Ir al contenido

Diferencia entre revisiones de «Contactos transoceánicos precolombinos»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Línea 27: Línea 27:
=== Cultivo del boniato en Polinesia ===
=== Cultivo del boniato en Polinesia ===


El boniato o camote (''[[Ipomoea batatas]]'') es una planta nativa de [[América del Sur|Sudamérica]] ([[Perú]]) cuyo consumo en [[Polinesia]] es muy común. Se pensaba que los españoles y portugueses lo habían introducido en aquella región después del siglo XVI, pero los arqueólogos han encontrado restos de esta raíz datados antes de esa época. El más antiguo de ellos corresponde a los hallazgos en la isla [[Mangaia]], en el archipiélago de las [[islas Cook|Cook]], fechado alrededor del año 1000 d. C.<ref>Yen, D. (1974). «The Sweet Potato in Oceania: An Essay in Ethnobotany». [[Honolulu]]: Bishop Museum Press.</ref> Existen dos grandes tipos de explicaciones de este hecho. La primera corresponde a la posibilidad de que las aves hayan llevado las semillas del boniato a Polinesia durante sus migraciones. La segunda considera que la introducción de la batata fue obra humana. No hay consenso al respecto. La evidencia cultural aducida en favor de la segunda hipótesis es, por un lado, la semejanza en la denominación del camote en las lenguas malayopolinesias y las lenguas del pacífico sudamericano. Para el protopolinesio, la denominación de ''Ipomoeas batata'' ha sido reconstruida como *''kumala''. Esta voz es similar al nombre que la especie recibe en leguas como el [[idioma cañari|cañari]] de [[Ecuador]], donde se llama ''kumal''. Por otro lado, las embarcaciones construidas en la Polinesia durante la época precolombina podían navegar largas distancias.<ref name=AM>Montenegro, Álvaro; Avis, Chris; y Weaver, Andrew (2007). «Modeling the prehistoric arrival of the sweet potato in Polynesia». ''Journal of Archaeological Science''.</ref>
El boniato o camote (''[[Ipomoea batatas]]'') es una planta nativa de [[América del Sur|Sudamérica]] ([[Perú]]) cuyo consumo en [[Polinesia]] es muy común. Se pensaba que los españoles y portugueses lo habían introducido en aquella región después del siglo XVI, pero los arqueólogos han encontrado restos de esta raíz datados antes de esa época. El más antiguo de ellos corresponde a los hallazgos en la isla [[Mangaia]], en el archipiélago de las [[islas Cook|Cook]], fechado alrededor del año 1000 d. C.<ref>Yen, D. (1974). «The Sweet Potato in Oceania: An Essay in Ethnobotany». [[Honolulu]]: Bishop Museum Press.</ref> Existen dos grandes tipos de explicaciones de este hecho. La primera corresponde a la posibilidad de que las aves hayan llevado las semillas del boniato a Polinesia durante sus migraciones. La segunda considera que la introducción de la batata fue obra humana. No hay consenso al respecto.<ref>Green, R. C. 2005. Sweet potato transfers in Polynesian prehistory. Editado por Ballard et al. The sweet potato in Oceania: a reappraisal. Ethtology Monograph 19,Oceania Monograph: 43-62.</ref> La evidencia cultural aducida en favor de la segunda hipótesis es, por un lado, la semejanza en la denominación del camote en las lenguas malayopolinesias y las lenguas del pacífico sudamericano. Para el protopolinesio, la denominación de ''Ipomoeas batata'' ha sido reconstruida como *''kumala''. Esta voz es similar al nombre que la especie recibe en leguas como el [[idioma cañari|cañari]] de [[Ecuador]], donde se llama ''kumal''. Por otro lado, las embarcaciones construidas en la Polinesia durante la época precolombina podían navegar largas distancias.<ref name=AM>Montenegro, Álvaro; Avis, Chris; y Weaver, Andrew (2007). «Modeling the prehistoric arrival of the sweet potato in Polynesia». ''Journal of Archaeological Science''.</ref>


=== Gallina araucana ===
=== Gallina araucana ===

Revisión del 22:53 2 jul 2016

Los contactos transoceánicos precolombinos son las interacciones que existieron entre los indígenas americanos y los habitantes de otros continentes previas al descubrimiento de América de 1492, cuando Cristóbal Colón arribó a la isla de San Salvador.

