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Diferencia entre revisiones de «Invención de la Santa Cruz»

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== Antecedentes Históricos ''' ==


03 DE MAYO “DIA DE LA CRUZ”

En El Salvador pueden observarse una serie de manifestaciones culturales las cuales muestran características de los pueblos ancestrales mesoamericanos. Estas expresiones materiales y espirituales como las cofradías, bailes y danzas tradicionales, ritos en cuevas y en las casas, comida tradicional y otros, se encuentran, muchas veces, escondidas detrás de ritos cristianos, frecuentemente conjugados con fiestas religiosas del santoral católico pero que evocan costumbres de los antiguos pipiles, mayas y otras culturas que habitaron El Salvador precolombino.

Una de estas manifestaciones es la celebración del Día de la Cruz, el tres de mayo, la cual debe haber sido una fiesta popular aún en la época prehispánica, ya que ésta se mantuvo después que se instauró la religión cristiana. Fue quizás una de la tradiciones más importantes, evidente en el hecho que se ha mantenido dentro de la memoria colectiva de los salvadoreños, por más de 500 años, desde la llegada de los conquistadores a nuestro territorio.

Con la aparición de las primeras lluvias, se rendía culto a la fertilidad, a la madre tierra y a la deidad de Xipe Totec, nuestro Señor El Desollado. Este dios fue muy importante en la época precolombina y es considerado como uno de los principales dentro del panteón mesoamericano.
El culto a Xipe Totec se efectuaba desollando una víctima cubriendo con su piel al dios. Así como con la lluvia, la tierra se cubre con un nuevo manto de vegetación, así era vestido el dios Xipe Totec con la piel de las víctimas.

Quizás un último remanente de este rito se ha resguardado en la costumbre tradicional de la celebración de la Cruz de Mayo, la cual se reviste con flores y frutos cuando las primeras lluvias los han hecho florecer. Esta debe ser elaborada del “palo de jiote”, recordando el cambio de pie por otra, simbolizando la renovación de la vegetación.

El culto a Xipe Totec se originó en la costa pacífica y de allí irradió a otras zonas, Tal como lo menciona el Padre Fray Bernardino de Sahagún, en su libro "Historia General de las Cosas de Nueva España", (Editorial Nueva España, México, 1946). De hecho, en nuestro país se han encontrado varias efigies de Xipe Totec en tamaño natural, elaboradas de cerámica. Dos de ellas fueron encontradas en el Lago de Guija, según lo reportó Stanley Boggs, en su libro "Dos Xipe Totecs del Lago de Guija" (en Anales 1976). La escultura de Xipe Totec que posee el Museo Nacional “David J. Guzmán”, constituye un símbolo para los salvadoreños.

La descripción que hace Sahagún sobre Xipe Totec es elocuente, por lo que se transcribe a continuación:
“La imagen de este dios es a manera de un hombre desnudo, que tiene un lado teñido de amarillo y el otro leonado; tiene la cara labrada de ambas partes a manera de una tira angosta que cae desde la frente hasta la quijada; en la cabeza a manera de un cepillo de diversos colores, con unas borlas que cuelgan hacia las espaldas. Tiene vestido un cuero de hombre; los cabellos trenzados en dos partes y unas orejeras de oro; está ceñido con unas faldetas verdes, que le llegan hasta las rodillas, con unos caracolitos pendientes; tiene unas cotaras o sandalias, y una rodela de color amarillo, con un remanente de colorado todo alrededor, y tiene un cetro con ambas manos, a manera de la copa de la adormidera, donde tiene la semilla con un casquillo de saeta encima empinado”.
(Historia General de las Cosas de Nueva España, Bernardino De Sahagún 1946. págs. 51-52)
A diferencia del informe de Sahagún, los Xipe Totec encontrados en El Salvador son todos efigies de cerámica, huecas, algunos en posición vertical y otros sentados, con detalles modelados y al pastillaje. Representan cuerpos humanos al tamaño natural.

