora para la rehabilitación de la Wehrmacht.[75]​En parte porque el origen de la Wehrmacht se puede rastrear hasta el ejército prusiano y, antes de eso, en el ejército fundado en 1640 por Frederich Wilhelm, el «gran elector» de Brandeburgo, lo que la convierte en una institución profundamente arraigada en la historia alemana, que presenta problemas para aquellos que quería retratar la era nazi como una «aberración monstruosa» del curso de la historia alemana. En parte, había tantos alemanes que sirvieron en la Wehrmacht o que tenían familiares que sirvieron en la Wehrmacht que hubo una demanda generalizada de tener una versión del pasado que les permitiera «honrar la memoria de sus camaradas caídos y para encontrar sentido a las penurias y el sacrificio personal de su propio servicio militar».[76]​Wette escribe que los años de fundación de Alemania Occidental vieron cómo la generación de la guerra cimentaba su pasado y afirmaba con indignación que la inocencia era la norma.[77]

Ampliación del mito

Franz Halder

El Generaloberst Franz Halder en 1948 testificando en el «Juicio del Alto Mando»

A medida que avanzaba la Guerra Fría, la inteligencia militar proporcionada por la sección alemana de la División Histórica del Ejército de los EE. UU. se volvió cada vez más importante para los estadounidenses.[5]​Halder supervisó la sección alemana del programa de investigación que era conocida como el «Grupo Halder».[78]​Su grupo produjo más de 2.500 manuscritos históricos importantes de más de 700 autores alemanes distintos que detallan la Segunda Guerra Mundial.[79]​ Halder usó el grupo para reinventar la historia de tiempos de guerra usando la verdad, la verdad a medias, la distorsión y la mentira.[54]​Creó un «grupo de control» de ex oficiales nazis de plena confianza que examinaron todos los manuscritos y, si era necesario, exigían a los autores que cambiaran su contenido.[80]

Halder estableció una versión de la historia que todos los escritores tenían que cumplir. Esta versión afirmaba que el ejército era víctima de Hitler y que se habían opuesto a él en cada oportunidad. Los escritores tuvieron que enfatizar la forma «decente» de guerra llevada a cabo por el ejército y culpar a las SS de las operaciones criminales.[81]​ Gozaba de una posición privilegiada, ya que los pocos historiadores que trabajaban en la historia de la Segunda Guerra Mundial en la década de 1950 tenían que obtener información histórica de Halder y su grupo. Su influencia se extendía a los editores y autores de periódicos.[82]​Las instrucciones de Halder eran enviadas por la cadena de mando y fueron registradas por el ex mariscal de campo Georg von Küchler. Dijeron: «Son los hechos alemanes, vistos desde el punto de vista alemán, los que deben registrarse; esto constituirá un monumento a nuestras tropas», «no se permite ninguna crítica de las medidas ordenadas por el Alto Mando» y «nadie debe ser incriminado de alguna manera», «en cambio, los logros de la Wehrmacht debían ser enfatizados».[83]​El historiador militar Bernd Wegner, después de examinar el trabajo de Halder, escribió: «La escritura de la historia alemana en la Segunda Guerra Mundial, y en particular en el frente ruso, fue durante más de dos décadas, y en parte hasta el día de hoy, y en una medida mucho mayor de lo que la mayoría de la gente cree, el trabajo de los vencidos».[84]Wolfram Wette escribió: «En el trabajo de la División Histórica se cubrieron las huellas de la guerra de aniquilación de la que era responsable el liderazgo de la Wehrmacht».[82]

Halder buscó distanciar tanto a sí mismo como al ejército alemán de Hitler, el nazismo y los crímenes de guerra. Afirmó haber estado en contra de la campaña rusa y que había advertido a Hitler contra su «aventura" en el Este».[85]​Omitió cualquier mención del Decreto Barbarroja que había ayudó a formular o de la Orden de los Comisarios que había apoyado y difundido. [85]​Halder también afirmó de manera completamente inverosímil que la invasión de la Unión Soviética fue una medida defensiva.[86]