Las hipótesis sobre contactos entre el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo han sido propuestas desde el encuentro de los mundos y actualmente, además de la presencia inmemorial de los esquimales yupik —pobladores de la península de Chukotka en Siberia, la isla San Lorenzo y Alaska— la colonización vikinga en el noreste de América —tras el descubrimiento de la aldea en L'Anse aux Meadows en Terranova, en Canadá, fechado alrededor del 1000.[1]​— es el único caso de contacto entre ambos mundos durante la época precolombina.

Colonización vikinga de América del Norte

L'Anse aux Meadows.
Leiv Eriksson oppdager Amerika ('Leif Erikson descubre América') por Christian Krohg (1893).

La colonización de América del Norte por parte de los vikingos es un hecho bien documentado arqueológica e históricamente. Ha sido descrita en la tradición literaria escandinava, en obras como la Saga de Erik el Rojo y la Saga Grœnlendinga.[2]​ En Groenlandia se estableció una colonia a fines del siglo X y perduró hasta la mitad del siglo XV. Los restos de la colonia escandinava de L'Anse aux Meadows en Terranova (Canadá) fueron descubiertos en 1961 por los exploradores Helge y Anne Ingstad.[3]​ Con frecuencia se asocia la colonización de Terranova con Vinland, país mencionado en las sagas islandesas. En estos documentos se relata la epopeya de los colonos vikingos liderados por Leif Eriksson. Por otro lado, algunos hallazgos en la isla de Baffin sugieren una presencia nórdica en esa región después del abandono de L'Anse aux Meadows, aunque también se ha propuesto que esa evidencia material podría corresponder a la Cultura Dorset.[3]

Hay pocas fuentes que describan el contacto existente entre los nativos americanos y los colonos nórdicos, conociéndose solo el existente entre los thule, a los que denominaban skræling y los nórdicos entre los siglos XII o XIII. Las sagas sobre Vinland, escritas siglos más tarde, describen el comercio y los conflictos con los pueblos indígenas. La evidencia arqueológica para el contacto en Groenlandia es limitada, pero parece indicar que los noruegos no afectaron sustancialmente las adaptaciones indígenas, sus tecnologías o su cultura.

Actualmente alrededor de 80 islandeses tienen marcadores genéticos de una mujer indígena que pudo haberse asentado en Islandia en el siglo XI. Para explicarlo se ha formulado la hipótesis de que podría haber sido una mujer llevada a Europa por los exploradores nórdicos.[4]

Hipótesis sobre Polinesia

El camote o batata, originario de Sur América, es cultivado en Polinesia aproximadamente desde el año 1000.

Algunos arqueólogos han considerado la posibilidad de que los polinesios —cuya habilidad como navegantes de altamar es bien conocida— hayan llegado a América antes del viaje de Colón; o bien, según una hipótesis peruana, que los sudamericanos pudieron haber llegado a Polinesia en la época precolombina.[5]​ Estas hipótesis se apoyan actualmente en el parentesco genético entre indígenas americanos del grupo mapuche y los habitantes de la isla de Pascua,[6]​ la semejanza entre vocablos de las lenguas malayo-polinesias y de la región austral y en varios hallazgos materiales.[7][8][9]

En 2011 un grupo de científicos publicó una compilación de artículos sobre los hallazgos que evidencian la presencia precolombiana de polinesios en América y las respuestas concretas a los críticos de esta hipótesis.[10]​ Sin embargo, esta evidencia no es aceptada unánimemente por la comunidad científica como válida o concluyente. Nuevas evidencias se han recopilado hacia la aprobación de la hipótesis.[11]

Afinidad genética

Un análisis del genoma completo de nativos de la isla de Pascua ha revelado que poseen un 8% de genes heredados de indígenas americanos mapuches y que la mezcla de las dos poblaciones debió ocurrir entre los años 1280 y 1495. El resto del patrimonio genético de los habitantes de Pascua es polinesio en un 76% y europeo en un 16%. La mezcla con los europeos tuvo lugar, según el análisis genético, en la segunda mitad del siglo XIX.[6]​ El ADN mitocondrial de dos cráneos de indígenas botocudos del siglo XIX de Minas Geais (Brasil, pertenece al haplogrupo B4a1a1a, predominante en Polinesia, conocido como polynesian motif, frecuente también en nativos de Melanesia y Madagascar, pero nunca antes encontrado en indígenas de las Américas.[12][13]