Otro elemento que podría mencionarse es la concepción mesoamericana de los cuatro puntos cardinales la cual recuerda la cruz cristiana. Dentro de los pueblos mayas, en cada uno de estos puntos se encontraba una ceiba, el árbol sagrado. A cada uno de los puntos les correspondía un color. Así tenemos que entre los Mayas, al Este le correspondía el color rojo, al Norte el color blanco, al Oeste el color negro y al sur el color amarillo. También en los 4 puntos cardinales habían 4 Bacabs o cargadores de la tierra; 4 Pauahtuns o dioses del viento y 4 Chacs o dioses de la lluvia.
En el Popol Vuh tenemos los 4 Balams (tigres), guardianes de los campos:
Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam.
Dentro de los Aztecas (pueblos Nahua), la simbología de colores fue la siguiente: Al Este le correspondía el color blanco. Al Norte el color negro, al Oeste el color rojo y al Sur el color azul.

Lo más importante a considerar es que gran parte de esta sabiduría se perdió en el tiempo temprano de la Colonia, con la misión de los religiosos de imponer el cristianismo a través de los métodos de la Inquisición, obligando a desechar los antiguos ritos y cosmovisiones de la poblaciones precolombinas. Pero otra porción se mantiene vigente en El Salvador actual, dentro de las poblaciones con raigambre indígena.
La celebración de la Cruz de Mayo es un ejemplo extraordinario de la gratitud que expresaban nuestros pueblos ancestrales a los frutos de la tierra. Ojalá que conservemos este mensaje de agradecimiento y de respeto a la tierra, que tenían los pueblos pipil, maya, ulúa y otros, para que se cumpla a plenitud la función de esta costumbre popular salvadoreña de la Cruz de Mayo.


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== Descripción de la Celebración ==

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Las partes principales de la celebración son el arreglo de la cruz, los rezos, la adoración y comida de las frutas, terminando algunas veces con un baile.

Se inicia en la víspera del 3 de mayo, colocando una cruz de “palo de jiote” Esta es adornada con papel de “china” , recortando en forma de “toallas, cortinas, cadenas, chorritos”, con fruta de la estación como mangos, jocotes, marañones, naranjas, cocos, aguacates y con flores de coyol.

Para la celebración del Día de la Cruz se rezan tres rosarios en la noche finalizando con la repartida de tamales, café y pan dulce.

Existe la creencia que en las casas donde no es colocada la cruz, llega el diablo a bailar a la medianoche. Por ello, se realizan oraciones como la sisguiente:
"Vete de aquí Satanás
que parte de mi no tendrás,
porque el Día de la Cruz,
dije mil veces Jesús, Jesús,
Jesús...”
Con la adoración de la cruz, los fieles pueden tomar una fruta después de una reverencia, concluyendo así esta celebración.
Antropóloga Gloria Mejía de Gutiérrez. San Salvador, 1997.


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== Cuento: Día de la Cruz por Claudia Lars. ==
'''Texto en negrita'''

Abril se había despedido del calendario en la última hojita de papel que levaba su nombre, y el intenso calor y el blancuzco polvo del camino se iban apoderando del patio y de las habitaciones de nuestra casa.

El matiz que predominaba en el paisaje era un amarillo profundo, con sombras pardas y rojas, y algunos árboles hermosísimos -esos heroicos árboles que florecen en mi tierra durante la estación más ardiente del año- cambiaban su cansado follaje por capullos preciosos y voladores.

El párroco y las beatas más iglesieras organizaron una procesión para pedir lluvia a los santos, y las niñas, repitieron en todas partes la antigua ronda escolar.

"Que llueva, que llueva,
la Virgen de la Cueva"...
Pero ni plegarias ni canciones tenían virtud ninguna pues el cielo, deslumbrante y caliente, apenas recogía unas hilachas de nube.