Los estadounidenses sabían que los manuscritos estaban plagados de numerosos casos de apología. Sin embargo, también contenían información de inteligencia que consideraban importante en caso de una guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética.[87]​Halder había entrenado a los antiguos oficiales alemanes bajo su mando sobre cómo hacer desaparecer cualquier evidencia incriminatoria.[88]​ Muchos de los oficiales a los que entrenó, como Heinz Guderian, escribieron autobiografías de gran éxito que ampliaron el atractivo del mito.[80]​Finalmente, Halder logró su objetivo de rehabilitar el cuerpo de oficiales alemanes, primero con el ejército estadounidense, luego ampliando los círculos políticos y por último a millones de estadounidenses.[89]

En 1949, Halder escribió el libro Hitler als Feldherr, que se tradujo al inglés como Hitler as Commander y se publicó en 1950. La obra contiene básicamente las ideas centrales detrás del mito de la Wehrmacht inocente que posteriormente fueron reproducidas en innumerables historias y libros de memorias. El libro describe a un comandante idealizado que luego se compara con Hitler. El comandante es noble, sabio, está en contra de la guerra en Oriente y libre de toda culpa. Hitler es el único responsable de cualquier error o crimen cometido; su completa inmoralidad contrasta con el comportamiento moral del comandante que no ha hecho nada malo.[90]

La creación de mitos de Halder no se concentró únicamente en absolverse a sí mismo y al ejército alemán de los crímenes de guerra cometidos en el este; también creó otros dos mitos estratégicos y operativos. El primero es que Hitler fue el único responsable de los errores militares cometidos durante la invasión de la Unión Soviética. El segundo mito es que la campaña relámpago que él defendió con tanta firmeza habría resultado en la captura de Moscú y en la victoria final para la Alemania nazi.[91]​Los historiadores Ronald Smelser y Edward J. Davies escribiendo en El mito del frente oriental: «Franz Halder encarna mejor que cualquier otro alto oficial alemán la diferencia dramática entre el mito y la realidad tal como surgió después de la Segunda Guerra Mundial».[92]

Fin del mito

Neonazis protestando por la exposición de la Wehrmacht en 2002. La exposición itinerante, organizada por el Instituto de Investigación Social de Hamburgo, comenzó a erosionar el mito ante el público alemán en la década de 1990.

Un cambio de la opinión pública alemana sobre este tema se produjo a partir de 1995, cuando el Instituto de Investigación Social de Hamburgo realizó una exposición llamada Wehrmachtsausstellung («exposición de la Wehrmacht»), en la cual se exhibió más de 1380 imágenes de tropas de la Wehrmacht como cómplices de crímenes de guerra.[93]​ La exposición fue rechazada por la clase política alemana, entre los críticos, los socialdemócratas Gerhardt Shröder y el excanciller Helmut Schmidt, quien apareció en programas de televisión para defender el «honor mancillado de la Wehrmacht».[94]

El ministro de Cultura de Baviera, Hans Zehetmair del partido Unión Social Cristiana, recomendó no visitar la exposición. Florian Stumfall escribió bajo el título «Cómo se difama a los alemanes», el 22 de febrero de 1997 en el periódico del partido Bayernkurier:

«La exposición generaliza los crímenes reales cometidos por unidades y soldados de la Wehrmacht para solapar las acusaciones contra todos los exsoldados [...] Por eso los organizadores quieren negar el honor a millones de alemanes». (también citado por Ulrich Raulff en el Frankfurter Allgemeine Zeitung del 1 de septiembre de 1999).