Cultivo del boniato en Polinesia

El boniato o camote (Ipomoea batatas) es una planta nativa de Sudamérica (Perú) cuyo consumo en Polinesia es muy común. Se pensaba que los españoles y portugueses lo habían introducido en aquella región después del siglo XVI, pero los arqueólogos han encontrado restos de esta raíz datados antes de esa época. El más antiguo de ellos corresponde a los hallazgos en la isla Mangaia, en el archipiélago de las Cook, fechado alrededor del año 1000 d. C.[14]​ Existen dos grandes tipos de explicaciones de este hecho. La primera corresponde a la posibilidad de que las aves hayan llevado las semillas del boniato a Polinesia durante sus migraciones. La segunda considera que la introducción de la batata fue obra humana. No hay consenso al respecto.[15]​ La evidencia cultural aducida en favor de la segunda hipótesis es, por un lado, la semejanza en la denominación del camote en las lenguas malayopolinesias y las lenguas del pacífico sudamericano. Para el protopolinesio, la denominación de Ipomoeas batata ha sido reconstruida como *kumala. Esta voz es similar al nombre que la especie recibe en leguas como el cañari de Ecuador, donde se llama kumal. Por otro lado, las embarcaciones construidas en la Polinesia durante la época precolombina podían navegar largas distancias.[7]

Gallina araucana

Gallina araucana (derecha) junto a gallina corriente.

Así como en el caso del boniato en Polinesia, el origen de la gallina araucana es controvertido. Debido a que los pollos se originaron en el sur de Asia, se creía que la variedad araucana de Chile había sido traída por los conquistadores españoles alrededor de 1550. La posibilidad de que las gallinas se encontraran presentes en América antes del contacto con los europeos se basaba generalmente en la documentación etnohistórica legada por los propios europeos, que daban cuenta de la crianza de gallinas de esta subespecie, ligada genéticamente a la polinésica, en las comunidades araucanas.

En 2007, Alicia Storey y sus colaboradores dieron a conocer el hallazgo de restos de gallinas en El Arenal-1, yacimiento arqueológico ubicado en la península de Arauco (Chile).[16]​ Estos restos fueron fechados por radiocarbono entre 1304 y 1424 d. C., varias décadas antes de que portugueses y españoles llegaran a América del Sur.

Paralelamente, se ha distinguido en la Isla Mocha, situada a unos 900 kilómetros al suroeste de al capital de Santiago, restos de gallinas polinésicas y seis cráneos con características genéticas de habitantes de Tonga, en la Polinesia.

El ADN mitocondrial de las gallinas polinésicas pertenece a dos haplogrupos:

Los huesos de gallina encontrados en Chile corresponden únicamente al haplogrupo E,[20]​ lo que plantea un reto para comprender el origen de la gallina araucana, tanto por la distancia como por la temporalidad de la cultura lapita y la datación por radiocarbono de las gallinas chilenas.[8]​ Para algunos si estas aves llevan ADN idéntico al de las gallinas que se encuentran en Tonga y Tutuila y llegaron antes del viaje de Colón, esta evidencia indica claramente un patrón de interacción entre los polinesios y los aborígenes chilenos.[21]​ Las gallinas habrían podido llegar a Chile en la época de expansión del Imperio Tui Tonga. Sin embargo, autores como Góngora y sus colaboradores señalaron en su momento que los restos encontrados en El Arenal-1 no pueden apoyar la hipótesis del origen polinésico de la gallina araucana.[22]​ Los argumentos de Góngora han sido respondidos a su vez por Alicia Storey y su equipo.[10]

Cráneos de la isla Mocha

Otros indicios que probarían el arribo de polinesios a la península de Arauco son seis cráneos encontrados en la isla Mocha con la típica forma polinesia pentagonal y la forma de la mandíbula.[23][24]​ Los especialistas arqueológicos en Chile postulan que algunos polinesios habrían vivido en la isla Mocha en tiempos prehispánicos. Desde 1903, se han descrito rasgos morfológicos polinesios en cráneos del lugar.[25]

Posibles préstamos lingüísticos

Los lingüistas neerlandeses Willem Adelaar y Pieter Muysken —especialistas en lenguas indígenas sudamericanas— han sugerido que al menos dos vocablos pudieron haber sido compartidos por los polinesios y los indígenas de América del Sur:

  • Uno de ellos es el nombre común de Ipomoea batatas, ya señalado en este artículo. En rapanui se llama kumara; en hawaiano, ʻuala y en maorí, kumāra. Estos términos pueden estar conectados con los nombres sudamericanos para la misma planta como k’umar ~ k’umara (en quechua e aymara).
  • El hipotético segundo préstamo lingüístico lo constituye la palabra para 'hacha de piedra', llamada toki en la isla Rapa Nui, toki por los maories,toki en mapudungun. Estos términos también parecen relacionarse con totoki, la palabra yurumanguí para 'hacha'.

