La historia real del terapeuta de los hermanos Menendez y su amante, los otros protagonistas del juicio

El juicio por asesinato de los hermanos Menendez en 1993 parecía un caso sencillo. Pero Leslie Abramson, la abogada defensora, se propuso desacreditar al terapeuta L. Jerome Oziel y lo consiguió, en parte gracias a su amante, Judalon Smyth.
Erik Menendez con su abogada Leslie Abramson y su hermano Lyle Menendez en el juicio 9 de marzo de 1994
Erik Menendez con su abogada Leslie Abramson y su hermano Lyle Menendez en el juicio, 9 de marzo de 1994Ted Soqui/Getty Images

Como recuerda Ryan Murphy en su controvertida serie de Netflix Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez, basada en un crimen real, la historia de los hermanos de Beverly Hills Lyle y Erik, que asesinaron brutalmente a sus padres, José y Mary Louise “Kitty” Menendez, en 1989 fue una auténtica película de terror. Tenía todos los componentes para conmover a una nación: dos atractivos hermanos de Beverly Hills, una serie decisiones descabelladas (como escribir un guion sobre un personaje que mata a sus padres y gastarse unos 700.000 dólares tras la muerte de sus padres) y acusaciones de abusos sexuales en el distrito más elitista del país. Aunque estos temas escabrosos constituyeron el meollo del juicio de los hermanos en 1993, el proceso judicial también contó con dos testigos cuyo comportamiento fue quizá igual de desconcertante (aunque no delictivo): el terapeuta de los Menendez, L. Jerome Oziel, y su amante, Judalon Smyth. Estos dos testigos robaron temporalmente el protagonismo a Lyle y Erik.

Dominick Dunne, que cubrió el juicio para Vanity Fair US, atribuyó a Leslie Abramson, la principal abogada defensora de Erik, el mérito de haber tomado “lo que era prácticamente un caso abierto de asesinato premeditado en primer grado” con confesión de los asesinos y haberlo transformado ante los ojos del público. Oziel fue la fuente de la prueba irrefutable del caso: las grabaciones de las sesiones de terapia de los hermanos, en las que describían cómo habían planeado el asesinato de sus padres (lo llamaban 'el crimen perfecto', según recordaba Oziel). Abramson luchó para que las cintas fueran excluidas del juicio. Cuando perdió esa batalla, anunció que desacreditaría al psicólogo "de todas las formas conocidas por el hombre y por Dios”.

Consiguió que admitiera que no había dicho a la familia Menendez —que le contrató después de que los chicos fueran pillados robando en dos casas— que su licencia había sido suspendida por la junta estatal de psicología debido a lo que denominó una “relación dual” inapropiada: terapia a cambio de trabajos en su casa por una paciente. Abramson preguntó por una demanda que Smyth interpuso en 1990 contra Oziel en el Tribunal Superior de Los Ángeles, alegando que el psicólogo la agredió, violó, secuestró y medicó. Cuando Abramson le preguntó si Oziel había llegado a un acuerdo en el caso por entre 400.000 y 500.000 dólares, contestó que lo había hecho su compañía de seguros. (Oziel también presentó una contrademanda, alegando que Smyth desarrolló una "extraña fijación y obsesión con él").

Entonces, un comité estatal de psicólogos acusó a Oziel de mantener una relación sexual con otra mujer que trabajaba en su casa como empleada del hogar y afirmó que le había administrado medicación indebidamente y la había agredido (Oziel negó esas acusaciones). También se reveló que Oziel no entregó a las autoridades las cintas de sus sesiones con Menendez. Guardó las cintas en una caja fuerte y, según Smyth, intentó extorsionar a los hermanos diciéndoles que pagarle semanalmente aunque no asistieran a las sesiones sería bueno para su defensa si alguna vez eran juzgados. Según el libro de Robert Rand titulado The Menendez Murders, al final del interrogatorio de Abramson, que duró varios días, hasta ella parecía harta. La abogada le dijo al juez que en su interrogatorio de Oziel que tendría lugar al día siguiente "seré más breve de lo que pensaba”.

El testimonio de Oziel resultó tan perjudicial para él que en 1993 el LA Times informó de que la vida acomodada que solía llevar —tenía una casa de 2.000 metros cuadrados, una esposa psicóloga, dos hijos y una lista de espera para sus sesiones a 150 dólares la hora— “ya no era tan buena... Para Oziel, lo que está en juego es su reputación”. Se enfrentó a expedientes disciplinarios estatales debido a las revelaciones del tribunal. En 1997, según un portavoz que habló con la CNN, la Junta Directiva de Psicología del Departamento de Asuntos del Consumidor acusó a Oziel de “una serie de delitos”, como compartir información confidencial sobre sus pacientes con Smyth; mantener una relación tanto comercial como sexual con Smyth; suministrarle drogas; agredirla físicamente en dos ocasiones; y mantener una conducta sexual inapropiada con dos pacientes. (El abogado de Oziel negó este último cargo, alegando que las mujeres no eran pacientes). En lugar de acudir a los tribunales, Oziel renunció a su licencia "negando también que hubiera cometido irregularidades", según su abogado. "Ya no ejerce la psicología y lleva varios años sin hacerlo. No merecía la pena el gasto y la repercusión en su vida”.