Controversias

Durante el último trimestre de 1999, cuando el éxito de la exposición era evidente y se esperaba una versión estadounidense en Nueva York, dos historiadores, uno polaco, Bogdan Musiał,[95]​ y el otro húngaro, Krisztián Ungváry,[96]​ cuestionaron su rigor científico y la veracidad de algunas de las fotografías presentadas, publicando sus reseñas en dos revistas históricas especializadas, las cuales se reprodujeron también en la gran prensa. La exposición en EE. UU. se suspendió.

El historiador alemán, Christian Hartmann en 2009 opinó: «La responsabilidad es tan abrumadora que no hay necesidad de discutirla»,[97]​ en tanto el historiador Hannes Heer afirmó en 2014 que hay un «proceso de amnesia colectiva».[98]

La segunda exposición, que se mostró por primera vez en Berlín en noviembre de 2001, intentó disipar la considerable controversia generada por la primera exposición, según el Instituto.[99]

Órdenes criminales

Durante el planeamiento de la Operación Barbarroja, se idearon una serie de «órdenes criminales». Estas órdenes fueron más allá de la ley internacional y los códigos de conducta establecidos.[100]​La Orden de los Comisarios y el Decreto Barbarroja permitieron a los soldados alemanes ejecutar a civiles sin que sean juzgados por crímenes de guerra por Alemania.[101]​El historiador alemán Félix Römer estudió la implementación de la Orden de los Comisarios por parte de la Wehrmacht y publicó sus hallazgos en 2008. Fue el primer relato completo de la aplicación de la orden por parte de las formaciones de combate de la Wehrmacht. La investigación de Römer muestra que más del 80 % de las divisiones alemanas en el Frente Oriental presentaron informes que detallan el asesinato de los comisarios políticos del Ejército Rojo. Las estadísticas soviéticas indican que 57 608 comisarios murieron en acción y 47 126 fueron reportados como desaparecidos, la mayoría de los cuales murieron utilizando la orden.[102]

Römer escribió los registros que «prueban que fueron los generales de Hitler quienes ejecutaron sus órdenes asesinas sin escrúpulos ni vacilaciones». El historiador Wolfram Wette, al revisar el libro, señala que las objeciones esporádicas a la orden no fueron fundamentales. Fueron impulsados por la necesidad militar y la cancelación de la orden en 1942 «no fue un retorno a la moralidad, sino una corrección de rumbo oportunista». Wette concluye: «La Orden de los Comisarios, que siempre había tenido una influencia particularmente fuerte en la imagen de la Wehrmacht debido a su carácter obviamente criminal, finalmente se había aclarado. Una vez más, la observación se confirmó: cuanto más profundamente penetra la investigación en la historia militar, más sombrío se vuelve el panorama».[103]

En 1941, la Wehrmacht tomó a 3 300 000 soldados soviéticos como prisioneros de guerra. En febrero de 1942, dos millones de ellos estaban muertos y 600 000 fueron fusilados a causa de la Orden de los Comisarios. La mayoría de los restantes murieron por maltrato o por hambre. Una vez capturados, los prisioneros de guerra soviéticos fueron llevados a corrales de detención donde no tenían refugio ni tratamiento médico y se les daban raciones minúsculas. El trabajo forzoso se convirtió en una sentencia de muerte. El Intendente General Alemán Eduard Wagner declaró que «los prisioneros incapaces de trabajar en los campos de prisioneros deben morir de hambre».[104]​El general Friedrich Freiherr von Broich, mientras estaba siendo grabado en secreto en Trent Park, recordó sus recuerdos de prisioneros de guerra. Dijo que los prisioneros «de noche aullaban como fieras» de hambre. Añadió que «marchamos por la carretera y una columna de 6.000 figuras tambaleantes pasó, completamente demacradas, ayudándose unos a otros [...] Soldados nuestros en bicicletas iban junto a ellos con pistolas y a todos los que se derrumbaban, les disparaban y tiraban a la cuneta».[105]​Las tropas de la Wehrmacht dispararon contra civiles con el más mínimo pretexto de participación en la lucha partisana y masacraron pueblos enteros que supuestamente los protegían.[106]​El historiado israelita Omer Bartov escribió en «The Eastern Front: 1941–1945 German Troops and the Barbarisation of Warfare» que numerosos interrogatorios alemanes habían determinado que las tropas soviéticas preferían morir en el campo de batalla antes que ser tomados prisioneros.[107]