De acuerdo con Adelaar y Muysken, la similaridad de la palabra para boniato «constituye una prueba cercana del contacto incidental entre los habitantes de la región andina y el Pacífico Sur», aunque la palabra para hacha de piedra parecería menos convincente. Los autores señalan que un préstamo lingüístico posible entre Polinesia y América del Sur se pudo deber a contactos esporádicos y no a migraciones masivas.[26]

Hipótesis obsoletas y pseudocientíficas

Desde el encuentro entre América y Europa en 1492, se han hecho muchas conjeturas sobre el origen de los americanos y la posibilidad de interacciones antes de la llegada de Colón a Guanahani. Algunas de estas conjeturas intentaron explicar el surgimiento de civilizaciones indígenas en el Nuevo Mundo a partir de supuestas migraciones prehistóricas. En ese tenor se encuentran la hipótesis sobre la influencia africana en el origen de la cultura olmeca, sostenida por Ivan van Sertima[27]​ y las especulaciones sobre la probable influencia china en Mesoamérica y los Andes, particularmente en las culturas chavín y maya, en cuyos estilos artísticos algunos arqueólogos y aficionados han querido ver una muestra material de los vínculos entre el Lejano Oriente y América durante la época precolombina.[28][29]​ Tanto las especulaciones sobre la africanidad de los olmecas como sobre la influencia oriental en las culturas de América son consideradas obsoletas por los especialistas, o bien, calificadas como pseudoarqueológicas.

Como se dice en este mismo artículo, algunos arqueólogos han considerado la posibilidad de contactos a través del Pacífico Sur. Además de especialistas como Storey, Matisoo-Smith y Ramírez Aliaga, quienes han adelantado hipótesis sobre hallazgos en Polinesia y América reseñados en este mismo artículo, otros autores han propuesto que los sudamericanos pudieron llegar a Polinesia basados en la interpretación de la mitología sudamericana y polinésica. Quizá el caso más conocido es el de Thor Heyerdahl quien, a partir de su trabajo de campo en Fatu Hiva (islas Marquesas). En ese lugar encontró monolitos esculpidos que él atribuyó a una colonización incaica. Para probar su hipótesis, él y su equipo construyeron una embarcación con materiales y tecnología disponibles en la costa sudamericana del Pacífico. Salió de El Callao (Perú) con rumbo hacia el poniente, su balsa —a la que llamó Kon-Tiki— llegó al archipiélago de las Tuamotu tras 101 días de viaje el 7 de agosto de 1947.

La presencia en América de un gran número de lenguas aisladas ha llevado a algunos lingüistas a buscar relaciones entre ciertas lenguas o familias lingüísticas americanas con las habladas en el Viejo Mundo. La más reciente de ellas es la hipótesis dené-yeniseica, de Vajda, que pretende mostrar la relación genética entre las lenguas na-dené del norte de América y un grupo de lenguas habladas en Siberia cuya relación entre sí es dudosa. Lingüístas como Campbell consideran que la evidencia presentada por Edward Vajda no puede considerarse concluyente.[30]​ Se ha querido encontrar parecido entre el chino y el maya, o entre el japonés, el purépecha de Mesoamérica y el quechua de los Andes, pero estas hipótesis han sido completamente desechadas.

Otro gran conjunto de hipótesis sobre posibles contactos transocéanicos precolombinos está sostenido en mitos y leyendas del Viejo Mundo. Hasta el descubrimiento de L'Anse aux Meadows, los asentamientos vikingos en América formaban parte de ese conjunto de hipótesis dudosas. Desde 1492, los europeos especularon con la posibilidad de que los amerindios fueran descendientes de la tribu perdida de Israel, tema que aparece en repetidas ocasiones en las crónicas de Indias. En las leyendas británicas de san Brandán y Madoc o en el mito griego de Atlántida, en los escritos chinos sobre un lugar desconocido llamado Mu Lan Pi o sobre la vida de Zheng He, autores de todos los tiempos han querido ver una prueba de contactos entre América y el Viejo Mundo antes de las expediciones de Colón. Sin embargo, no hay mayor evidencia en favor de estas conjeturas, por lo que no son consideradas serias por los especialistas.

