Marie Claire

Viajar a Namibia es una experiencia que merece la pena vivir si eres amante de la naturaleza y las aventuras

Si estás pensando hacer un viaje a un lugar diferente, te contamos los detalles de por qué Namibia es una buena opción. ¡Déjate sorprender!

Si estás pensando hacer un viaje a un lugar diferente, te contamos los detalles de por qué Namibia es una buena opción. ¡Déjate sorprender!

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Todavía un territorio casi desconocido, Namibia es naturaleza en estado puro, con paisajes en los que el tiempo se ha detenido, y que consigue hacerte sentir de manera muy especial que África tiene algo que le trasciende. Un extraño universo natural, una mezcla con una extraordinaria variedad paisajística en la que la desolación ocasional se transforma en algo único y extremadamente bello, mientras la inmensidad asume toda la contundencia de esta palabra.

Cañones

Situado en el suroeste del continente, Namibia es el quinto país más grande de África. Con solo dos millones de habitantes, su extensión es algo mayor que las de España e Italia juntas. Este inmenso territorio mantiene abundantes referencias del triple dominio alemán, británico y sudafricano. La constitución política de la nueva Namibia fue la primera en el mundo en incorporar la protección del medio ambiente como seña de identidad. No era baladí: los diferentes ecosistemas del país son hogar de una inmensa variedad de vida salvaje que incluye grandes mamíferos, como elefantes y rinocerontes, pero también felinos, jirafas y antílopes (oryx y gacelas, por mencionar los más frecuentes) y más de 600 especies de aves. Mayoritariamente desértica, tiene algunos ríos perennes y otros efímeros, que tras permanecer secos durante años pueden transformarse en grandes torrentes en cuestión de horas. Esta extraña combinación forma dunas que mueren en la costa, inmensos cañones, riberas rocosas, montañas lunares, desiertos rojizos y verdes praderas.

Aeropuerto Namibia

Aeropuerto Namibia

Iniciamos nuestro periplo en el pequeño aeropuerto internacional de Windhoek (la capital), en un 4x4 camino del sur. Las ocho horas de carretera hasta del cañón de Fish River, el segundo más extenso del mundo, tras el del Colorado, no se hacen pesadas. Estamos en un país muy seguro, y son muchos los turistas que viajan por libre en coche. A nuestro paso atravesamos poblaciones como Keetmanshoop, Mariental y Rehoboth, todas ellas con estaciones de servicio tan o más limpias y surtidas como las que estamos acostumbrados. Finalmente, llegamos a nuestro primer destino, el Fish River Lodge, y nos instalamos en sus "chozas contemporáneas", colgadas como grandes balcones ante la inmensidad del cañón. 

Montañas

Llegamos al Rhino Camp buscando elefantes desde el aire, y casi chocamos con dos buitres por ir tan pendientes del suelo. Estamos en la región Kunene, a los pies de las impresionantes montañas de Etendeka, con sus puntas cortadas en forma plana y sus característicos colores ocre. Por la mañana, salimos hacia las 6 y al poco ya avistamos un rinoceronte. Dejamos el 4x4 y nos acercamos al animal, algo que rara vez sucede. Caminamos en fila y sin hacer ruido, quitando el sonido a cámaras y móviles, con una dirección estudiada para que no le lleguen olores, y evitando vestir colores chillones o brillantes.

Jirafas en Namibia

Desierto en Namibia

Por la noche, durante la cena, el personal nos acompaña con cánticos. El menú se sirve en mesa comunal, y se lee en inglés y en la lengua local, de raíz bosquimana y llena de curiosos sonidos guturales y onomatopeyas.

Costa y ríos

Volamos hacia Damaraland para instalarnos en el campamento del mismo nombre, junto al valle del río Huab. Si hace buen tiempo, durante el trayecto se puede disfrutar de fabulosas vistas de Conception Bay y su entorno. También vemos colonias de focas y flamencos en Walvis Bay, pecios en la arena, barcos de pesca y el puerto Sandwich, playas y poblaciones costeras, de las que Swakopmund es la principal. Durante el safari buscamos los famosos elefantes del desierto, pero solo encontramos impalas y avestruces correteando juntos y formando una curiosa pandilla. Es lo que tiene la naturaleza. Si a un elefante le da por esconderse, hay poco que hacer. La zona está llena de árboles, riberas verdes y riachuelos. Contrasta esa explosión verde junto a las rocas ocres. Se diría que es obra de un paisajista.

Costa de Namibia

Costa de Namibia

Desierto

Little Kulala es el perfecto refugio chic en el desierto. Ideal para disfrutar de un entorno sereno y lleno de magia. La inspiración del desierto se refleja en colores y texturas como el mohair, fieltro, algodón o piedra. Estamos en Sossusvlei, conocido por tener las dunas más altas del mundo y al sur del famoso desierto de Namibia, que es el más antiguo del planeta. Antes de amanecer, para evitar el calor y a otros turistas, visitamos esos imponentes montones de arena que deben su color rojo a que están compuestos en un 95% por óxido de hierro. La duna 45 es la más famosa, por su altura asequible y por estar cerca de la carretera. Subimos descalzos y luego nos dejamos caer hacia Dead Vlei. Un desierto de sedimentos calizos de un río que se secó hace solo 20 años. Nos atrapa un paisaje inquietante, casi escultórico, de árboles secos. Observamos también cómo las especies se adaptan al terreno ardiente del mediodía. La lagartija de arena bucea en las dunas para protegerse del calor, y hasta parece bailar, levantando por turnos la cola y las patas, para evitar quemarse. Los escarabajos tok-tokkie tienen patas largas para no arrastrarse y una capa antisol en la carcasa de su tórax. El topo dorado, completamente ciego, pasa su vida debajo de la arena, buceando entre sus capas y buscando insectos.

Jirafas en Namibia

Jirafas en Namibia

De vuelta en el lodge, es hora de tomarse una copa. Un cielo lleno de luces que parece no acabarse. Los fanáticos de la astronomía y los más románticos hasta pueden dormir en una cama instalada en la azotea de la villa. Para soñar inmersos en ese gran planetario que es el firmamento namibio. 

Atardecer en Namibia

Atardecer en Namibia

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