La ideología racista de la campaña combinada con «órdenes criminales», como la Orden de los Comisarios, provocó un círculo vicioso de profundización de la violencia y el asesinato. La Wehrmacht se esforzó por «apaciguar» a la población, pero los civiles incrementaron la actividad partisana. En agosto de 1941 el II Cuerpo ordenó que «los partisanos sean ahorcados públicamente y dejados colgados durante algún tiempo».[108]​Los ahorcamientos públicos se convirtieron en algo común. Los registros del motivo de los asesinatos incluían «alimentar a un soldado ruso», «deambular», «tratar de escapar» y «ser ayudante de los partisanos».[109]​Bartov escribió que la población civil también se había deshumanizado, lo que resultó en la barbarización de la guerra. La fase final de esta barbarización fue la política de «tierra arrasada» utilizada por la Wehrmacht mientras se retiraba.[110]

Una mujer llora durante la deportación de los judíos de Ioánina, Grecia, el 25 de marzo de 1944. La deportación fue impuesta por el ejército alemán. Casi todos los deportados fueron asesinados el 11 de abril de 1944 o poco después, cuando el tren que los transportaba llegó a Auschwitz-Birkenau.[111]

Participación en el Holocausto

Walter von Reichenau emitió la Orden de Reichenau en octubre de 1941, que declaraba que el objetivo esencial de la campaña era la destrucción del «sistema judeobolchevique». La orden fue descrita como un modelo por el liderazgo de la Wehrmacht y transmitida a numerosos comandantes. Erich von Manstein lo transmitió a sus tropas de la siguiente manera: «El judío es el intermediario entre el enemigo en la retaguardia [...] El soldado debe reunir comprensión para la necesidad de una reparación dura contra los judíos». Para justificar funcionalmente el asesinato de judíos se los equiparó con combatientes de la resistencia partisana.[112]​Ya existía un consenso antisemita a gran escala entre los soldados ordinarios de la Wehrmacht.[113]

El Grupo de Ejércitos Centro comenzó a masacrar a la población judía el primer día. En Białystok, el Batallón de Policía 309 mató a tiros a un gran número de judíos en la calle, luego acorralaron a cientos de ellos en una sinagoga que prendieron fuego.[114]​El comandante de la zona militar de retaguardia 553 registró que 20 000 judíos habían sido asesinados por el Grupo de Ejércitos Sur en su zona hasta el verano de 1942. En Bielorrusia, más de la mitad de los civiles y prisioneros de guerra asesinados fueron asesinados por la Wehrmacht, muchos judíos estaban entre ellos.[115]

El historiador estadounidense Waitman Wade Beorn en su libro Marching into Darkness examinó el papel de la Wehrmacht en el Holocausto en Bielorrusia durante 1941 y 1942. El libro investiga cómo progresaron los soldados alemanes desde asesinatos tentativos hasta sádicos «juegos de judíos».[116]​ Además escribe que la «caza de judíos» se convirtió en un pasatiempo. Los soldados romperían la monotonía del deber en el campo de batalla reuniendo a los judíos, llevándolos a los bosques y soltándolos para que pudieran ser asesinados mientras trataban de huir.[117]​ Beorn escribe que las unidades de la Wehrmacht eran recompensadas por su comportamiento brutal y explica cómo eso creó una cultura de participación cada vez más profunda con los objetivos genocidas del régimen nazi.[118]​Discute el papel de la Wehrmacht en el Plan del Hambre, la política de hambre de la Alemania nazi.[119]​Examina la Conferencia de Mogilev en septiembre de 1941, que marcó una dramática escalada de violencia contra la población civil.[120]​El libro también analiza varias formaciones militares y cómo respondieron a las órdenes de cometer genocidio y otros crímenes de lesa humanidad.[121]