Una hipótesis que ha surgido a principios del siglo XX, forjada por el argentino Bernardo Biados y el boliviano Freddy Arce, postula que la existencia del Nuevo Mundo era perfectamente conocida por los fenicios, los cartaginenses y los egipcios, los cuales presuntamente habrían circunnavegado África durante el I milenio a. C., y que dichos conocimientos provenían de los sumerios. Es sabido que los sumerios navegaban en sus embarcaciones a través de los canales de los ríos Tigris y Éufrates con fines comerciales, y que tenían un puerto comercial en la Isla de Baréin activo durante el III milenio a. C., el cual era llamado Dilmun, y de allí partían sus flotas hacia la desembocadura del Valle del Indo, de donde remontaban en Indo hasta llegar a Mohenjo-Daro para intercambiar tejidos, oro, incienso y cobre. Sus embarcaciones podían desplazar un máximo de 36 toneladas y habían llegado a circunnavegar África en el III milenio a. C.

Según sostiene Biados, cuando los sumerios llegaron a las Islas de Cabo Verde encontraron bloqueado el paso por vientos contrarios que soplaban incesantemente hacia el Sureste. Por tanto, se vieron obligados a tomar una ruta hacia el Oeste en busca de vientos favorables; y fue así como habrían llegado a las costas de Ceará, Paraíba, Piauí y Maranhão (actual Brasil). Y entonces, supuestamente, de esos puntos comenzaron a explorar el continente remontando los afluentes del Amazonas, más precisamente el Madeira y el Beni. De esta manera, llegaron al Altiplano Andino, que probablemente en el año 3000 a.C. no tenía un clima tan frío.

Los sumerios, ya estando levemente establecidos en aquellos lugares, se habrían mezclado con la población pucará, que a la vez provenía de la Amazonia (expansión Arawak), y con los pueblos colla (cuyos descendientes hoy en día hablan la lengua aimara). La cultura sumeria influenció a los pueblos del altiplano no sólo en lo que respecta a lo religioso, sino también a lo lexical. Muchos lingüistas, en efecto, encontraron muchas similitudes entre el protosumerio y el aimara, aunque dichas pruebas resultan muy dudosas y son descartadas por ser consideradas pseudocientíficas.

Se cree que lo que ha llevado a pensar esto son las escrituras halladas en la Fuente Magna, las edificaciones religiosas y los monolitos de Tiahuanaco (los cuales representan a gente alta, de ojos sobresalientes y con abundante barba, características que no suelen poseer las etnias de esas zonas) y los rostros incrustados en los muros interiores del Templo de Kalasasaya (los cuales, se dice, representan bustos de personas de todo el mundo, desde África hasta China); lo que relaciona esta controvertida e imaginativa hipótesis con postulados de la famosa Teoría de los Antiguos Astronautas; y la misteriosa Pedra de Ingá, hallada en el yacimiento arqueológico de la hipotética Cultura de Ingá, de la cual se cree que es de origen fenicio. Esta teoría no está aclarada ya que dicho yacimiento no está siendo explorado actualmente.

