La vivienda y las cortinas de humo

La vivienda y los culpables

Siempre ha costado comprar una casa a quienes inician una vida profesional. Pero ahora no se puede casi ni acceder a un alquiler, salvo que pongas kilómetros de por medio, con tiempo y transporte insostenibles.

La situación no es exclusiva de nuestro país, pero eso no es excusa para no actuar y tratar de afrontar el problema desde la raíz aprovechando las oportunidades que tenemos.

El panorama es complejo porque se junta la tormenta perfecta: se crea empleo y se concentra en determinadas ciudades y zonas. La buena marcha de la economía y un entorno social estable atrae también a población de otros países, que se ubica en las mismas ciudades. El clima y otras muchas bondades patrias atraen cada vez a más turistas que buscan dónde alojarse.

Existen oportunidades. En un país con la (poca) densidad de población que tenemos, el parque de casas de alquiler es de 3 millones, el de casas vacías de más de 3,5 millones y el de viviendas turísticas de 300.000. Tenemos un problema y hay que ser efectivos. Las viviendas turísticas generan problemas de convivencia que en determinados barrios llegan a ser graves y hay que afrontar, sin duda. Pero no esperemos que esa sea la solución al problema de acceso a la vivienda. No nos dejemos llevar por el relato o la distracción. Cerrar 10.000 pisos, suponiendo que se haga con la justificación legal necesaria y el respeto a los derechos adquiridos, no hará que la vivienda deje de ser un problema.

¿Prohibir el alquiler de habitaciones?

¿Queremos ir a la raíz de los problemas?

Hay que preguntarse por qué cientos de miles de propietarios prefieren destinar sus pisos al uso turístico y por qué millones de propietarios prefieren dejar su casa vacía. Las personas actúan por un motivo y sería un grave error de diagnóstico querer resumirlo en una palabra: codicia.

En lugar de lanzar cortinas de humo que nos dividen y enfrentan como sociedad, vayamos a la raíz.

• Garanticemos a los propietarios un mínimo de seguridad jurídica (no, ahora no la hay) para que se decidan a poner sus pisos en alquiler tradicional;
• Invirtamos de verdad en vivienda pública en alquiler y en reforzar los servicios sociales;
• Agilicemos los trámites para gestionar licencias de transformación del suelo y de adaptación de inmuebles a usos más necesarios (de locales y oficinas a vivienda, por ejemplo);
• Descentralicemos los centros de trabajo, empezando por ministerios, consejerías y grandes empleadores.

Aprovechemos el territorio con inteligencia. Es el modo de ganar en sostenibilidad y calidad de vida para todos.

Necesitamos amplitud de miras y decisión para confrontar una situación que nuestros jóvenes no tolerarán por mucho tiempo.

Consulte la postura de OCU sobre la vivienda social, que trasladamos a los poderes públicos para impulsar la toma de decisiones.