La Wehrmacht llevó a cabo fusilamientos masivos de judíos, cerca de Kiev, los días 29 y 30 de septiembre de 1941. En Babi Yar 33 371 judíos fueron llevados a un barranco y fusilados en pozos. Algunas de las víctimas murieron después de ser enterradas vivas en la pila de cadáveres.[122]​En 1942, escuadrones de matar móviles de las SS participaron en una serie de masacres junto con unidades de la Wehrmacht. Aproximadamente 1 300 000 judíos soviéticos fueron asesinados.[122]

Renacimiento del mito en el siglo XXI

El expresidente alemán Frank-Walter Steinmeier señaló en uno de sus discursos: «El mal de la era nazi sigue existiendo hoy».[123]​ En Alemania, los neonazis vuelven a levantar la cabeza,[124][125]​ utilizando diferentes símbolos y eslóganes, pero basados en las ideas del nacionalsocialismo.[126][127]​ El ingreso al Bundestag del partido Alternativa para Alemania (AfD), cuyos líderes abiertamente piden al pueblo alemán evaluar positivamente la actuación de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial, al punto de «estar orgulloso de la Wehrmacht», y que llama al memorial del Holocausto en Berlín «monumento de la vergüenza».[128]​ En este orden, se han celebrado conferencias con títulos como: «Crímenes de guerra en el siglo XX: ¿intención o situación?» (en alemán, Kriegsverbrechen im 20. Jahrhundert: Intention oder Situation?), dedicadas a revisar la evaluación pública de las acciones de los militares alemanes, tanto oficiales como soldados rasos, durante la guerra con la Unión Soviética.[129][130]

En los últimos tiempos el tema del mito ha adquirido mayor relevancia, ya que aparece el intento por reescribir la historia, enfatizando la diferencia entre la Wehrmacht (como una representante del conservadurismo alemán) y el nacionalsocialismo. Para ello se cita una serie de «pruebas» y una «nueva lectura» de la historia de la Segunda Guerra Mundial, pretendiendo concluir que la Wehrmacht y los nazis «tenían poco en común y [que] no pueden considerarse fenómenos relacionados»,[131]​ situando al mismo nivel las ideas del comunismo y la superioridad racial del nacionalsocialismo, poniendo en tela de juicio acontecimientos históricos o dudando sobre las decisiones que tomó el Tribunal Internacional de Núremberg.[132][133]

Más de siete décadas después de la Segunda Guerra Mundial, se publican libros y artículos en los que se da una visión romántica del ejército alemán, minimizando la importancia y el papel del Ejército Rojo en la derrota del nazismo.[134]​ Políticos y politólogos hacen declaraciones que reviven el mito,[135][136]​ se filman películas acerca de «soldados rasos de la Wehrmacht»,[130]​ y series políticamente incorrectas,[137]​ a la vez que se crean videojuegos que alimentan el mito.[138]

Internet y videojuegos

En Internet se publican versiones imprecisas, indiscriminadas, y en ocasiones, manipuladoras sobre la Wehrmacht. Diversos juegos de guerra utilizan personajes virtuales de la Wehrmacht,[139][140]​ así como de soldados de las SS, a veces presentados como figuras apolíticas o superhéroes. Las compras por correo de artículos devocionales o de memorabilia sobre la Wehrmacht se llevan a cabo en plataformas y en foros de temática militar, en los cuales se intercambian ideas y forman grupos de aficionados. Esto da como resultado una descontextualización y despolitización de la Wehrmacht, las SS y sus crueles crímenes. Así, la disculpa a la Wehrmacht, la negación del Holocausto, la rehabilitación nazi y la propaganda extremista de derecha confluyen, sutilmente, en Internet.[141]

Véase también

Referencias

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Bibliografía

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