Véase también

Referencias

  1. «''L'Anse aux Meadows National Historic Site of Canada'' (Parks Canada. 2007)». Pc.gc.ca. 28 de enero de 2011. Consultado el 3 de febrero de 2011. 
  2. Pohl, Frederick (1966) The Viking Explorers. New York: Thomas Y. Crowell Company, p. 185
  3. a b L’Anse aux Meadows National Historic Site; UNESCO Culture Sector.
  4. «First Americans 'reached Europe five centuries before Columbus voyages'». Telegraph.co.uk. 16 de noviembre de 2010. Consultado el 3 de febrero de 2011. 
  5. Duverger, Christian (2008). El primer mestizaje. Ciudad de México: Taurus.
  6. a b Moreno-Mayar, J. Víctor et al. (23 de octubre de 2014 (en prensa)). «Genome-wide Ancestry Patterns in Rapanui Suggest Pre-European Admixture with Native Americans». Current Biology 24 (3): 2518-2525. doi:10.1016/j.cub.2014.09.019. Consultado el 30 de octubre de 2014. 
  7. a b Montenegro, Álvaro; Avis, Chris; y Weaver, Andrew (2007). «Modeling the prehistoric arrival of the sweet potato in Polynesia». Journal of Archaeological Science.
  8. a b Storey, Alice A.; Quiroz, Daniel; Beavan, Nancy, y Matisoo-Smith, Elizabeth A. (2011). «Pre-Columbian chickens of the Americas: a critical reviewof the hypotheses and evidence for their origins». Rapa Nui Journal 2(25):5-19.
  9. Jones, Terry, L. and Kathryn A. Klare (2012) "A Land Visited: Reviewing he Case for Polynesian Contactc in Southern California"; T.L. Jones & Jennifer E. Pery (eds.) Contemporary Issues in California Archaeology: 217-236. Left Coast Press.
  10. a b Jones, Terry, L.; Alice A. Storey; Elizabeth A. Matisoo-Smith & José Miguel Ramírez-Aliaga (2011) Polynesians in America: Pre-Columbian Contacts with the New World. AltaMira Press.
  11. Polynesians of prehistoric times in Southern Chile: Hard evidence, new questions and a new hypothesis
  12. Gonçalves, Vanessa Faria, et.al. (2013) "Identification of Polynesian mtDNA haplogroups in remains of Botocudo Amerindians from Brazil"; PNAS 110 (16): 6465–6469. doi 10.1073/pnas.1217905110
  13. Masalpinas, Anna-Sapfo, et.al. (2014) "Two ancient human genomes reveal Polynesian ancestry among the indigenous Botocudos of Brazil"; Courrent Biology 24 (21): R1035–R1037. doi 10.1016/j.cub.2014.09.078
  14. Yen, D. (1974). «The Sweet Potato in Oceania: An Essay in Ethnobotany». Honolulu: Bishop Museum Press.
  15. Green, R. C. 2005. Sweet potato transfers in Polynesian prehistory. Editado por Ballard et al. The sweet potato in Oceania: a reappraisal. Ethtology Monograph 19,Oceania Monograph: 43-62.
  16. Storey et al., p. 10335.
  17. Burley. David (1998) "Tongan Archaeology and the Tongan Past, 2850-150 B.P."; Journal of World Prehistory 12:337–392.
  18. Clark, Geoffrey; David Burley & Tim Murray Monumentality and the development of the Tongan maritime chiefdom; Antiquity 82(318): 994-100.
  19. "Kie Hingoa 'Named Mats, 'Ie Toga 'Fine Mats' and Other Treasured Textiles of Samoa and Tonga". Journal of the Polynesian Society, Special Issue 108(2): 168-232. June 1999,
  20. Borrel, Brendan (2007) DNA reveals how the chicken crossed the sea"; Nature 447: 620-621.
  21. Pacific Eye Magazine (2007) ANCIENT CHICKEN BONES IN CHILE POINT TO POLYNESIANS; Pacific Islands Report.
  22. Góngora, Jaime et al. (2008). «Indo-European and Asian origins for Chilean and Pacific chickens revealed by mtDNA». PNAS 105(30):10308–10313.
  23. Matisoo-Smith EA, and Ramírez J-M. 2009. «Human Skeletal Evidence of Polynesian Presence in South America? Metric Analyses of Six Crania from Mocha Island, Chile». Journal of Pacific Archaeology 1(1):76-88. Consultado el 3 de enero de 2013.
  24. In 2007 the discovery of pre-Columbian chicken bones from Chile provided the first conclusive evidence for prehistoric Polynesian contact with South America.
  25. El vínculo polinesio de los mapuches
  26. "Genetic relations of South American Indian languages". In Adelaar & Muysken, eds, The Languages of the Andes. Cambridge University Press, 2004 p. 41.
  27. Van Sertima, Ivan (1976). They came after Columbus. Nueva York: Random House.
  28. Heine-Geldern, Robert (1958). "Un nouveau parallele entre L'Amerique du Sud Precolombienne et l'Ancienne Asie sud-orientale". Miscellanea Paul Rivet, Octogenario Dicata, 2:(219-226). México: Universidad Nacional Autónoma de Mexico.
  29. Lou, Dennis Wing-sou (1957). "Rain worship among the Ancient Chinese and the Nahua-Maya Indians". Bulletin of the Institute of Enthology. Academia Sinica. 4(31-102).
  30. Campbell, Lyle (2011). «Review of The Dene-Yeniseian Connection, ed. by James Kari and Ben A. Potter». International Journal of American Linguistics 77(3):445-451.