Durante el primer juicio, el mayor regalo para la defensa puede que fuera la amante de Oziel: una atractiva mujer que se puso en contacto con Oziel con la esperanza de seguir una terapia de pareja. Cuando se dio cuenta de que no podía permitirse las sesiones de Oziel, se involucró sexualmente con el psicólogo y se enredó tanto en su matrimonio como en el caso Menendez. Después de que Oziel rompiera con ella, Smyth contó a las autoridades que Oziel poseía confesiones grabadas de los hermanos Menendez.

Aunque nunca había conocido a los hermanos Menendez, Smyth se convirtió en un personaje principal para la defensa. Una mujer despechada que aseguraba que Oziel abusó emocional y sexualmente de ella, y que testificó sobre el "pagaré sexual" que le otorgó a Oziel: un documento similar a un contrato en el que prometía su devoción y que, como se muestra en la serie de Netflix, estaba firmado con las huellas de las patas de sus testigos felinos, Shanti Oz e Ishi Kitty. Tenía grabaciones de voz que respaldaban que Oziel le dijo que iba a dejar a su esposa para estar con ella. En una de ellas, que se recoge en el libro de Rand, el psicólogo le decía a Smyth que esperaba que sus hijas aceptaran “de forma positiva” que entrara en sus vidas. "Les conté todas esas cosas [sobre ti] que sé que las impresionarán... [que eres] la mayor vendedora de cristal del mundo”.

Tal vez lo más extraño sea que Smyth se instaló en la casa de la familia Oziel en 1989 por lo que la familia pensó que serían dos días. Acabó quedándose tres meses. “No fue romántico, pero hubo sexo”, contó Smyth sobre su estancia antes de afirmar que la esposa de Oziel “y yo éramos buenas amigas”. La familia Oziel dijo que Smyth reorganizó sus muebles. También creían que fisgó todo lo que había en su casa, según el libro de Rand. La esposa de Oziel, Laurel, finalmente habló sobre Smyth y contó en una conferencia de prensa que la familia había sido “rehén de esta mujer en nuestra casa”. Según el libro de Rand, la familia contó que Smyth amenazó con suicidarse o contar a la policía lo que sabía del asesinato de los Menendez si la echaban de la casa. Pero Smyth contó que en realidad fue al revés y que se sintió como una “prisionera de guerra” en la casa de los Oziel y que Oziel amenazó con internarla en un hospital psiquiátrico si se mudaba, extremo que fue negado por los Oziel.

En 1993, el LA Times contó que los detalles demenciales sobre la relación entre Oziel y Smyth fueron tan extensos que un miembro del jurado “se pintarrajeaba la mano” durante el testimonio de Smyth, aunque se animó cuando Smyth explicó por qué nunca quiso tener hijos con él: “No querría hijos que se parecieran al Dr. Oziel". (Este detalle se menciona tal cual en la serie.)

Abramson admitió que Smyth podría no ser la persona más fiable para subir al estrado: "Es una testigo con problemas de credibilidad, y le garantizo que tiene muchos”, afirmó el abogado durante una vista sin la presencia del jurado, según el LA Times. “Igual que Oziel, que también tiene muchos”. Pero como Dunne escribió sobre Abramson: “Ella tenía un don para crear distracciones del acontecimiento principal, desviando las mentes del jurado de la espantosa visión de sangre, vísceras y los dos cadáveres. Las víctimas se convirtieron en personajes secundarios. El turbio romance del Dr. Oziel y Judalon Smyth duró semanas”.

Tras los alegatos finales, The New York Times informó de que la defensa de los hermanos Menendez había sido tan eficiente que “incluso la cinta de 48 minutos de la confesión de los hermanos a un psicólogo se convirtió en un arma de doble filo". El primer juicio terminó con los dos jurados en desacuerdo: uno para Erik y otro para Lyle. El segundo juicio de los hermanos —en el que no declararon ni Oziel ni Smyth como testigos y con testimonios limitados sobre las acusaciones de abuso sexual al que fueron sometidos— terminó con la declaración de culpabilidad de Erik y Lyle. Fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

En 2015, Smyth concedió su primera entrevista sobre su experiencia en el juicio de los Menendez al canal Reelz en la docuserie Murder Made Me Famous. Smyth contó que le sorprendió la representación que los medios de comunicación hacían de ella. “Fue un poco confuso para mí el modo en que me trataron los medios de comunicación. Realmente no entendía el ataque que recibí por hacer lo correcto”. Smyth admitió que no acudió inmediatamente a las autoridades cuando descubrió la cinta de la confesión. “Me llevó mucho tiempo hacer lo correcto. Pero al final, lo hice”. También se sintió desconcertada por un artículo que decía que tenía “la lengua suelta”. Como ella misma dijo: “Perdone, si fueran su madre y su padre los asesinados, ¿preferiría que mantuviera la boca cerrada o la lengua suelta?”

Smyth no ha querido responder a la solicitud de comentarios de VF. Contactado por correo electrónico, Oziel explicó brevemente por qué nunca había reflexionado públicamente sobre su participación en el juicio de Menendez: "Este caso ocurrió hace más de 30 años. Pasé página un par de meses después del juicio. Mi vida es muy satisfactoria y no tiene ninguna relación con este juicio”.

Este artículo ha sido corregido para señalar que Oziel fue invitado a declarar como testigo en el segundo juicio de los hermanos Menendez.

Artículo publicado por Vanity Fair US y traducido por Isabel Escribano Bourgoin. Acceda al original aquí.