Cuando yo tomaba despaciosamente mi desayuno vi que Cruz aparecía por la puerta del comedor con un saco de yute entre las manos. Al sólo verme dijo:
-¡Apúrese niña! ¿No quiere ir al monte a cortar fruta? ¿Qué no sabe en qué fecha estamos?
Salté de la silla, llena de entusiasmo bullanguero, pues en un segundo me di cuenta de que había llegado el dos de mayo. Al día siguiente se llevaría a cabo la gran celebración de los labriegos: algo que se mezclan, de un modo pintoresco y bello, las creencias indígenas con las creencias españolas.

-Pongance pantalones y botas altas -ordenó niña Meches a sus dos discípulas-. ¡Y no hagan tanto ruido ni corran tanto! Se van a cansar antes de tiempo.
-Con tal de que no los muerda una culebra... -rezongó zarca Chica, disimulando su enojo por que no podía acompañarnos.

Salimos de la casa bajo la vigilante mirada de nuestra maestra, seguidas por Juana Morales, los hijos de las sirvientas y los tres perros del abuelo. Cruz -metido en sus caites aguantadores- era el guía y capitán de la excursión.

Pronto estuvimos al otro lado de los potreros y tomamos un senderito que se alargaba entre breñales para encontrar, después, la aromada orilla de la montaña. (En mi país se le da el nombre de "monte" o "Montaña" al bosque a la selva). El cielo era un prodigio de luz veranera, en el que bailaban -como negros bailarines- los zopilotes de alas casi inmóviles.

Sobre nuestros sombreros de palma sentíamos la fuerza del sol como fuego atomizado y por nuestras espaldas bajaba el sudor en gruesas gotas; sin embargo, subíamos la cuesta riendo y charlando, pues pronto estaríamos dentro de un mundo de follaje, pleno de rumores y de cosas sorprendentes. Al fin la tupida arboleda abrió ante nuestros ojos sus vibradoras puertas, y bajo la sombra de un frondoso copinol nos tendimos a descansar un rato.

Aquella "montaña" era ancha y misteriosa. La estación de verano -Verano de 6 meses largos- no lograba robarle la frescura, por que las ramas de los arboles se entrelazaban entre sí formando un techo verde, que impedía que los rayos del sol llegaran asta el suelo. Bajo la suave alfombra de hojas secas y frutas podridas había siempre un poco de humedad.

-Por aquí... decía Cruz descubriendo las huellas de unos pies descalzos.
-Por aquí... -volvía a decir mas adelante.

Gorjeaban los chiltotes y los zenzontles; las palomas moradas gemían en la espesura; golpeaba el pájaro -carpintero el tronco de un árbol envejecido y las azules urracas -que parecen señoritas ricas- lucían sus peinados de copete y sus lindos collares negros.
¡Que olor tan delicioso el de aquella "Montaña" de mi niñez!... Entraba por mi naricilla sensual hasta el fondo de mis pulmones, y mezclándose a la corriente de mi sangre se escondía en mi memoria para siempre.

Yo contemplaba -curiosa y maravillada- las levísimas redes de las arañas; el ejército de hormigas negras, que iba con sus cargas de un hormiguero a otro; las tornasoleadas escamas de una iguana miedosa o el gusano lento y peludo, que se arrastraba sobre la hoja de un quequeishque. De la ceiba-abuelas caían en festones orquídeas rarísismas, y unas mariposas, con círculos de colores en las alas, bajaban hasta el musgo de las piedras o se detenían un momento sobre la miel de los bejucos.
Recogimos frutas de varios sabores o las hicimos caer de los gajos, sacudiendo las ramas.

Paladeamos aquellos bocados riquísimos como criaturas sanas y glotonas: nísperos que se partían con los dedos y que ocultaban semillas lisas y lustrosas; caraos repletos de jarabe oscuro; cujines con carnes que parecía algodón... Los papaturros eran como gurinaldas de flores de azúcar; los caimitos hacían pensar -al abrirlos- en helados de leche; y las manzanarrosas, que huelen a rosal y son tan livianas, nos esperaban sobre la hierba regadas o amontonadas, como huevos finísimos de algún extraño pájaro tropical.

Regresamos a casa a la hora del almuerzo y esa misma tarde un poco después de la siesta fuimos al mercado a comprar las frutas que se cultivan en patios y huertos. Cargados de naranjas, mangos, jocotes y limas de pezoncito puntiagudos, entramos más tarde por el zaguán que nos esperaba con las puertas abiertas, y depositamos aquella aromada ricura en una esquina del corredor.

Entonces tía Adela sacó de su armario las tijeras que hacían milagros y buscó martillo, clavos y alfileres. Preparó un poco de engrudo que depositó en una vieja cajita de sardinas y empezó a trabajas ayudada por todos nosotros. Con dos pedazos de madera -embellecidos con pintura dorada- formamos una cruz como de una vara de alto y la sembramos en un barrilito lleno de arena, que antes se había colocado en el centro del patio.

Cintas de cadenas y papeles brillantes y una gran variedad de palmas y helechos cubrieron aquel basamento en pocos minutos, convirtiéndolo en peana de lujo; después amontonamos alrededor del barril todas las frutas que habíamos cortado o comprado, y el jugoso amontonamiento se orilló con hojas escogidas y con fragantes racimos de coyol; además se adornaron los brazos de la cruz con flores de ensarta y se puso en su centro un húmedo ramo de rosas rojas. ¡Ni en el país de Jauja se hubiera encontrado tal abundancia!
Un cohete de varita anunció al pueblo que nuestro altar ya estaba listo. Otro cohete respondió en la casa vecina, y otro en la siguiente y en la que estaba más lejos...
Casi todas las familias de nuestra aldea celebraban cristiana y paganamente el día de la Cruz. Como nadie deseaba que en su patio bailara el diablo -por haber olvidado la construcción del altar de frutas- todos se esmeraban en hacerlo con gracia y primor.

Hasta el día tres, es decir, hasta "el propio día grande", se podían comer las golosinas de la ofrenda; pero antes de probarlas era obligatorio adorar el sagrado símbolo. Hombres y mujeres, niños y adultos, ricos y pobres, pasaban de una casa a otra en bulliciosos grupos. En cada retablo adoraban con reverencia; en cada ahogar se les obsequiaba con largueza.

En ese año, y en la fiesta en que me refiero especialmente, las personas de mi familia se reunieron como a las siete de la noche en los corredores de la casa de portal. A pesar de que durante varias horas habían devorado toda clase de ricuras, aún se sentían entusiasmadas ante los tamales de Toribia y las copas de vinito moscatel.
Zarca Chica iba y venía repartiendo manjares; Juana Morales, muy engalanada y sonriente vaciaba en vasos de colores la horchata de pepitoria y el sabroso refresco de canela; Polo quemaba cohete a medio patio y hasta Andrea -tan vieja ya y tan cansada- parecía esa noche una mujer rejuvenecida y feliz.

-Me corto esta oreja si no llueve en la madrugada!- dijo Juana mientras observaba el cielo.
-Pues no se la cortará, Juanita -contestó el mayordomo de la hacienda-, porque va a llover a cántaros.

Poco después nos agrupamos alrededor del altar, bajo la luz de las estrellas y entre el aroma de la parra de jazmines.
"Quita de aquí Satanás,
que parte en mí no tendrás,
pues el día de la Cruz
dije mil veces Jesús,
Jesús, Jesús, Jesús"...
Yo me fui a la cama con aquella oración dentro de la cabeza, y como había comido hasta casi reventar, dormí mal y soñé cosas absurdas. Muy de mañanita la triunfante voz de Juana me despertó súbitamente.

-¡Ya vieron que llovió!... Ya vieron! ¡Ya vieron!...
-Y la voz de Toribia, desde el fondo de la cocina:
-¡Y como no iba a llover después de la gran adoración!
Rápida y feliz yo corrí al patio y al traspatio, descalza y en camisa de dormir. Todo estaba fresco, lavado y húmedo. Un olor delicioso y penetrante -olor de mi tierra después de la primera lluvia del año- me obligaba a saltar, bailar y gritar.
Tomado del libro "Tierra de Infancia y Poemas Escogidos de Claudia Lars" Canoa Editores 1993
"Tierra de Infancia" Claudia Lars 1959

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=== [[Guatemala]] ===

Revisión del 17:51 8 oct 2008

Cruz decorada para la fiesta de las cruces, en Alcalá la Real (España).

La Fiesta de las Cruces o también llamada Cruz de Mayo se celebra el 3 de mayo.

Orígenes

Religiosamente, parecen tener su origen en el hallazgo por Santa Elena de la cruz donde murió Cristo, pero lo cierto es que el arraigo popular de la fiesta proviene de ciertas celebraciones de los romanos.

La historia, con mucho de leyenda, narra como en el emperador Constantino I el Grande, en el sexto año de su reinado, se enfrenta contra los bárbaros a orillas del Danubio, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tiene una visión en el cielo en la que se le apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas palabras, "In hoc signo vincis" (Con esta señal vencerás). El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, que entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la religión cristiana y mandó edificar iglesias. Enseguida envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. Una vez en la ciudad sagrada, Elena mandó llamar a los más sabios sacerdotes y logró hallar el lugar donde se encontraba la Cruz, pero no estaba sola. En el monte Calvario, donde la tradición situaba la muerte de Cristo, encontró tres maderos ensangrentados ocultos y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo, colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo. A partir de ahí nace la veneración a la Santa Cruz, ya que Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz.

Países que la celebran

Se celebra en numerosas localidades de España e Hispanoamérica:

Cruz de mayo de la Cuesta del Bailío, año 2005, en Córdoba (España).
  • Cuenca Fiestas de la Cruz: castillos, bandas de música, canelazo, comida, etcétera, en el barrio de la Cruz Verde (Quito, Pichincha), barrio Cruz del Vado en Cuenca (Azuay) y Cusubamba (Cotopaxi).

Albazo, alumbrantes, ángel, juegos pirotécnicos, loeros, comida, bebida, enmascarados en Chaupicruz (Pichincha), Otavalo y Caranqui (Imbabura).

  • México: La celebración de la Santa Cruz inicia en los albores del siglo XVI, cuando el capitán Juan de Grijalba nombró "Isla de la Santa Cruz" a la isla de Acuzamil o Cozumel de Quintan Roo. En México es celebrada mayormente por gremios involucrados en la construcción, como los albañiles. La celebración inicia con la colocación de una cruz, adornada con flores y papel, en una parte alta y visible de la construcción (obra). Continúa con una fiesta con comida típica de la región, cerveza, tequila, mezcal, y otros derivados de la fermentación en el lugar donde se desarrolla la obra.
  • Choroni, Estado Aragua: esta celebración es de suma importancia y tradición, y tanto el pueblo como los visitantes participan en una gran fiesta a orillas del malecón y amanecen al ritmo de los tambores, bailando en honor a la Cruz de Mayo.

En este pais se celebra el día de la cruz haciendo coloridas y hernosas procesiones de manera simbolica y respetuosa.

  • Departamento de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, debido a que esta región está poblada por numerosas familias de ascendencia vasca, etnia a la que se le atribuye la propagación de ésta fe. Este día, llamado Día de la Santa Cruz o Día de los Mil Jesuses es celebrado por las personas diciendo el nombre de Jesús mil veces con la creencia de que éste los protejerá el resto del año por haber dicho ésto. También, en el municipio de Funza, perteneciente a la jurisdicción de la diócesis de Facatativá.

Véase también

Enlaces externos